| Foto: Julia Alegre

DROGAS

Hip hop, entre la escuela y la vida

Las cifras de consumo de drogas en adolescentes se han duplicado en los últimos años. Iniciativas como ‘Hip Hop al patio’ consiguen rebajar estos números..

Luisa Serrato Rey Especial para Semana Educación*
22 de octubre de 2016

Según cifras del Observatorio de Drogas de Colombia, en el último año se registraron 103 casos de niños de entre 7 y 8 años que consumen algún tipo de sustancia psicoactiva. Sin embargo, la franja de edad que más “adictos” menores registra es la de los 13 años, con 430.

En agosto del 2015 saltaron todas las alarmas cuando se reportó la muerte de un estudiante de 14 años, y la intoxicación de 21 estudiantes más, en el colegio Marco Fidel Suárez en Bogotá. Habían inhalado una mezcla de poper, bazuco y dick. 

La situación actual del consumo de drogas es alarmante y hacen necesario dirigir la atención no sólo al consumo interno de sustancias psicoactivas dentro de los colegios sino también a su obtención y distribución.  

La escuela

Esta era la situación frecuente del Colegio Federico García Lorca, ubicado en la localidad capitalina de Usme. Una institución pública que, como otras, enfrentaba diariamente riñas, robos y consumo. Y, lo que es más grave: la indiferencia de los estudiantes que distribuían la droga ante las repercusiones de sus actos.

En una ocasión, los docentes del colegio atraparon a un estudiante en el momento en que le vendía a otros compañeros. Pero no le importó. Según él no podían hacerle nada. “Cuando lo encontraron vendiendo dijo que no le importaba, que si quería llamáramos a la policía, que la banda con la que él trabajaba lo sacaba de la cárcel, que ya lo había sacado antes y lo podían volver a hacer.”, contaron fuentes de la comunidad educativa que prefirieron que sus nombres no salieses a la luz. 

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A pesar de que el distrito cuenta con un sistema de alertas tempranas para reducir el impacto de las drogas, los docentes consultados indican que no logra abarcar todas las instituciones. Las capacitaciones y charlas que emplea la Secretaría de Educación de Bogotá como método de concientización tampoco son suficientes.

José Luis Pérez (conocido en la comunidad del hip hop como ‘Cerbero Nativo’), de 32 años, es profesor del Federico García Lorca, al que llegó para ejercer en agosto de 2015. “Yo ingresé después del paro que hubo el año pasado. Los estudiantes llevaban mucho tiempo sin clase y no había profesores. Fue un momento muy complejo. Me dediqué entonces a conocer, observar y pensar qué podía hacer yo para ayudar”.

Su inquietud le llevó a crear el proyecto ‘Hip Hop al patio’, con el que busca sacar a los estudiantes del mundo de las drogas por medio de este movimiento cultural. “Llegué con la idea de hacer talleres de hip hop. Eran simples, no tuvieron ningún impacto, y ahí me di cuenta que necesitaba ir más allá”.

La vida

“Empecé a ser parte del proyecto porque a mí me gusta mucho el rap. Me mantenía con mis audífonos puestos, cantando, improvisando, me gusta mucho, casi no prestaba atención y una vez, el profesor José Luis me dijo que iba a hacer una convocatoria de rap, que si me gustaría estar en ella. Yo le dije que sí y me dijo que empezábamos ese mismo día en el descanso”, explica Wilson, estudiante de noveno grado, que ya no se involucra con compañeros de clase que consumen o distribuyen, ni se junta con los que le increpan por hacer lo que más le gusta hacer en el mundo: cantar.

“Yo era un muchacho un poco complicado, pero este proyecto me fue cambiando la manera en que pensaba, en que veía la vida, dejé las mañas de irme pa’ la calle prefería coger un libro y empezar a improvisar con lo que leía”, señala con convicción y orgullo.

El proyecto

José Luis empezó este año con un par de clases en los descansos, hablando a los jóvenes de rap, historia, letras. Sin embargo, no logró obtener la atención que esperaba de los estudiantes: pocos atendían sus taller.

Para el día del idioma, se le ocurrió hacer un concurso de improvisación de rap y otro de break dance y comenzó a adueñarse de las horas de recreo con esta combinación de música y baile.

“Les di a dos libros a cada estudiante sobre Poesía colombiana. Les dije: lean lo que quieran leerse de ahí, escojan un poema que les llame la atención, adáptenlo y formen un rap. Lo que se logra con estas iniciativas es que los estudiantes no sólo se mantenga leyendo, sino que también llegan a conceptos como la rítmica y la métrica, y entender que el rap también es poesía.

El rector de la institución, Marcos Salamanca, ya había sugerido que se hiciera algún tipo de actividad en los descansos que mantuviera a los estudiantes ocupados: el consumo de sustancias se disparaba en esas horas.

Con el apoyo de la directiva, ‘Hip Hop al patio’ logró poco a poco convocar cada vez a más estudiantes: unos sobre el “escenario”, los demás como espectadores.

“Acepté y apoyé la realización del proyecto porque creo que los jóvenes deben tener otra salida que no sea necesariamente la académica, es decir la academia es importante pero la parte artística y de expresión de los muchachos compromete más porque es resultado de su propia construcción”, señala Salamanca.   

La iniciativa impactó directamente en el consumo, que comenzó a disminuir. No hay estadísticas que lo avalen, pero los cambios en el ambiente escolar empezaron a hacerse palpables. Por ejemplo, el olor a marihuana ya no impregnaba los baños. Era el lugar preferido por los que consumían a escondidas.

José Luis busca ahora crear una escuela formal de hip hop en el colegio, un espacio para transmitirle a los muchachos todo el conocimiento que ha adquirido a través de las letras y la música. “Escuelas de este tipo en Bogotá hay muchas, pero escuelas que tengan un fundamento epistemológico, teórico y pedagógico creo que hay una o dos, y eso es lo que yo quiero hacer y combinarlo con la literatura”, comenta con entusiasmo.

La gran apuesta, asegura, es pelearle los niños a las bandas que los inician en las drogas y hacerlo a través del hip hop. Ese es su gran sueño.

*Periodista @Luisa_Rey