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Fue el Tribunal Supremo de Justicia al anunciar que asumiría las competencias de la Asamblea Nacional el que avivó la mecha. El 1 de abril iniciaron las protestas. La AN nombró otros magistrados este 21 de julio. | Foto: Fotomontaje SEMANA / Fotos: EFE y Asamblea Nacional

ENTREVISTA

¿Se está conformando un gobierno paralelo en Venezuela?

La Asamblea Nacional designó 33 nuevos magistrados al considerar ilegítimos a los que hoy conforman el Tribunal Supremo de Justicia. SEMANA habló con Phil Gunson, analista senior de Crisis Group, sobre la situación que vive el vecino país.

21 de julio de 2017

SEMANA: La Asamblea Nacional acaba de nombrar a 33 magistrados, pero el Tribunal Superior advirtió que no era válida la elección. Ahora hay dos grupos de magistrados. ¿Cree que se está conformando un Estado paralelo?

Phil Gunson: Estamos ante una situación extremadamente delicada. Potencialmente tendremos dos tribunales supremos, dos consejos electorales. No sabemos qué va a pasar con la fiscal general, pero ella está bajo amenaza del Ejecutivo, la quieren sacar de su cargo para reemplazarla por alguien más leal a la causa. Así que sí, poco a poco vamos teniendo dos países paralelos, dos juegos de instituciones en el que ninguno respeta al otro.

En la práctica el Gobierno tiene todo el poder en sus manos porque hasta ahora controla tanto la fuerza armada nacional como las muy disminuidas fuentes de ingreso que vienen principalmente de la industria petrolera. Lo que pretende la oposición es presionar hasta romper la unidad del Gobierno, porque solo así vamos a llegar a una solución negociada.

SEMANA: ¿Qué impacto tiene en el ciudadano común esta polarización?

P. G.: A alguna gente no le gusta la palabra polarización, porque da la impresión de que estamos en la misma situación de hace algunos años cuando estaba Chávez en el poder y el país estaba literalmente dividido en dos mitades. Sin embargo, ahora estamos igual de polarizados en el sentido en que hay muy poco terreno en el centro, no hay una zona de acuerdos, ningún espacio en donde los dos lados se encuentren. En términos del equilibrio de fuerzas tenemos un 80 por ciento del electorado que rechaza abiertamente el Gobierno y todo lo que pretende hacer. El impacto en la gente común y corriente es muy serio porque esa crisis política, económica y social no permite que el país avance. Lo que más siente la población es la falta de productos básicos. No hay manera de que se resuelva eso sin negociación, si no se logra lo que vamos a ver es más violencia con la posibilidad de llegar a extremos: default financiero, colapso del gobierno, una guerra civil.

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SEMANA:  Tal y como está la situación en Venezuela, ¿usted cree que puede haber pronto un momento de inflexión?

P. G.: Lo hemos estado esperando hace cuatro meses cuando empezaron las protestas. Estamos esperando una fractura del régimen tanto civil como militar, una negativa de parte de las fuerzas armadas a seguir acompañando a Maduro, lo cual en teoría lo obligaría a irse o a negociar su salida. Aunque nadie puede pronosticar cuándo sucedería, el 30 de julio está poniendo mucha presión, hay decenas de oficiales militares presos por su disidencia al no estar de acuerdo con la Constituyente y temen que Maduro vaya a sacar al Ejército a la calle a reprimir. Esto podría convertirse en el punto de quiebre que mencionas, porque algunos militares se podrían negar a acatar órdenes de ese tipo, ellos no están entrenados para las situaciones de orden público. Hay civiles que portan armas, en el caso de darse una confrontación entre la oposición, que está desarmada, y el Ejército sería una masacre.

Durante cuatro meses de protestas 103 personas han perdido la vida.

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SEMANA: Si efectivamente se realizan las elecciones de la Asamblea Constituyente, sería controlada por el Ejecutivo, y la oposición perdería el poder que tenía en el parlamento. ¿Qué le quedaría a la oposición?

P. G.: La lucha por restablecer la democracia se vuelve más complicada con la elección de la Asamblea Constituyente. Es evidente desde hace meses que la lucha electoral que la oposición había escogido llegó a su fin, porque el gobierno no está dispuesto a medirse en elecciones libres y transparentes, entonces pasaron a la calle. Sin embargo, no está claro si después del 30 de julio la oposición pueda actuar abiertamente. No sería nada raro que varios de los líderes de la oposición fueran a la cárcel -crecería la lista de presos políticos que supera los 400 en la actualidad-. No me extrañaría que parte del liderazgo de la oposición pase a la clandestinidad o al exilio.

SEMANA: ¿Usted cree que la "hora cero" que la oposición puso en marcha dará resultado?

P. G.: Eso tiene un problema, por una parte la oposición no ha sabido definir muy bien en qué consiste la estrategia y hay grupos y organizaciones que empiezan a actuar por su cuenta. Hemos advertido en repetidas ocasiones que existe el riesgo que la oposición formalmente constituida como la MUD y la Asamblea pierda control de la situación, los radicales están frustrados porque la lucha pacífica no está dando resultados y preferirían pasar a la vía armada.

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SEMANA: ¿Y esos grupos radicales podrían obtener las armas?

P. G.: Hay ofertas de armas para ellos. No sabemos quién lo está haciendo ni con qué objetivo, pero existe el riesgo de que esto deje de ser una lucha desigual entre equipos antimotines y manifestantes en la calle y pase a ser una guerra de guerrillas urbanas.

SEMANA: Lo cual acercaría a Venezuela a una guerra civil...

P. G.: Evidentemente. La otra posibilidad es que se divida el Ejército y terminen sus dos lados peleándose en la calle.

SEMANA: ¿Usted cree que haya algún organismo internacional que logre ejercer suficiente presión para que la situación cambie?

P. G.: La presión está, hay muchos gobiernos y organismos multilaterales que lo han hecho como Mercosur o la Unión Europea. Sin embargo, en la OEA no ha sido fácil porque a Venezuela le quedan aliados. La tarea de la comunidad internacional es construir un grupo diverso, que incluya no solo adversarios de Venezuela sino algunos de sus amigos que le comuniquen que esto no es viable y que hay que negociar una salida. Ese grupo todavía no existe, aunque hay conversaciones muy serias. Tenemos entendido que el Gobierno -por lo menos Maduro- no está totalmente cerrado a esa idea, pero hay facciones en el Gobierno y no está claro si de ser así apoyarían la decisión.

SEMANA: ¿Por qué es tan difícil que logren una negociación?

P. G.: Es esencial que lo hagan aunque es muy difícil por la situación interna, sobre todo porque el Gobierno de Venezuela no está realmente inclinado a negociar en serio, lo que está intentando es mantenerse en el poder. Para ellos es un asunto existencial, no es un simple cambio de gobierno, si ellos salen del poder temen terminar en la cárcel, incluso hay algunos de ellos que han dicho en privado que temen que los maten. Si no hay algún incentivo para salir del poder seguirán en la misma lucha por conservarlo.