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Ashdowne es el tercer editor que ha tenido el diccionario.

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Del inglés y sus múltiples idiomas

En entrevista con BBC Mundo, la filóloga española María Isabel González explica por qué el inglés no es un idioma imperialista, como suele creerse, sino una lengua aspiradora, insaciable a la hora de adoptar palabras de otros idiomas.

Cristina Esguerra Miranda
21 de febrero de 2021

El francés, el alemán, el hebreo moderno y el islandés son más reacios, cuenta la especialista en sociolingüística y pragmática del inglés, quien lleva años investigando el fenómeno.

“Solemos pensar el inglés como un idioma que ‘nos está invadiendo.’’' Pero no son muchos los que saben que a lo largo de su historia ha ido incorporando palabras del francés, el italiano, el latín, el griego, el alemán, el yiddish, el ruso, el chino, el árabe, el portugués, el hindi...

Según González, hay autores que estiman que pudo haber adoptado palabras hasta de más de 350 lenguas distintas.

David Crystal -uno de los lingüistas más reconocidos del mundo- fue quien le otorgó el título de “lengua aspiradora.”

“Es algo característico del inglés. Debido a la expansión del Imperio británico ha llegado a casi todos los rincones del planeta y ha tenido que convivir un tiempo largo con muchos idiomas”, explica la española. “Esa permeabilidad lo convierte en una lengua más interesante.”

El inglés, dice González, no tiene una actitud purista ni conservadora. “No tiene ningún complejo en ese sentido. No hay una academia de la lengua que esté puliendo y purificando el idioma.”

Los anglicismos han ido aumentando en casi todas las lenguas, particularmente en campos como la tecnología, la economía y la cultura. El inglés, en cambio, aspira palabras que hacen referencia a la alimentación, la música, el deporte, la medicina o la moda.

Del francés ha incorporado palabras como ballet, duvet, fiancé, entrepreneur; del japonés, kimono, bonsai, karaoke o tsunami; del italiano, adagio, baritono o concierto; del alemán, kindergarden y tienda de delicatessen; del hindi, avatar o guru; del chino, ginseng o kung-fu; del árabe, hummus o jazmín, y del ruso, sable o gulag.

El español ha ejercido una importante influencia en el inglés. En 1996, el Oxford English Dictionary (OED) registraba 1.350 palabras de origen español, de las que solo el 40 por ciento aparecía en los diccionarios de consulta habitual.

“A partir del siglo XVI hay un aluvión de palabras españolas que se van incorporando al inglés y que se van registrando en el diccionario de Oxford”, dice la filóloga.

Según González, la mayoría de los hispanismos que permearon el inglés antes del siglo XIX, venían de España. Los del Nuevo Mundo y sus lenguas indígenas se transmitieron desde la península y las islas Canarias, que tuvieron siempre un vínculo especial con el mundo anglosajón.

Los hispanismos más recientes se deben a la influencia de la comunidad latina de Estados Unidos.

Buena parte de las palabras adoptadas del español son culturales y hacen referencia a comidas y bebidas: burrito, nacho, papaya, jalapeño y tequila, entre otras, y están registradas tal cual en el diccionario de Oxford. Eso quiere decir que su uso es oficial.

Pero también hay unas que reflejan el estilo de vida de lo que solía llamarse el “Viejo Oeste”: rodeo, estampida, corral, machete, rancho… y otras que hablan de política y entretenimiento: caudillo, junta, guerrilla, flamenco, corrida, fiesta...

Las lenguas siempre están cambiando, concluye González. Los extranjerismos pueden permanecer en uso durante siglos, o bien sólo durante un tiempo y luego caer en desuso.

Afirma la española, que suelen pasar 25 años de uso activo antes de que una palabra extranjera sea incluida en un diccionario prestigioso. Sin embargo, “el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española) parece haber tardado menos en recoger anglicismos como blog, internet, selfi, web y wifi pues hacen parte de nuestro vocabulario habitual.”

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