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Emilio Botín, presidente del Banco Santander, se opuso recientemente a la reactivación del impuesto al patrimonio en su país, al considerar que poco aportará a la crisis económica en España.

ESCÁNDALO

El Botín oculto

El presidente del Banco Santander, la primera institución financiera de la eurozona, es investigado tras descubrírsele una cuenta multimillonaria en Suiza, con la que estaría evadiendo impuestos en su país.

24 de septiembre de 2011

La vida de Emilio Botín, presidente del Grupo Banco Santander y una de las diez personas más ricas de España, no marcha con la calma habitual. Desde 2008, cuando una de las líneas del banco y empresas de su familia salieron afectadas por el escándalo de la pirámide de Bernard Madoff en Nueva York, la cadena de malas noticias sobre este español no ha dejado de crecer todos los días.

La semana pasada, The New York Times (NYT) le dio despliegue a una información que lo involucra a él y a otros 11 miembros de su familia como presuntos evasores de impuestos, situación que un calificado pool de abogados ha tratado de explicar, pero que aún no convence a las autoridades fiscales en España.

La historia empezó en mayo de 2010, cuando desde Francia se le notificó a la Agencia Tributaria española que 659 ciudadanos de ese país manejaban altísimos fondos en cuentas secretas del banco suizo HSBC Private Bank Suisse, y la familia Botín estaba incluida en el listado negro.

La defensa del banquero explicó que dicha cuenta, en la que se dice puede haber consignados unos 2.000 millones de euros, fue abierta por el padre de Botín hace casi medio siglo, y que en ningún caso ha sido usada para evadir el pago de sus obligaciones locales.

Una vez conocida la sindicación, y para evitar que las autoridades escarbaran más, Emilio Botín ordenó pagar de inmediato de 200 millones de euros por impuestos pendientes, con lo que logró que el hecho pasara casi inadvertido para los medios españoles.

Aunque fue una maniobra hábil, para un grupo de inspectores de fraude fiscal la cosa no estaba tan clara y por eso solicitaron que se revisara la documentación presentada y que se verificara si la cantidad cancelada se había quedado corta. En junio pasado, la Audiencia Nacional interpuso una denuncia contra Botín en la Fiscalía Anticorrupción, al considerar que se pudieron haber falsificado documentos para justificar algunas cifras y movimientos.

El NYT dice que la acusación contra Botín llega en medio de un debate que involucra a los ricos de Europa y de Estados Unidos, pues las autoridades económicas saben que una de las alternativas para enfrentar los problemas de iliquidez y deuda soberana es imponerles mayores cargas tributarias a quienes registran activos millonarios. Botín fue uno de los mayores críticos cuando se anunció hace pocos días la reactivación luego de tres años? del cobro del impuesto al patrimonio en España. "Me parece muy mala esa alternativa y no creo que aporte soluciones", les dijo a los periodistas cuando conoció la noticia.

Como si eso no fuera suficiente para quitarle la calma, la situación del Santander no marcha como antes, así siga siendo uno de los bancos más grandes de Europa y de mayor presencia en el resto del mundo. En lo corrido de este año, el valor de la acción ha caído casi 40 por ciento.

Ahora, con la investigación que se adelanta en su contra, lo que está en riesgo es su poder en la entidad financiera, donde Botín solo conserva el 2 por ciento de las acciones, aunque ha actuado como amo y señor desde hace 25 años.

Aunque las explicaciones no han sido contundentes ni se ha aclarado la cifra real que se maneja en dicha cuenta en el HSBC de Suiza, ni cómo se ha multiplicado ese dinero, la defensa de Botín dice que ha pagado lo justo en impuestos y que espera que el gobierno archive rápidamente el caso.

Tal vez con el paso de los días así sea y finalmente se le dé la razón. Por algo, el NYT advierte que Botín está blindado, pues los medios españoles no se quieren meter con quien les aporta la mayor parte de la pauta publicitaria y a la economía del país tampoco le conviene poner en la picota pública a un banco tan fuerte, mucho menos en plena crisis financiera.