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EL NUEVO ENEMIGO

Después de la Guerra Fría, el fundamentalismo islamíco reemplaza al comunismo como enemigo de Occidente.

27 de septiembre de 1993

LAS ACUSACIONES CONTRA EL JEQUE OMAR Abdel Rahman, sindicado por Estados Unidos de ser el instigador del atentado contra el World Trade Center de Nueva York, produjeron la inmediata reacción de los grupos musulmanes fundamentalistas que luchan por el poder contra el gobierno secularista de Egipto. Si tocan a Abdel Rahman nosotros lanzaremos una "guerra santa" contra Estados Unidos, fue en síntesis su respuesta. Semejante amenaza es la última muestra de una confrontación que parece reemplazar a la Guerra Fría como centro focal de la tensión en el mundo.
Lo cierto es que esa "guerra santa", que podría trasladarse a Estados Unidos en particular y a occidente en general, ya existe en múltiples lugares del mundo árabe. La idea de que el fundamentalismo islámico ha reemplazado al comunismo como enemigo de occidente está haciendo carrera entre los analistas y llenando a los expertos de Washington de nostalgia por sus extintos enemigos soviéticos. En efecto, mientras existieron los soviéticos, el fundamentalismo islámico era un león dormido (aplastado en el Asia Central por la bota de Moscú) y los problemas globales se solucionaban en Washington declarando amigos a los enemigos de Moscú y viceversa.
Pero ahora Estados Unidos ha tenido que renunciar a viejas enemistades, que siguen siendo peligrosas, por cuenta de la sombra amenazante del fundamentalismo. Es el caso de un archidemonio del pasado, el líder libio Muammar Guaddafi, quien a pesar de su supuesta participación en el atentado del avión de Pan American en Lockerbie (Escocia), ahora es visto como "menos malo", al punto de que sus contactos con el presidente egipcio Hosni Mubarak, viejo amigo de Washington, son miradas con indiferencia.
La diplomacia norteamericana incluso mira ahora como un mal menor a la Organización para la Liberación de Palestina y su líder Yasser Arafat, quien está intercambiando mensajes impensables en el pasado con Israel. El líder sirio Hafez Assad, durante años enemigo de Estados Unidos, ahora resulta moderado. Por ese camino, cualquier día el propio Saddam Hussein será invitado de honor a la Casa Blanca.
La razón es que todos esos líderes árabes seculares enfrentan con igual preocupación la amenaza del fundamentalismo, que lucha bajo múltiples denominaciones pero con la tutoría de Irán, por imponer en el mundo musulmán el gobierno absoluto de la Ley delCorán. Se trata de la revolución islámica mundial, que pretende recoger los principios fundamentales de esa doctrina y aplicarlos al pie de la letra. En esa aplicación que es capaz, por ejemplo, de producir condenas a muerte por una novela como la del escritor británico Salman Rushdie, radica el peligro de una confrontación para la cual no existen antecedentes.
Desde su conformación como Estados en el siglo XX, prácticamente ningún país árabe ha sido modelo de democracia. En la mayoría de los casos, los líderes de ese sector del mundo completan décadas en el poder. Sus estructuras gubernamentales provienen de la época del socialismo panárabe del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, cuando el horizonte futuro estaba marcado por la occidentalización de las costumbres y por la unión política de los países de esa cultura.
Pero desde los años 60, ese tipo de gobiernos comenzo a identificarse con la corrupción, el abuso del poder, la represión de la disidencia y, sobre todo, con la falta de oportunidades y la pobreza generalizada. Como dice el escritor marroquí Tajar Ben Jelloun, "en una sociedad donde no era posible oponerse sólo quedaba ir a las mezquitas y estas producían un efecto formidable: en vez de la tarjeta de identidad delpartido, estaba la identidad de la religión ".
Ese fue el caldo de cultivo para el surgimiento de múltiples movimientos que tienen una base generacional, gente menor de 40 ó 45 años que quiere cortar con esos regímenes del socialismo pan árabe y, sobre todo, cercenar toda concesión a la corrupción occidental. Y la respuesta, incluso de regímenes tan estrictos en la ley islámica como el de Arabia Saudita, ha sido la represión total.
Occidente, que durante tantos años ha convivido bien o mal con esos regímenes seculares, ha perdido también el recurso de promover la esquiva democracia del mundo árabe. El caso de Argeliá es ilustrativo. Tras gobernar como partido único durante 25 años, el Frente de Liberación Nacional permitió por presiones europeas la creación de partidos en 1989. Ello posibilitó el nacimiento del fundamentalista Frente de Salvación Islámica, que con consignas extremistas y antidemocráticas ganó las elecciones de 1991. El inmediato golpe militar para evitar que los fundamentalistas asumieran el poder, recibió una avergonzada vista gorda de occidente. La evidente hipocresía de los gobiernos occidentales no hizo otra cosa que impulsar la lucha actual, que ha cobrado cientos de víctimas.
Aunque lo nieguen, los iraníes comenzaron a promover la revolución islámica desde que en 1979 el ayatollah Khomeini derrocó al sha de Irán, máximo representante de la corrupción y el acercamiento con Occidente Y lo cierto es que están ganando su guerra. Su primer gran triunfo se produjo en Sudán, cuyo gobierno apoya, claramente a los grupos fundamentalistas libaneses y, como afirmanen Washington, está detrás de los atentados en Estados Unidos. Las posibilidades de una escalada antioccidental podrían ser reales porque los fundamentalistas rechazan la intervención "injustificada y criminal" de Estados Unidos y sus aliados y por la reacción de miles de jóvenes árabes hijos de inmigrantes en el Viejo Continente, quines encuentran grandes dificulta para integrarse en una Comunidad Europea que los rechaza.
El panorama global es inquietante e involucra a la mayoría de los países musulmanes. (El mapa los incluye a todos, excepto Bangladesh, Malasia e Indonesia).

