Lluvias en Brasil dejan rastro de destrucción similar a Haití

Las precipitaciones comenzaron el viernes y el momento más intenso fue entre las 16.00 y 19.00 horas del pasado sábado.

23 de junio de 2010

Las lluvias que se han cobrado la vida de al menos 44 personas en el noreste de Brasil dejaron un rastro de destrucción equiparable tan sólo al terremoto de Haití, en palabras del ministro de Defensa, Nelson Jobim.

"Hubo una precipitación de agua increíble en términos de caída de puentes, casas, principalmente cerca del río", dijo Jobim hoy a periodistas después de sobrevolar el área más afectada en los estados de Alagoas y Pernambuco.

Un fotógrafo de Efe constató hoy sobre el terreno el rastro de la devastación ocurrida por la crecida de varios ríos, que causaron el hundimiento de numerosas casas en esta región, una de las más pobres de Brasil.

El lodo cambió la fisonomía de estas ciudades, habitualmente aquejadas por sequías prolongadas, y los escombros se acumulaban por todas partes, en un maremágnum de cables y postes de luz, árboles arrancados y cascotes de las viviendas que se vinieron abajo.

En las casas que quedaban en pie en la localidad de União dos Palmares, en Alagoas, las marcas del agua llegaban hasta cerca de los tejados, donde se vieron obligados a refugiarse los habitantes para salvarse de la crecida del río Mundaú.

Algunos ciudadanos de União dos Palmares, ocupados en las tareas de limpieza y retirada de montañas de basura y muebles rotos y enlodados, confirmaron que varios de sus vecinos están desaparecidos pero no saben decir cuántos son los que faltan.

Todos coinciden en que la esperanza de encontrar a los desaparecidos es mínima pues creen que el agua los arrastró río abajo, donde a comienzos de semana fueron hallados varios cadáveres.

Hasta ahora, la cifra oficial de desaparecidos asciende a 607, aunque las autoridades reconocen que este número elevado responde a que no han conseguido acceder a áreas rurales aisladas.

Los lugareños más ancianos aseguran que, en los últimos 40 años, nunca se habían producido unas lluvias tan fuertes como las del pasado fin de semana.

Las precipitaciones comenzaron el viernes y el momento más intenso fue entre las 16.00 y 19.00 horas del sábado, momento en el que las aguas comenzaron a subir llevándose todo por delante, cuenta una mujer mientras intenta recuperar unos pocos enseres de lo que fue su casa.

Tres días después de la tragedia, los habitantes de União dos Palmares siguen sin suministro de energía eléctrica ni agua y con las mismas ropas que llevaban puestas el sábado, las únicas que pudieron salvar.

Se limitan a afanarse en recuperar la normalidad, en limpiar el barro de las calles, resignados, acostumbrados a otros azotes violentos de las fuerzas de la naturaleza y sin ninguna confianza en que llegue la ayuda de las autoridades.

En 2000 se produjo otro episodio grave de inundaciones, aunque de menor magnitud, y los vecinos todavía lamentan que la ayuda prometida por el Gobierno nunca llegó.

Los vecinos dicen que ahora no esperan nada del Ejecutivo dirigido por Luiz Inácio Lula da Silva, quien visitará la zona mañana y que ya anunció el envío de un fondo de ayuda de 100 millones de reales (unos 56,2 millones de dólares).

La magnitud del desastre, en cambio, todavía no ha podido ser cuantificada, y en algunos lugares la situación es tan grave, como en el caso del municipio de Branquinha, que su alcaldesa, Renata Moraes, aseguró hoy que está barajando mudar de lugar ese pueblo, situado al borde de la carretera BR-104, que lleva de Maceió, la capital de Alagoas, a União dos Palmares.

EFE.