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Costa Rica elige presidente en medio de la incertidumbre y de una inesperada fiebre populista

Uno de tres votantes no sabe por quién va a votar el domingo y cuatro candidatos tienen posibilidades de pasar a la segunda ronda.

2 de febrero de 2018

Este domingo 4 de febrero 3,3 millones de costarricenses elegirán entre 13 candidatos al sucesor del presidente, Luis Guillermo Solís. Se trata de unas elecciones marcadas por el desempleo, los escándalos de corrupción, el costo de la vida y los proyectos populistas.

Según la última encuesta del Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (Ciep), ningún candidato llegaría al 40 por ciento necesario para ganar en primera vuelta. Por eso, se da por descontado un balotaje entre los dos más votados el 1 de abril.

El sondeo del Ciep, publicado el 31 de enero, también mostró que cuatro candidatos tienen posibilidades reales de llegar a la segunda ronda. En el primer lugar se encuentra el cantante evangélico Fabricio Alvarado, que lidera la intención de voto con el 17 por ciento. Este representa a Restauración Nacional (RN) y su experiencia en política se reduce a cuatro años como diputado.

En segundo, con poco más del 12 por ciento, el abogado y empresario Antonio Álvarez Desanti del Partido Liberación Nacional (PLN), que junto con la Unidad Social Cristiana es uno de los partidos tradicionales de Costa Rica. El bipartidismo, que solo terminó en 2014 con el triunfo de Solís, dominó la política nacional durante más de tres décadas.

En la tercera posición con el 10,6 está el oficialista Carlos Alvarado, que hasta el 19 de enero se desempeñó como ministro de Trabajo. Y en cuarta, con el 8,6, el abogado Juan Diego Castro, conocido como ‘el Trump costarricense’. Este dominó hasta hace poco las encuestas gracias a su discurso de mano dura contra la delincuencia y la corrupción. Pero perdió fuelle ante el avance del candidato de RN.

Religión, política y muchos indecisos

Hasta año nuevo, Alvarado (el evangélico) apenas figuraba en las encuestas. Sin embargo, se disparó después del 9 de enero, cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) se pronunció a favor del matrimonio gay y de los derechos familiares de la población LGBTI.

De hecho, Alvardo enarboló la bandera de la defensa de la familia tradicional y de “los valores y principios de Costa Rica”, y anunció que ignoraría la de la CIDH de llegar al poder. En pocos días, subió 17 puntos en las encuestas.

Este repentino crecimiento refleja el éxito que tiene un discurso moralmente conservador y afín a los preceptos religiosos tradicionales en un país con un gran número de creyentes. Según la última encuesta de la Universidad de Costa Rica, el 91 por ciento de la población cree en dios y el 20 por ciento es evangélica.

A su vez, las del domingo serán unas elecciones atípicas en uno de los países más estables de la región, pues a pocas horas de la contienda más del 36 por ciento de los costarricenses no sabe por quién va a votar. Junto conel evangélico Alvarado, esa cifra es la que más creció en la recta final de la campaña, pues en menos de una semana trepó 16 puntos.