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Colombia tiene capacidad de ampliar la frontera agrícola y de sembrar materia prima para producir biocombustibles

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La gran apuesta

Colombia se la jugará por los biocombustibles. El gobierno asegura que no se maltratarán selvas y bosques y que no se reducirá la tierra para los alimentos. ¿Será posible?

26 de julio de 2008

Mientras en el mundo se discute si la humanidad está entrando en una zona peligrosa en materia alimentaria al estimular los biocombustibles, Colombia decidió acelerar la producción de etanol y biodiesel, haciendo caso omiso de quienes la ven como una apuesta demasiado riesgosa.

El gobierno está convencido de que Colombia tiene grandes posibilidades para producir combustibles alternativos sin dañar el medio ambiente y sin afectar la seguridad alimentaria de los colombianos, que es la gran preocupación de muchos.

Los biocombustibles son una estrategia de prioridad nacional. El gobierno no sólo está fomentando, con estímulos tributarios, las inversiones en nuevas plantas de etanol y biodiesel, sino que acelerará el cronograma que obliga a mezclar la gasolina y el diesel con el alcohol carburante y con el biodiesel. La meta es que, en cuatro años, las estaciones de gasolina en todo el territorio nacional puedan ofrecer a los colombianos la alternativa de comprar combustibles con el porcentaje de mezcla que consideren conveniente, según el precio.

En un decreto que está próximo a ser expedido por el Ministerio de Minas se determinará que para el año 2012 todos los vehículos que se produzcan en Colombia o se importen deberán tener la flexibilidad para una mezcla mínima del 20 por ciento de etanol o biodiesel.

En los próximos 10 años, el país espera tener desarrolladas tres millones de hectáreas en cultivos para la producción de etanol y biodiesel. Actualmente hay poco más de 100.000 hectáreas que permitirán, antes de finalizar este año, llegar a dos millones de litros al día de biocombustibles, provenientes de caña de azúcar y palma africana.

¿Y la comida qué? Las cifras muestran que si se hace bien la tarea, no tiene que reñir una cosa con la otra. Hay que reconocer que, como pocos países, Colombia tiene área disponible para sembrar alimentos, tanto para el consumo humano como para la producción de biocombustibles y, al mismo tiempo, conservar los bosques y las selvas.

Un caso ilustrativo es el azúcar. Según Luis Fernando Londoño, presidente de Asocaña, agremiación que aglutina los cinco ingenios azucareros (Incauca, Providencia, Manuelita, Mayagüez y Risaralda) asentados en Cauca, Valle y Risaralda, donde se producen 1.050.000 litros diarios de etanol, hay campo para todos. En la industria azucarera se usan 38.000 hectáreas sembradas con caña de azúcar, de las 177.000 disponibles. "En todo el país se producen 1.600.000 toneladas de azúcar para el mercado interno y otras 750.000 toneladas de exportación. La producción de etanol sólo afecta 350.000 toneladas de exportación y aún podemos reemplazarla las restantes, ya que es más rentable usar la caña para la producción de biocombustibles que venderla a otros países", explicó a SEMANA.

El país tiene 42 millones de hectáreas subutilizadas en ganadería extensiva, las cuales tienen la potencialidad de producir materias primas como palma, higuerilla, yuca, madera, caña de azúcar, entre otras que usarían para los combustibles alternativos.

Quién lo creyera: Colombia tiene 22 millones de hectáreas de tierra apta para agricultura, pero sólo se utilizan cerca de 4,8 millones. Como quien dice, hay alrededor de 17 millones de hectáreas que se están desaprovechando. Hay 57,7 millones de hectáreas en bosques naturales, pero habría capacidad para aumentar las áreas protegidas a 66,8 millones.

Según los estudios del Ministerio de Agricultura, se podría utilizar en cultivos para biocombustibles 3,8 millones de hectáreas en caña y 3,5 millones de hectáreas para palma de aceite. Un censo del Ministerio identificó 69 predios que suman 200.541 hectáreas con extensiones que van desde 100 hasta 47.000 hectáreas y que en su mayoría son aptos para la palma de aceite, especies forestales y caucho. La idea del gobierno es que haya inversionistas que se interesen en armar proyectos en estas áreas.

Al mismo tiempo, el gobierno les está exigiendo a las plantas de biocombustibles obtener certificación de que no amenazan el bosque ni la seguridad alimentaria. El ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, dijo que en un proyecto de ley que se tramitará en el Congreso habrá un artículo que prohibirá que se desplace tierra cultivada para alimentos, para abrirles campo a materias primas necesarias para biocombustibles.

Esto busca despejar la preocupación que hay por la seguridad alimentaria. Los precios de los alimentos se han disparado en Colombia y en el mundo. Las causas son varias. Entre ellas, el mayor consumo de países como China e India, el alza de los fertilizantes, la disminución de la oferta por desastres naturales y el calentamiento global y, por supuesto, la desviación hacia la producción de combustibles en algunos países donde ya no hay capacidad para sembrar más.

En ese escenario, muchos se preguntan si Colombia realmente podrá evitar la deforestación de bosques, la afectación del hábitat de vida silvestre, el uso de agua escasa y la reducción de tierra disponible para la producción de alimentos de consumo humano. Para hacerle frente a ello, y como la intención es llegar a ser un país exportador de biocombustibles, el gobierno planea desarrollar una certificación o sello de producción con criterios ambientales y sociales. Las cuentas de los expertos indican que Colombia para el etanol es muy competitiva en el nivel internacional, lo que abre grandes oportunidades para exportar.

Ahora bien, el gobierno no cree que se presenten problemas de autoabastecimiento, por el estímulo que se les viene dando a los biocombustibles. Sin embargo, algunos gremios de la producción creen que el país no está blindado completamente en esta materia. Napoléon Viveros, presidente de la Federación Nacional de Cerealeros (Fenalce), afirma que la situación en el mediano y el largo plazo es preocupante, especialmente en productos como maíz y trigo. Colombia es el cuarto comprador de maíz de Estados Unidos y el noveno de trigo en el mundo. Si se llegara a presentar un problema de oferta en esos países donde Colombia se abastece, sin duda, acá se sentirá. Según el Ministro de Agricultura, hay un plan de precios para estimular la siembra de maíz que está comenzando a dar los primeros frutos.

No hay duda de que ha llegado la hora de sembrar. Para producir materia prima para los biocombustibles y para alimentar a los colombianos. El país tiene, por fortuna, tierra suficiente. Y si se hacen bien las cosas, Colombia podría demostrar que en lugar de representar una amenaza para la seguridad alimentaria, los biocombustibles constituyen una oportunidad para generar empleo en el campo, para mejorar las condiciones de vida de la población rural del país y para expandir la frontera agrícola. Y la apuesta que a algunos les parece tan riesgosa, por fin, podría dejar ganando a Colombia.