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Uno de los momentos más álgidos de 'Barrio Malevo'. Foto: Cortesía Quinta Picota

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“Barrio Malevo”: todo el tango cabe en una taberna

La Factoría L’explose le abrió sus puertas a la nueva obra de la compañía Quinta Picota. Con mucho humor negro y tango cantado a grito herido, la obra se pregunta por las muchas violencias que atraviesan a la memoria.

Sergio Rosas Romero
16 de agosto de 2019

En una de las primeras escenas, solamente se escucha un coro de voces que canta un tango. Las luces están apagadas y el alto escenario de la Factoría L’explose se va llenando con esa cadencia, con ese viejo dolor que el tango guarda como si fuera una cápsula del tiempo. Los personajes son muchos: casi 10 actores en escena caminan lentamente mientras cantan hasta que desaparecen. Luego, la siguiente escena le presenta al público ese escenario que a lo largo de casi hora y media de función se verá colmado de gritos, risas y disparos. 

Así comienza “Barrio Malevo”, la más reciente producción de la compañía colombiana Quinta Picota. Dirigida por Iván Carvajal y con la dramaturgia de Verónica Ochoa, la obra es una demostración de buen baile y una narración bien estructurada y representada. Claramente, la actuación y el baile no se quedan atrás en la interpretación del elenco que integran Carlos Ramírez, Angélica Martín, Héctor García, Andrés Estrada, Natalia Ramírez, Alexis Rojas, Diana Alfonso, Tomás Jaramillo y Julián Mora.

Precisamente, los personajes (el entumecido dueño del negocio; una aguerrida e insolente copera; un profesor de psicoanálisis con tendencias suicidas; un cínico empresario; una tanguera metalera, entre otros) se divierten y enfrentan en un solo escenario: una taberna de mala muerte en una ciudad que perfectamente podría ser la Medellín de los años 80 o 90. 

Más que amigos, el público asiste a una reunión entre adictos al tango. Sus referencias, sus preguntas o respuestas las sacan de ese género argentino, que en algunas zonas de Colombia echó hondas raíces. El hecho de estar reunidos en un mismo espacio, celebrando un cumpleaños más de Gardel o contando una historia que ya se ha contado mil veces, se ve eventualmente interrumpido por dos cuestiones transversales a la obra: la escritura y la violencia. 

Tal como cuenta Iván Carvajal, la obra es el resultado de muchos años de darle vueltas a una misma idea: contar las experiencias en torno al tango que tuvo Carlos Ramírez, uno de los actores en escena y bailarín de la Factoría desde hace tiempo. En ese sentido, la obra nació de la memoria para luego volverse escritura y solamente después ser representada. A partir de los recuerdos de Ramírez y de los aportes del resto del equipo de Quinta Picota, Verónica Ochoa ensambló las piezas y dejó escrita una primera versión de la obra que luego se fue complementando con la actuación. 

Precisamente, la obra juega con la memoria y la escritura. Uno de los personajes es la “dramaturga”, una mujer que en la taberna, en medio de esos “malevos”, se pone a escribir erráticamente, mientras se toma un aguardiente o se divierte en la pista de baile. Ella, una especie de demiurga contemporánea, le cuenta al público quién es quién en esa taberna devota a un solo dios: Carlos Gardel

La figura de Gardel no solamente conecta a todos los personajes sino que deja que cada uno se conecte con la leyenda a su manera. Julio, uno de los personajes más explosivos, encuentra en Gardel la figura de un hombre que no se dejaba retar, capaz de irse a los tiros si alguien se le enfrentaba. Otros, como Humberto, el profesor de psicoanálisis, ve a un hombre pulcro y elegante al vestir, con una tristeza interna parecida a la suya. Los imaginarios difieren entre sí, pero todos sienten a Gardel más cercano por una razón geográfica: la leyenda murió en Medellín, esa misma que se desgarra entre sangre y balas. 

La violencia a la escena entra fugaz y campante. No solamente por los asesinatos repentinos a manos de sicarios de poca monta (la resignación que proyectan los cuerpos de los actores arrastrando los cadáveres es de aplaudir), sino en muestras recurrentes de machismo, codicia y cinismo. El hombre elegante que le echa un piropo a la copera, es el mismo que en su juventud propició el asesinato bando político opositor. 

Tal como recuerda Iván, hacer esta obra para todos los de Quinta Picota es realmente importante por la envergadura estética y narrativa del proyecto, como por hacerlo en el año en que cumplen una década de trabajo teatral. 

Justamente, hacerlo en la Factoría también entraña varias alegrías. No solamente por alcanzar el nivel de calidad de un espacio que ya es un referente de la danza y el baile en las artes escénicas en Colombia, también por hacer realidad “Barrio Malevo” entre amigos que también le han apostado todo al teatro. 

“Barrio malevo” invita a que el público ría y se deleite con el baile mientras se pregunta por qué le causa risa la tragedia o la desesperanza. La obra demuestra que, en efecto, todo el tango del mundo puede caber en una taberna, así como toda la desdicha y el gozo caben en un tango. 

* “Barrio Malevo” se presentará en la Factoría L’explose (Cra. 25 #50-34) de jueves a sábado hasta el 31 de agosto. La función empieza a las 8:00 p.m y se puede disfrutar de una milonga antes de la presentación a partir de las 7:00 p.m.