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Bruce Mac Master, el presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI). | Foto: Archivo SEMANA

ENTREVISTA

La ANDI le lanza piropos y le pone peros a la reforma tributaria

Bruce Mac Master, presidente de la asociación, considera que la propuesta del Gobierno es seria y bien estructurada. Advierte que puede afectar el crecimiento y hace un llamado al Congreso para que saque un buen producto final.

31 de octubre de 2016

El Gobierno destapó sus cartas cuando radicó en el Congreso su esperada propuesta de reforma tributaria, que afecta a diversos sectores. Bruce Mac Master, presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), habló con Semana.com sobre sus impresiones acerca del proyecto.

Semana.com: Tal como quedó planteada, ¿la reforma es realmente estructural? ¿O estaremos con la necesidad de otra reforma a la vuelta de un par de años?

Bruce Mac Master: La reforma tributaria presentada por el Gobierno tiene características de una reforma estructural en la medida en que se trata de una propuesta seria y bien estructurada. Busca ampliar el número de contribuyentes, avanza en procedimientos para controlar la evasión, propone algunas medidas orientadas a simplificar la tributación para los pequeños contribuyentes y también plantea como uno de sus objetivos incentivar el empleo y la inversión.

Si bien se mantiene la estructura de los impuestos, sí se puede hablar de unos cambios profundos, en especial en el impuesto a la renta. Estos cambios se dan básicamente por tres aspectos. El primero de ellos, y más importante, es el control a la evasión con figuras que están a la vanguardia a nivel internacional como el régimen de entidades controladas del exterior (ECE), la planeación tributaria agresiva y el tema del beneficiario efectivo. Otro de los aspectos relevantes es la incorporación de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) en la determinación de la renta líquida gravable, sin embargo, aún se siguen haciendo algunas conciliaciones. Por último, queremos destacar los cambios profundos en la regulación de las Entidades Sin Ánimo de Lucro que contribuirá con un régimen tributario especial más eficiente.

En este tema conviene recordar que lo más importante es el producto final que resulte de las discusiones en el Congreso. Otro punto que tampoco podemos desconocer está en la necesidad de pensar en reformas estructurales a las finanzas públicas. El tema del gasto público debe estar en los primeros sitios de las prioridades nacionales.

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Semana.com: ¿Qué le gustó de la reforma como quedó radicada?

B. M.: Como mencioné, se considera positivo que se busque una reforma profunda que realmente aspire a modernizar nuestro sistema tributario; que se toquen temas que no se habían abordado en reformas anteriores, resulta positivo.

Vale la pena mencionar como favorables los siguientes aspectos: la posibilidad de deducir las inversiones en ciencia y tecnología y el IVA en bienes de capital; el mantenimiento del beneficio en los aportes a salud, SENA e ICBF; el endurecimiento en las condiciones para acceder al régimen simplificado y la eliminación definitiva del impuesto a la riqueza. En cuanto a los impuestos territoriales, también se realizaron algunas modificaciones positivas como por ejemplo, el formulario único de ICA, sin embargo, aún falta mucho camino por recorrer en esta materia para que se generen cambios realmente estructurales.

Semana.com: ¿Y qué no le gustó?

B. M.: De otro lado, el combinado de las tarifas corporativas e impuestos a inversionistas sigue estando muy alto, sobre todo si tenemos en cuenta que se pretende ampliar la base gravable al reducir las rentas exentas y que, en la tasa efectiva, es necesario incluir la tarifa acumulada de la empresa y los socios. Este sin duda es el mayor determinante en el momento de las decisiones de dónde invertir y con las tasas incluidas en el primer proyecto, estaríamos ahuyentando nuevas inversiones.

En el caso de las zonas francas, la propuesta incluye un aumento significativo en la tributación, lo que conduciría a un grave golpe en términos de estabilidad jurídica y tributaria para los más de 35 billones de pesos invertidos bajo esa modalidad. Igualmente, nos preocupa el incremento en la tarifa de renta presuntiva. Consideramos también que aún es pertinente solucionar los problemas que hacen que la prestación de servicios al exterior sea tan costosa, pues lo retenido en el extranjero no puede ser acreditado en Colombia.

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Semana.com: ¿Alguna otra observación?

B. M.: Tampoco es conveniente que en una reforma estructural se incluyan aspectos particulares directos e indirectos como el impuesto a las bebidas azucaradas, el impuesto a las emisiones de carbono, el impuesto a los cigarrillos y el impuesto a la gasolina, entre otros. Es totalmente inconsistente con el espíritu general de la reforma tratar mediante estos impuestos, regular temas que no se están trabajando desde la política pública misma.

En materia de procedimientos, resulta conveniente introducir mecanismos adicionales a la factura electrónica para controlar la evasión en IVA. Así mismo, nos preocupa la propuesta de ampliar el término para revisión de dos a tres años y cuando hay pérdidas, de ocho hasta 11 años, lo cual le restaría eficiencia al sistema.

Semana.com: ¿Cuál cree que va a ser el impacto en la economía?

B. M.: El impacto en la economía va a depender, por supuesto, del resultado final de la reforma después de su tránsito en el Congreso. Si el resultado final es una reforma estructural, como un sistema tributario más simple y amigable con la inversión y el crecimiento, es importante destacar como positivo que posiblemente mantendríamos nuestro grado de inversión.

Sin embargo, no se puede desconocer que una reforma tributaria que busca aumentar el recaudo en el corto plazo posiblemente afecte el crecimiento, algunos rubros de la inflación y el consumo de los hogares.

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Semana.com: ¿Considera justa la carga a las empresas?

B. M.: Con respecto a la carga sobre las empresas, resulta prudente revisar cuidadosamente todo el texto de la reforma, analizar bien el impacto de las modificaciones sobre la base gravable, y los cambios en las rentas exentas. Una vez se tenga este análisis, con las empresas trataremos de medir cuál será la nueva la tasa efectiva de tributación que incluye todos los impuestos que pagan las empresas, tanto nacionales como territoriales.

Como dije anteriormente, la tarifa corporativa continúa siendo alta, incluso una de las más altas de América Latina, lo que afecta la competitividad de las empresas. Sin tener en cuenta el período de transición (2017 y 2018), a partir del 2019 la tarifa de renta quedaría en el 32 %, pero habría que sumarle los dividendos, por lo que la tarifa combinada se aproximaría al 39 %, mientras en las normas actuales en ese momento sería del 34 %. Además, a la anterior carga tributaria se deben adicionar los impuestos territoriales y departamentales que también pagan las empresas, lo que aumentaría aún más la carga impositiva.

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Es importante reconocer que en el proyecto de la Reforma se incluyó un avance importante para las compañías, como es el hecho de que se permite que la retención en la fuente no se realice sobre los ingresos sino sobre las utilidades.

Semana.com: ¿Qué es lo más difícil que sobreviva el trámite en el Congreso?

B. M.: Lo más complejo de la reforma actual es que se trata de una reforma ambiciosa, que exige un estudio muy serio y donde tanto el país como los mercados financieros están a la expectativa de cuál será el resultado final.

A este contexto se suma un tiempo relativamente corto para la discusión. Hacemos un llamado al Congreso para que salga un buen producto final de esta iniciativa.