A- IRAN: Se trata de la primera República Islámica, instituida por el ayatollah Ruhollah Khomeini en 1979. El ayatollah impuso la ley islámica en 1983, y más de 100 delitos son castigados con la pena de muerte, entre otros la disidencia contra el régimen. Sus vínculos con los grupos fundamentalistas que tratan de extender la revolución islámica son innegables.

B- EGIPTO: El régimen de Hosni Mubarak atraviesa grandes problemas para enfrentarse a la subversión fundamentalista, sobre todo del grupo Al Shawqiyun. Aunque desde diciembre han sido ejecutados 25 miembros por su participación en el terrorismo, el intento de asesinato del ministro del Interior demuestra que su determinación sigue incólume.

C- ARGELIA: El fundamentalista Frente Islámico de Salvación está en guerra con el régimen desde que le robaron las elecciones de 1991. El gobierno ha reprimido con violencia a sus seguidores y el FIS asesinó al presidente Mohammed Boudiaf y hace dos semanas a un ex primer ministro conciliador. Argelia, un país especialmente importante por sus conexiones europeas, podría ser la próxima "República Islámica".

D- SUDAN: La junta militar dirigida por el general Omar Bashir tiene fuertes vínculos con Irán, y no sólo presta santuario a grupos fundamentalistas como Abu Nidal, Hezbollah y el Jihad Islámico, sino que favorece a los revolucionarios de Argelia. Ha sido declarado país terrorista por Estados Unidos y desarrolla una guerra civil para imponer la ley islámica en sus provincias cristianas del sur.

E- MAURITANIA: Tras la constitución de 1991, se prohibió los "partidos basados en la ley islámica", que de todos modos es la religión del Estado. Grupos clandestinos luchan contra el gobierno.

F- PALESTINA: El grupo fundamentalista Jamal se ha convertido en el principal impulsador de la Intifada, el levantamiento de las poblaciones de Gaza y los territorios ocupados por Israel. Ese grupo rechaza la convivencia con el Estado judío y favorece la guerra total.

G- SIRIA: Quienes sostienen que el fundamentalismo debe reprimirse duramente señalan el "éxito" de Haffez Assad, quien lanzó sus fuerzas de seguridad a cometer una masacre de militantes de la Hermandad Islámica en 1983. Desde entonces su lucha se ha aplacado, pero el peligro sigue latente.

H- IRAK: Los fundamentalistas chiítas del sur siguen luchando contra Saddam Hussein. El mayor grupo, Dawa, ha sido reprimido en forma sangrienta, y sus posibilidades dependen, paradójicamente, del apoyo de occidente.

J- ASIA CENTRAL: Azerbaiyán, Kazakhstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kirgiztán y Tajikistán. independizadas con el colapso de la URSS, viven actualmente la revitalización del Islam, y con ella crecen los temores de que los fundamentalistas hagan avances. El fundamentalista Partido del Renacimiento Islámico está haciendo grandes avances con el apoyo dc Irán.

K- PAKISTAN: La Alianza Dcmocrática Islámica, que tiene entre sus integrantes varios grupos de fundamentalistas, alcanzaron el poder en octubre de 1990. La Ley islámica se impuso en 1979, pero las fisuras en el gobierno han impedido su aplicación total.

L- ARABIA SAUDITA: Algunos grupos radicales se oponen a la dinastía Wahhabi, que aplica estrictamente la Ley del Corán. Arabia Saudita podría verse afectada por la revolución islámica por su rivalidad con Irán por la supremacía en el Asia central.

M- JORDANIA: El rey Hussein. en el trono desde 1950, enfrenta la amenaza política de la Hermandad Islámica, un grupo fundamentalista que ha detentado puestos en el Parlamento. Un reciente complot para su asesinato demostró que existen grupos clandestinos dispuestos a todo para derrocarle.

N- MARRUECOS: El brutal régimen del rey Hasan II se enfrenta al grupo Justicia y Bienestar y a la Juventud Islámica, que se encuentran en la clandestinidad desde 1979.

O- TUNEZ: Desde 1990 el partido del Renacimiento (Ennahdha) está en la clandestinidad, reprimido por promover la revolución islámica. Varios de sus miembros están en prisión, y se presentan choques frecuentes.

P- LIBIA: El mayor enemigo del régimen de Muamar Gaddafi está constituido por varios grupos informales de fundamentalistas, que lanzan de vez en cuando ataques contra las fuerzas del gobierno. Varios cientos están en prisión.