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Los edificios reutilizables

La decisión de darle usos distintos a construcciones viejas gana terreno en el mundo. Una exposición en Bogotá reúne varios casos.

4 de marzo de 2017

El antiguo panóptico de Bogotá, donde por más de 70 años cumplieron su condena los presos más importantes del país, hoy es la sede del Museo Nacional. Los arquitectos Manuel de Vengoechea y Hernando Vargas Rubiano lo adaptaron en 1947, cuando el gobierno nacional creó La Picota y trasladó allí a los reclusos.

Ese proyecto –hoy un lugar emblemático del sector de San Martín, en la carrera Séptima de Bogotá– es el ejemplo perfecto (pero no el único en Colombia) de un estilo que se viene consolidando desde hace 50 años en el mundo de la arquitectura: adaptar edificios viejos que dejan de servir para su propósito original, con el fin de darles un nuevo uso sin demolerlos.

El tema está de moda porque la Universidad Jorge Tadeo Lozano inauguró la semana pasada Un edificio, ¿cuántas vidas?: la transformación como acto de creación, una muestra que reúne varios casos de reciclaje de edificios en el mundo. El certamen, curado por el Instituto Francés de Arquitectura, hace parte de las actividades del Año Colombia-Francia 2017 y estará abierto hasta el 27 de abril. Luego se trasladará a la sede Medellín de la Universidad Nacional entre el 14 de mayo y el 14 de julio.

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La idea es sentar un manifiesto contra la destrucción sistemática de edificios antiguos y mostrar que al transformarlos se puede conservar el patrimonio de una ciudad al mismo tiempo que se crean espacios nuevos para los ciudadanos. Como dijo a SEMANA Francis Rambert, director del Instituto Francés de Arquitectura y el creador de la muestra, “la cuestión no es simplemente cambiar las fachadas para modernizar los edificios, es algo más de fondo: ¿cómo darle una nueva vida? Es cambiar su uso”.

Por eso la muestra, que según sus creadores también va dirigida a las personas que toman las decisiones en las ciudades, reúne edificios que hoy tienen otro significado y se relacionan de forma diferente con los ciudadanos. Estos son algunos casos icónicos.

Ciudad de la moda: 

De bodega a casa de modas

En 1907 las autoridades de París ordenaron construir unas bodegas en el puerto del río Sena para guardar las mercancías que llegaban en barco, y que luego se repartían por tren a todo el país. Con los años, el edificio se volvió una mole de cemento abandonada junto a la orilla del río, hasta que en 2005 la firma de arquitectos Jakob + MacFarlane ganó un concurso para rehabilitar la zona. Las viejas bodegas se convirtieron en un centro cultural de moda y diseño que recibe visitantes de todo el mundo. 

CaixaForum: 

De central eléctrica a centro cultural


Cerca del Museo del Prado y de la zona conocida como el Triángulo del Arte en Madrid, funciona desde 2008 el centro cultural CaixaForum, que durante todo el año presenta exposiciones de arte. Su sede está ubicada en el mismo lugar en el que antes estuvo la Central Eléctrica del Mediodía, construida en 1900 para proveer de luz a la parte sur de la ciudad. El estudio de arquitectos Herzog & de Meuron adaptó el edificio hace diez años, y decidió mantener la fachada y algunas salas internas. 

Fondo Regional de Arte Contemporáneo: 

De taller a centro artístico

En Dunkerque, Francia, funcionó por casi 90 años un astillero que cerró por falta de uso en 1987. Solo sobrevivió un viejo taller en el que reparaban algunos navíos. En 2013 la firma Lacaton & Vassal adaptó ese edificio para albergar la sede del Fondo Regional de Arte Contemporáneo (Frac) de Calais. Los arquitectos decidieron, en forma llamativa, duplicar el viejo taller para no dañar la antigua construcción. 

Biblioteca Pública El Tintal: 

De planta de basuras a biblioteca

Daniel Bermúdez convirtió una antigua planta de tratamiento de basuras de la Edis (la Empresa Distrital de Servicios Públicos que desapareció en 1993) en una de las bibliotecas públicas más importantes de Bogotá. La instalación, abandonada desde mediados de los noventa, tenía una bodega que funcionaba como planta, un puente por el que pasaban los compactadores para dejar la basura y un parqueadero. Bermúdez aprovechó los tres elementos para crear, entre 1998 y 2002, la biblioteca junto a un parque público.

Biblioteca de la Universidad Distrital: 

De matadero a universidad

El antiguo matadero de Bogotá cerró sus puertas en 1993, luego de 67 años de servicio. Cuando fue construido era uno de los más avanzados en América Latina, pero cayó en desuso hasta que las autoridades decidieron clausurarlo. Su sede se convirtió en un lugar abandonado, hasta que en 2013 la Universidad Distrital decidió hacerse cargo. Un equipo de la institución tomó el viejo edificio y, en dos años, lo adaptó como una biblioteca universitaria, dotada con sala de lectura, hemeroteca, salones para exposiciones y auditorios.

Museo Can Framis: 

De fábrica a casa de arte

El barrio Poblenou de Barcelona era reconocido, hace 50 años, como la Manchester catalana debido a su actividad industrial y a la presencia de fábricas textiles y metalúrgicas. Pero en los últimos años ha vivido una transformación urbanística impulsada desde los Juegos Olímpicos de 1992. El ejemplo perfecto es la fábrica de telas Can Framis, rehabilitada por el estudio Baas a mediados de 2009, que hoy funciona como un museo de arte contemporáneo. 

Monumento de Rivesaltes: 

De campo de refugiados a edificio conmemorativo

En 1938 el gobierno francés creó un campo de detención entre las comunas de Rivesaltes y Salces para mantener presos a los “extranjeros indeseables”. Funcionó durante 69 años y albergó españoles (que venían huyendo de la Guerra Civil), judíos (durante la guerra mundial), gitanos, alemanes y algunos inmigrantes irregulares. En 2013 el Estado decidió construir un monumento diseñado por Rudy Ricciotti que mantuviera el campo de detención, pero que les rindiera un homenaje a las personas privadas injustamente de su libertad.

Museo Ruhr: 

De mina de carbón a museo

En Essen, al oriente de Alemania, funcionó entre 1847 y 1993 la mina de carbón de Zollverein, un complejo industrial que incluía varios pozos, una planta de coque y una de carbón. Luego de ser una de las más grandes de Alemania, comenzó a dar pérdidas que obligaron su cierre. Entre 2002 y 2007, los arquitectos Rem Koolhaas y Heinrich Böll adaptaron la antigua planta de lavado de carbón para acoger un museo, que abrió sus puertas un año después. Actualmente tiene una colección sobre la zona del río Ruhr en Alemania.