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¿Qué le espera a la ETB?

La incertidumbre sobre el futuro de la empresa emblemática de Bogotá podría ocasionar que pierda cada vez más valor. ¿Qué pasa si no se vende esta joya de la corona del Distrito?

22 de julio de 2017

Desde mediados de julio, cuando un juez frenó la venta de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá (ETB), el precio de su acción en la Bolsa de Valores de Colombia (BVC) ha caído alrededor del 13 por ciento. Una pérdida de valor de más de 250.000 millones de pesos, dado que la capitalización bursátil (valor de mercado) a esa fecha superaba los 2,2 billones de pesos.

Esto muestra el profundo impacto que ha tenido en el mercado postergar las decisiones sobre el futuro de la compañía, en la cual el Distrito tiene el 86,4 por ciento. Esta incertidumbre ha costado aún más si se considera que la acción alcanzó niveles de 1.100 pesos en 2009 y que, por tanto, hubo momentos en que la compañía llegó a valer 4,1 billones de pesos.

Por esto, el debate no debería girar solo en torno a si la venta paraliza o no la financiación del plan de desarrollo de la administración Peñalosa, o cuántas obras se dejarán de financiar el próximo año. La pregunta que los bogotanos deberían haber respondido de tiempo atrás es si la ETB es o no un buen negocio. El punto de fondo es qué va a pasar con la empresa si no se toman decisiones definitivas.

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Al analizar el tema hay que tener en cuenta que, durante la última década, los ingresos de la ETB han permanecido casi estancados y la participación en su principal mercado, o sea Bogotá, ha caído drásticamente. En 2016, la ETB vendió alrededor de 1,5 billones de pesos, menos que en 2007, cuando esa cifra alcanzó 1,6 billones. Y entre 2010 y 2015, la empresa pasó de tener el 75 por ciento de la telefonía fija y el 50 por ciento de la banda ancha en la capital, a menos del 50 y 34 por ciento, respectivamente.

La compañía se encuentra en uno de los mercados más dinámicos donde la rápida evolución tecnológica hace que cada vez se requiera mayor músculo financiero e inversiones para competir.

La empresa pasó de tener el monopolio en telefonía fija a disputar su participación en nuevos negocios con grandes jugadores como las multinacionales América Móvil (Claro), Telefónica (Movistar), Millicon (TigoUNE) y DirecTV (propiedad de AT&T), entre otros, que han tenido notables crecimientos en sus ingresos y han hecho millonarias inversiones para ganar participación en un mercado que demanda convergencia. Esto es, servicios de telefonía móvil con voz y plan de datos, internet de alta velocidad y televisión de alta definición por suscripción.

Precisamente para intentar ponerse en condiciones de competir, la administración de Gustavo Petro hizo una gran apuesta al realizar un ambicioso plan de inversiones de fibra óptica, televisión interactiva digital y móvil que costó 2,3 billones de pesos. Los opositores de la venta consideran que este es hoy uno de sus principales activos estratégicos. “La ETB acaba de invertir cerca de un billón de pesos en fibra óptica, con la que cubre o pasa por el 75 por ciento de los hogares, y con la adquisición de frecuencias 4G mejoró su infraestructura y capacidad para competir. Por tanto, vender la compañía equivaldría a regalar dicha inversión”, afirma Eduardo Noriega, ex secretario general de la Alcaldía de Bogotá y exmiembro de la Junta Directiva de la ETB.

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No obstante, expertos como Pablo Márquez, exdirector de la CRC, consideran que si bien se hicieron las inversiones en fibra, esto no se ha podido traducir en nuevos clientes dadas las ineficiencias en costos. Para muchos hacer rentable dicha inversión requerirá que la compañía y el Distrito sigan inyectando plata sin claridad sobre el futuro. Como dice un analista del sector, uno no cablea Bogotá y sale luego a ver si puede vender algo. “Eso fue totalmente irresponsable e improvisado”.

Las grandes inversiones no tuvieron los resultados comerciales esperados. Mientras el objetivo de la administración de Petro era conseguir alrededor de 900.000 clientes y aumentar la facturación en 1,1 billones de pesos, solo consiguieron 108.000 clientes y 74.000 millones en nuevos ingresos. Mientras la facturación no creció, los costos e inversiones si aumentaron, lo que redujo la rentabilidad y la caja de la empresa. Los márgenes de ebitda pasaron de niveles de 53 por ciento de los ingresos al 28 por ciento, y los flujos operativos se tornaron negativos.

La nueva administración, a cargo de Jorge Castellanos, decidió reorientar las inversiones hacia vincular nuevos clientes y mejorar el servicio, al tiempo que comenzó una fuerte reducción en su plan de gastos. Pero para lograr una expansión más rápida y pasar de tener fibra a tener clientes la compañía requeriría, nuevamente, grandes inversiones. La fibra pasa por la cuadra de 1,4 millones de hogares, de los cuales hay realmente conectados 245.000.

Pero dado que alrededor de 700.000 hogares son conectables, el potencial es llegar a medio millón de hogares. No obstante, en este último tramo se requieren las mayores inversiones, pues no solo se necesitarían grandes esfuerzos en materia de mercadeo y publicidad, planes y descuentos, sino mayores costos en instalaciones, routers y módems. Se estima que la inversión requerida para hacer esto podría estar entre 2 y 3 billones de pesos adicionales.

Claramente se trata de cuantiosos recursos con los que la ETB no cuenta, dado que las inversiones hechas durante la administración pasada agotaron las fuentes de financiación: la compañía no solo se endeudó y vendió activos claves, sino que usó la liquidez acumulada.

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Por todo esto, muchos expertos insisten en que la compañía requiere recursos frescos que el Distrito no está en capacidad de ofrecer y hablan de la necesidad de buscar un socio estratégico para mantener su valor. “La empresa necesita un nuevo aire para sobrevivir hacia el futuro, que no puede dárselo sino un operador privado, que se encuentre al día en tecnología y pueda aprovechar su infraestructura”, afirmó el economista Carlos Caballero Argáez en una reciente columna.

Sin embargo, sería difícil que un nuevo socio llegue sin exigir el control. Esto ocurrió en casos como la misma Telefónica o Millicon. No obstante, muchos critican que la Nación o los gobiernos locales sean socios de este tipo de compañías.

Además, ante la necesidad constante de recursos que requiere este negocio, sería difícil que la participación de la entidad pública no terminara por diluirse. De hecho, el gobierno tuvo que capitalizar recientemente a Telefónica-Movistar donde es socio, cosa que muchos critican. Lo ideal sería que llegara un nuevo jugador que le imprimiera mayor competencia al sector.

Para algunos, detrás de la controversia sobre la venta de la ETB parecería estar el interés por la revocatoria del mandato del alcalde Peñalosa y el enfrentamiento con Petro, algo totalmente inconveniente para la ciudad y la empresa. Porque el debate sobre si el Distrito Capital debería estar en un negocio tan exigente como el de las telecomunicaciones debería ser totalmente técnico y desprovisto de cualquier interés político. Por ahora el Distrito apeló la decisión que frena la venta, pero nadie sabe cuánto podría tardar una nueva decisión. Por ahora, lo único cierto es que mientras más tiempo pase, más se afectará el valor de la compañía.