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Socio sin plata

Las empresas colombianas comienzan a sentir la crisis económica que sacude a Venezuela, un mercado que se había convertido en la tabla de salvación de muchos industriales.

6 de mayo de 2002

La delicada situacion economica por la que atraviesa actualmente Venezuela —además de la devaluación de su moneda— es un tema que desvela a los inversionistas y exportadores colombianos, quienes ven con preocupación cómo se han empezado a mermar sus ventas hacia el país vecino.El mercado venezolano, que había sido en los últimos años la tabla de salvación de muchos empresarios nacionales, ha comenzado a enfriarse y los productos colombianos a perder terreno. Las perspectivas no son nada halagüeñas. La devaluación del bolívar, además de encarecer el precio de los productos extranjeros, ha provocado un aumento en la inflación interna de Venezuela, lo que ha disminuido el poder de compra de sus habitantes. En otras palabras, los venezolanos son hoy más pobres que lo que eran hace dos meses, cuando se eliminó el sistema de banda cambiaria y se dejó que el dólar flotara libremente. Los analistas proyectan un crecimiento económico de cero por ciento este año, acompañado de una inflación de entre 30 y 35 por ciento. Las tasas de interés que exige el sistema financiero venezolano están por las nubes —promedian un 66 por ciento— lo cual dificulta la consecución de créditos. Los venezolanos enfrentan nuevamente la amenaza de una recesión, después de la del año 99, cuando el PIB retrocedió 6,1 por ciento. Llevan del bulto Los empresarios nacionales que primero han sentido el impacto de la crisis venezolana han sido los de los sectores automotor, alimentos, maquinaria pesada, textiles y confecciones. Durante el mes de abril los pedidos a las ensambladoras de carros del país cayeron en casi un ciento por ciento “Se podría decir que la demanda bajó a cero”, asegura el presidente de Sofasa, Luis Fernando Peláez. Además del efecto tasa de cambio —que hace unos meses era una de las grandes ventajas de las ensambladoras colombianas y que ahora se ha devuelto en su contra— el bajón en las ventas de vehículos se debe a que los venezolanos ya no tienen plata. De acuerdo con el Banco Central de Venezuela la devaluación del bolívar ha disparado el precio de los vehículos en 25,3 por ciento en el primer trimestre del año. Después de vender 219.000 carros en 2001, cifra récord en los últimos 18 años, la industria automotriz del vecino país comienza a contraerse. “El mercado venezolano solía ser de 20.000 unidades mensuales. Con la devaluación descendió a 12.000. Después de la caída de Chávez, y su posterior vuelta al poder, cayó estrepitosamente a 6.000 unidades por mes”, señala Peláez, de Sofasa, empresa que el año pasado exportó a Venezuela 14.500 unidades entre vehículos Renault y Toyota, que le representaron el 44 por ciento de sus ingresos totales. La decisión del gobierno de Chávez de defender la estabilidad del bolívar ha puesto las tasas de interés para este tipo de crédito en alrededor del 45 por ciento, reduciéndose notoriamente la demanda de automóviles. Los préstamos para vehículos han caído 12 por ciento después de un vigoroso incremento de 17 por ciento en 2001. Otras empresas colombianas, de industrias distintas a la automotriz, también han empezado a sentir el frenazo de la economía vecina. Es el caso de las compañías del sector de alimentos. “Al cierre de abril las exportaciones a Venezuela crecieron 4 por ciento en dólares. En 2001 crecían a tasas superiores a 50 por ciento”, asegura el presidente de la Compañía Nacional de Chocolates, Carlos Enrique Piedrahita. Este renglón de la economía suele ser uno de los más sensibles cuando se producen incrementos en los precios. Según cálculos de la Asociación Nacional de Supermercados de Venezuela se estima que en los próximos meses el consumo de alimentos caerá 5 por ciento. Ya a comienzos de abril los supermercados habían reportado una caída en su facturación de 4 por ciento. Empresas exportadoras de dulces, galletas, golosinas, e incluso aceites, tendrían que revisar si bajo las actuales condiciones el mercado venezolano sigue siendo atractivo. La industria de textiles y confecciones tampoco ha sido ajena a la crisis. Las ventas de este sector —que representan el 10,9 por ciento de las exportaciones colombianas a Venezuela— se han visto afectadas tanto por la contracción económica como por las restricciones impuestas por el presidente Hugo Chávez a finales del año pasado. Las ventas de Coltejer a Venezuela, por ejemplo, han caído en 35 por ciento respecto al primer trimestre del año pasado. Panorama complicado Aunque la depreciación del bolívar afecta los productos colombianos en el corto plazo no altera su competitividad en el mediano plazo. Lo que se pierde por la devaluación de la moneda se gana con la inflación que se produzca internamente en Venezuela. “Hay que poner las cosas en perspectiva. Si la tasa de cambio se deprecia y el aumento en los precios de los productos compensa un 60 por ciento de la devaluación, como ha ocurrido históricamente, el efecto sobre las exportaciones sería limitado”, afirma Carlos Enrique Piedrahita. Para la mayoría de empresarios el problema no será tanto vender sino más bien cobrar. La cartera que tienen muchas empresas colombianas en Venezuela es considerable, y ahora se verá afectada por la devaluación que corra desde el momento en que se expide la factura hasta el momento en que se efectúe el pago. Según Bancoldex, la cartera de los exportadores colombianos suele ser de 30, 60 y 90 días, sin ningún tipo de cartas de crédito o compromisos de pago incorporado. El otro frente de incertidumbre para los negocios en Venezuela es el panorama político. El reciente episodio de Chávez demostró lo deterioradas que están las relaciones con casi todos los grupos empresariales del país vecino. Esto ha provocado una inmensa fuga de capitales, que ha sido contrarrestada en buena parte por una restrictiva política monetaria con altas tasas de interés. De manera que los exportadores colombianos tienen por estos días suficientes razones para preocuparse. En los últimos 10 años el comercio bilateral con Venezuela se ha multiplicado por cinco, hasta tal punto que hoy es el segundo mercado más importante para Colombia (y viceversa). El país vecino ya no es para los colombianos un mercado de coyuntura sino uno de largo plazo, en el cual están fincadas grandes posibilidades de creación de empleo y riqueza para los ciudadanos de los dos países.