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La incertidumbre sigue siendo la marca de la economía global. Estos son los hechos que más afectarían a Colombia
La agenda global, que puede repercutir en las cuentas de los inversionistas, pasa hoy por un escenario aún incierto debido a las amenazas de recesión de los motores de la economía, las decisiones de la Reserva Federal en materia de tasas y el impacto de los conflictos.
Todavía no se ha despejado el panorama en la economía global: no está claro qué pasará con los motores fundamentales en su dinámica, como Estados Unidos y China, y si las amenazas de recesión, que aún no se han disipado, pueden consolidarse.
Tampoco es evidente el impacto de las tensiones globales y cómo los conflictos entre Rusia y Ucrania, que ya cumplió dos años, y el de Oriente Medio entre Israel y Hamás afectarán el ritmo de la economía y presionarían los precios de los commodities, amenazando la inflación.
Las perspectivas del Banco Mundial plantean que, si bien la economía en el planeta se encuentra en mejor situación que hace un año, pues el riesgo de una recesión generalizada ha disminuido en gran medida debido a la fortaleza de la economía estadounidense, las crecientes presiones geopolíticas podrían crear nuevos peligros a corto plazo para la economía mundial.
Las perspectivas a mediano plazo se han oscurecido en medio de una desaceleración del crecimiento en la mayoría de las principales economías, un comercio global lento y las condiciones financieras más estrictas en décadas.
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En ese contexto, se prevé que el crecimiento mundial se desacelerará por tercer año consecutivo: del 2,6 % el año pasado al 2,4 % en 2024, según el Banco Mundial. De acuerdo con esta entidad, a medida que el planeta se acerca a la mitad de lo que se suponía sería una década transformadora para el desarrollo, la economía global se apresta a sumar un lamentable récord para fines de 2024: el lustro de crecimiento del PIB más lento en 30 años, según su reciente informe de Perspectivas económicas mundiales.
Para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los acontecimientos globales impactaron América Latina y el Caribe. La región repuntó tras la pandemia y en 2023 las expectativas fueron mejorando: de un crecimiento proyectado en enero de 1,1 %, se incrementó hasta 2,1, impulsado por Brasil, México, Centroamérica y el Caribe. En los países andinos, las perspectivas de crecimiento se deterioraron a lo largo del año por la incertidumbre política y los efectos del fenómeno de El Niño, mientras que en el sur del continente las recesiones en Argentina y Chile dominaron el panorama.
Sin embargo, ante la incertidumbre y los shocks que puedan tener economías como Estados Unidos y China, hay nuevas situaciones que plantean entidades como el BID.
En uno de sus más recientes informes, se proyecta –en un escenario– una disminución a 1,3 % del crecimiento de Estados Unidos en 2024, mientras la inflación cede y termina cercana a 2,7 %. Al mismo tiempo, el BID plantea para América Latina y el Caribe un crecimiento de 1,6 % para este año. Un menor crecimiento global, altas tasas de interés –al menos en el primer semestre–, niveles de deuda también altos, consolidaciones fiscales progresivas y estabilidad en los precios de los commodities son factores que influyen en el crecimiento modesto de la región, dice el BID.
Y el análisis va más allá y plantea: ¿qué pasaría para América Latina y el Caribe si Estados Unidos llega a caer en recesión hacia finales del año, las presiones inflacionarias restringen la acción de la Reserva Federal y China crece menos de 4,5 % en 2024? De acuerdo con el documento, esta situación “podría provocar una recesión en América Latina y el Caribe a partir del primer trimestre de 2025 y hasta el tercer trimestre del mismo año”. Agrega que la región recuperaría tasas de crecimiento positivas a finales de 2025 y convergería lentamente hacia un crecimiento a largo plazo del 2 % en 2028. El mayor impacto lo recibirían las economías de gran parte de los países de Suramérica, seguidas por México y Brasil.
El otro frente de atención está relacionado con las acciones que tome la Reserva Federal de Estados Unidos en materia de tasas de interés, pues se convierten en un referente para los bancos centrales en el mundo y en uno de los puntos de inflexión de inversionistas.
De acuerdo con un análisis del Diario Financiero, de Chile, los futuros de las tasas muestran una caída en la probabilidad de un recorte de 25 puntos base tanto para la reunión de junio como la de julio. Una inflación más persistente, impulsada sobre todo por el alza de precios en servicios (seguros para autos, transporte, alquileres y salud, principalmente), obligaría a la Reserva Federal a postergar el primer recorte de tasas, quizás a inicios del segundo semestre.
Esto obedecería al convencimiento de que, ya sea en junio o septiembre, la FED recortará tasas de interés este año y de que el Banco Central Europeo lo haría incluso antes.
En medio de ese escenario, el apetito por el riesgo empieza a crecer en el mundo y se refleja en dos tipos de activos que en las últimas semanas han protagonizado la escena: la valorización del bitcóin, cuyo precio ya supera los 73.000 dólares, y de las acciones de empresas, como la fabricante de procesadores informáticos y tarjetas gráficas estadounidense Nvidia, cuya acción en lo que va del año ha crecido 90,82 %.
Finalmente, la mayor expectativa se concentra en las tensiones geopolíticas y en el desarrollo de los conflictos entre Rusia y Ucrania e Israel y Hamás. La gran preocupación es si llegan a escalar y participan otros países y potencias mundiales, y si se generan nuevos focos bélicos, como China y Taiwán.
En ese contexto, hay incertidumbre sobre el rumbo que puedan tomar los precios de los productos básicos, en especial el petróleo y los energéticos, en una región de grandes productores.
Según el Banco Mundial, hasta el momento los efectos en los mercados globales de productos básicos han sido limitados. “Desde que estalló el conflicto, los precios generales del petróleo han aumentado alrededor de un 6 %. Los precios de los productos básicos agrícolas, la mayoría de los metales y otros productos básicos apenas se han movido”, dice la entidad.
Si los conflictos se intensifican, según el Banco Mundial, surgirían diferentes escenarios. Los efectos dependerían del grado de interrupción del suministro de petróleo. En un escenario de “poca interrupción”, el precio del barril de petróleo aumentaría inicialmente entre 3 y 13 % y podría costar entre 93 y 102 dólares, señala el estudio. En el de “interrupción media”, el incremento sería entre 21 y 35 %, llevando el precio a oscilar entre 109 y 121 dólares. Y en el de “interrupción considerable”, el valor alcanzaría cifras superiores a los 140 dólares.
Otros consideran que en conflictos como el de la Franja de Gaza, si se suman directamente países como Estados Unidos e Irán, habría una recesión global. De acuerdo con Bloomberg Economics, si eso ocurre, se perdería casi un billón de dólares del PIB mundial, provocando una recesión global y la posibilidad de que los precios del petróleo alcancen los 150 dólares o más.