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Un viaje maravilloso

Dos historias de niños deambulando por Nueva York, una en 1927 y la otra en 1977, se entretejen con elegancia en la nueva película de Todd Haynes. ***½

Manuel Kalmanovitz G.
10 de marzo de 2018

Título original: Wonderstruck

País: Estados Unidos

Año: 2017

Director: Todd Haynes

Guion: Brian Selznick, a partir de su libro

Actores: Oakes Fegley, Michelle Williams, Julianne Moore

Duración: 116 min

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Hay una cita que se repite a lo largo de esta película elegante y cuidadosa: “Todos estamos en el lodo, pero algunos de nosotros miramos las estrellas”. Está al comienzo, mecanografiado en una tarjeta, y Ben (Oakes Fegley) le pregunta a su madre (Michelle Williams) sobre su significado, que ella se niega a hacer explícito.

Y aunque no lo hace en palabras, la cinta misma puede entenderse como un desarrollo de esas palabras: cómo es posible, a pesar de lo que tiene de doloroso y difícil la vida de los humanos, sacar tiempo y cabeza para constatar que estamos rodeados de maravillas.

Con una estructura compleja, el filme entrelaza las historias de dos niños sordos; Ben, que vive en Wisconsin en 1977, y Rose (Millicent Simmonds), que vive en Nueva Jersey en 1927, y que terminan, cada uno por su lado, recorriendo las calles de Nueva York en búsqueda de sus padres.

La idea de lo maravilloso en la película está relacionada sobre todo con el acto de coleccionar (su madre le dice a Ben que tiene en su cuarto “un verdadero museo”) y, en particular, con su expresión culmen en los museos que albergan toda clase de tesoros, cuidadosamente protegidos y aislados detrás de vidrios de seguridad, que permiten recorrer en un solo lugar, concentrada y medio abstractamente, la amplitud y diversidad del mundo.

Es curioso el énfasis temático que se le da a los museos acá porque el director Todd Haynes, una de las figuras claves del cine estadounidense actual, ha saltado en su obra sin orden aparente entre géneros y épocas, explorando sus posibilidades; y no es descabellado pensar en su obra como una cuidadosa colección de tiempos, estilos y lugares que analiza rigurosa y cuidadosamente antes de proponer sus versiones.

Así, ha pasado por el melodrama exquisito (Lejos del cielo y Carol), las biografías (No estoy ahí, basada en Bob Dylan) y el musical roquero (Velvet Goldmine); y ahora, con Un viaje maravilloso, ofrece su interpretación de las películas de aventuras infantiles y juveniles.

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La fortaleza de Un viaje maravilloso está en su estructura (que también está en la novela original de Brian Selznick), en la forma de entretejer los segmentos de 1927 (rodados en película blanco y negro y sin sonido ambiente) con los de 1977 (intentando emular las tonalidades ocres usuales en el cine estadounidense de la época), para mostrar que la temporalidad parece colapsar ante la experiencia de un niño, que constata su pequeñez en las calles de una ciudad multitudinaria, acorralado por rascacielos y gente indiferente.

Hay algo notable en la manera como Haynes va uniendo los dos momentos, potenciando los encuentros de cada niño y subrayándolos con la música de Carter Burwell, pero es un logro más intelectual que emocional. De nuevo la idea del museo es útil: es como ir a una sala llena de piezas que en su contexto original fueron poderosas y significativas, pero que, sacadas de allí y puestas en vitrinas unas al lado de otras, terminan despertando más admiración que magia.

CARTELERA

Apuesta maestra **½ El escritor de televisión Aaron Sorkin hace su debut como director con una cinta de gente competitiva y articulada en exceso.

Robo perfecto **Tipos musculosos y tatuados roban bancos, y otros tipos musculosos y tatuados los persiguen en este filme con testosterona de sobra.

De tal madre tal hija **Comedia comercial francesa sobre la relación entre una cincuentona irresponsable y embarazada con su hija treintañera también embarazada.

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Matar a Jesús ***En su segundo largometraje, la directora Laura Mora se inspira en una trágica historia personal para hacer el retrato de la relación entre una universitaria y un sicario.