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Al borde del abismo

Cuando la violencia parecía disminuir un linchamiento palestino y la reacción israelí agudizan el conflicto.

13 de noviembre de 2000

Según los palestinos, los soldados judíos conformaban una misión para asesinar a alguien en el funeral de una víctima de las protestas de los últimos días. Según los israelíes, los reservistas, civiles de mediana edad recién movilizados debido a la crisis, se dirigían en un Mazda hacia el cuartel militar del cruce de Bet El cuando se perdieron y entraron por la parte de atrás a la ciudad de Ramala, que se encuentra bajo control palestino.

La versión palestina no parece muy creíble pues no parece muy lógico que tres hombres uniformados intenten entrar subrepticiamente por calles atestadas de furiosos manifestantes. En cualquier caso los israelíes se encontraron de pronto en medio del funeral de una de las víctimas palestinas de los últimos días. La policía palestina los detuvo en una estación, de donde fueron sacados a la fuerza por la turba enfurecida. Luego de dar muerte al primero de ellos, su cuerpo destrozado fue llevado por las calles entre cantos por la multitud.

Su linchamiento le dio la vuelta al mundo por la televisión, así como la reacción israelí. Pocas horas después un helicóptero destruyó con cohetes la estación de policía que fue escenario de los hechos y atacó un edificio usado por la autoridad palestina en la ciudad. Según reportes, las bombas cayeron a 50 metros de la casa del presidente de la misma, Yasser Arafat, quien se encontraba en su interior.

El intercambio de acusaciones entre el primer ministro israelí Yehud Barak y Arafat no se hizo esperar. El palestino dijo que el ataque con cohetes “es una declaración de guerra”, mientras aquél respondía que esas palabras eran “pura propaganda”. Dijo que“la verdadera causa de la situación es Arafat”, quien al rechazar las propuestas de la reunión de Camp David en julio, “resolvió pagar con la sangre de su gente”.

El intercambio de Ramala se convirtió en la chispa que encendió de nuevo la tragedia que se vive en Israel y los territorios ocupados desde hace dos semanas. De hecho, en los días anteriores la violencia había disminuido considerablemente y la situación parecía estar siendo controlada paulatinamente. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, presente en Israel, hablaba con optimismo de una posible cumbre convocada por él y el director de la CIA, George Tenet, parecía a punto de dirigir una comisión investigadora internacional dispuesta para determinar las causas reales de los levantamientos.

Por otra parte reportes independientes, como los del periódico The Times, de Londres, indicaban que la autoridad palestina estaba intentando detener las protestas de jóvenes desesperados ante la falta de avance de las negociaciones con Israel que, en ausencia de un Estado palestino, son consideradas la mayor causa del desempleo y la pobreza en las zonas ocupadas.

Pero la tragedia de Ramala podría echar por tierra todas las esperanzas de una salida pacífica. Por el lado israelí, Barak llamó a la constitución de un gobierno de crisis, para lo cual convocó a todos los partidos, incluido el Likud, cuyo líder, Ariel Sharon, tuvo parte de la responsabilidad del estallido al hacer una visita a un lugar sagrado para las religiones judía y musulmana. Likud contestó que sólo participaría en ese gobierno si Barak aceptaba romper del todo el proceso de paz con los palestinos.

Para empeorar las cosas, por el lado árabe también los halcones comenzaron a tener más voz. Arafat logró lo que nunca había conseguido: reunir el miércoles a grupos palestinos tradicionalmente antagónicos y hasta enemigos suyos: asistieron Hamas, Fatah, la Jihad (guerra santa) Islámica, el Frente Popular por la Liberación de Palestina y el Partido de la Unión Democrática Palestina. La presencia de Hamas y Jihad Islámica, que siempre han estado en contra de cualquier concepto de paz que no incluya la eliminación del Estado de Israel, resultó particularmente preocupante. Sobre todo porque medió la liberación, por parte de Arafat, de algunos de sus terroristas más peligrosos.

Hasta entonces Hamas, que disputa con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) de Arafat el favor de su pueblo, se había mantenido en una curiosa actitud pasiva ante los hechos. Pero el miércoles el Jerusalem Post reportó que su líder, Ismael Abu Shanab, dijo en una entrevista radial que los palestinos están en guerra con Israel y por tanto “todos los israelíes son blancos legítimos” .

Y mientras la situación internacional se hacía más volátil, con un atentado contra un buque norteamericano en Yemen, probablemente relacionado (ver recuadro) y supuestos movimientos iraquíes de tropas en dirección a Israel, los vientos de guerra en el Medio Oriente parecían soplar más fuerte que nunca en los últimos años.