Home

Cultura

Artículo

| Foto: Daniel Reina

CULTURA

Rock al parque reunió la diversidad

En el tercer día se confirmó que el festival tiene espacio para la pluralidad. Bandas de punk abrieron la jornada para continuar con electrónica y ritmos fusión.

3 de julio de 2017

En la plaza Sin Pudor marcó un gran comienzo en el tercer día de Rock al Parque. La banda de Paola (guitarra), Carolina (batería), Alejandra (bajo) y Jessica (voz) tuvo a mediados de marzo una gran presentación en el auditorio Lumiere, donde fueron las teloneras de I.R.A. El lunes demostraron de nuevo que tienen un trabajo capaz de calentar motores.

Y luego sería el turno para 2 Minutos. La banda argentina celebró sus 30 años de existencia, "Nos tomó 30 años llegar aquí", les dijeron a todos los fieles seguidores, que corearon un tema tras otro sin importar qué tan cansados estaban por el pogo y los saltos. El nivel de euforia llegó al punto de que por encima del público volaron zapatillas, suelas y hasta un rollo de papel. Todo lo contrario se vivía en la fría zona de prensa.

Puede leer: Rock al Parque 2017: Día 1. Pogo, salto y añoranza

Los años anteriores se vivieron con presentaciones de leyendas. Bandas importantes en la historia del punk como Dead Kennedy‘s, Total Chaos, The Casualties, GBH y Anti-Nowhere League pisaron tarima, y este año fue justo el espacio para los argentinos, y Los Suziox.

Estos últimos dejaron en alto la cuota nacional, la banda de Medellín mantuvo siempre la fiesta a la altura, dando un mensaje coherente que se refleja en las letras y que generan siempre en los asistentes una respuesta movida, rápida, pero también alegre. Gritos contra la religión usada para manipular en Dios Tv y críticas bastante directas a las noticias falsas, a la globalización y la desigualdad en La perfección: todo está tan bien controlado / todo está tan bien legislado /  todo está tan bien etiquetado.

Le recomendamos: Florecitas roqueras: las mujeres protagonistas de Rock al Parque

Rock al Parque es un festival diverso, eso se volvió a mostrar en esta edición. El sábado se escucharon sonidos pesados en el que se destacan las presentaciones de Herejía y Death Angel. El domingo Sig Ragga, de Argentina, expuso una combinación de sonidos que iban por el reggae, el rock progresivo y el jazz. Una combinación experimental que es difícil al principio, pero que mientras transcurre la presentación los asistentes aceptan esa fusión colorida. También el cantante Elkin Róbinson, oriundo de Providencia  no se podía quedar atrás, porque brindó una mezcla interesante de los ritmos isleños, como el calypso y el soca, donde el sonido de la quijada de burro destacó, con un reggae jamaiquino.

Esa unión de varios ritmos logra que el parque se contagie de diferentes ambientes. Como cuando Salt Cathedral, la banda de los colombianos  radicados en Nueva York  Juliana Ronderos y Nicolás Posada, llenó el escenario Eco de una atmosfera en la que aparecen varios géneros pero siempre acompañados de la electrónica. Se trata de una banda independiente que pinta como una promesa en su campo.

Y en la plaza, una capa de ska, salsa y rock cubrió el escenario. Panteón Rococo, originarios de México, pusieron a bailar y a corear al público como si de alentar a un equipo de fútbol se tratara. Y los pogos no quedaron atrás, la banda animó al público a que dieran más y se formara uno que hiciera temblar el piso. Y así fue.

Y en el escenario Bio, una agrupación formada por estadounidenses y mexicanos, La Santa Cecilia, ofreció un recital que tuvo una gran recepción. La banda crea un mundo donde aparecen la cumbia, los mariachis, la bossa nova, los boleros y, por supuesto, el rock. Una banda que puede criticar, hablar de amor, y ser divertida. El oso Miguel Ramírez, percusionista, presentó el tema Nunca más como “una canción que escribimos como una reacción a la violencia que estamos viendo. Esta es una canción de resistencia”, terminada la frase, la ovación del público fue imperativa.

El artista de cierre siempre genera polémica y debate, además de que es un referente de peso para decidir qué tipo de festival fue este. Sin embargo, aunque existió un acompañamiento difícil de derrumbar por parte de los seguidores del festival, esta edición pasa sin pena, pero también sin gloria.