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La muerte de la memoria

En el saqueo al museo de Irak se perdieron varias de las más antiguas joyas de la civilización.

20 de abril de 2003

Aun no se sabe cuantas víctimas civiles dejó la invasión de Irak pero el primer crimen contra la humanidad de que se tuvo noticia fue el brutal saqueo del Museo Nacional de Bagdad. "En muchos sentidos es peor que el famoso incendio de la biblioteca de la antigua Alejandría", explica Zainab Bahrani, experta en arte antiguo y arqueología de la Universidad de Columbia.

Sucede que no era un museo cualquiera.

Irak es llamado "la cuna de la civilización" pues su territorio, situado en el valle de los ríos Tigris y Eufrates, fue en otro tiempo la antigua Mesopotamia. Una región que abrigó a partir del año 3000 a.C. algunas de las más antiguas civilizaciones: los sumerios, los acadios, los babilonios y los asirios. También fue conquistada por persas, griegos y romanos y se convirtió en el centro de un vasto imperio árabe desde los siglos VII y IX. Los árabes fundaron Bagdad en el año 762 e introdujeron la religión islámica. Inmediatamente después, hubo invasiones de mongoles y turcos.

La subdirectora del museo de Bagdad, Nabhal Amin, dijo que unos 170.000 artefactos que documentaban más de 7.000 años de esta historia desaparecieron en el saqueo que se inició al segundo día de la ocupación estadounidense. Los propios iraquíes, inclusive mujeres y niños, entraron durante varios días a robar y destruir el museo ante la total impotencia de los guardias y el desinterés de las tropas invasoras. Cuenta un directivo del museo que a los dos días de caos llamó a un tanque estadounidense para que detuviera la catástrofe, pero el vehículo sólo estuvo un par de horas frente a la puerta. Cuando se marchó los saqueadores volvieron a lo suyo. Por cuenta de este hecho la humanidad entera perdió un vínculo irreemplazable con su pasado.

Sin ir más lejos, en Irak nació la escritura en la civilización sumeria. Y los saqueadores se llevaron tablillas de arcilla con algunos de los primeros registros conocidos de escritura, que se encontraban en el sótano del museo.

Además la colección de arte antiguo del museo contaba con piezas únicas, como una vasija, de la dinastía uruk de alabastro de 5.000 años en la que se mostraba una procesión entrando a un templo. Dicha ilustración es considerada la representación de el ritual más antiguo de la historia. Aún no se sabe si fue destruida durante el saqueo o si se encuentra en ruta hacia alguna subasta clandestina en Londres o París. Otra joya uruk del museo es la famosa estatua de la 'Dama Blanca' de 5.000 años. Esta es uno de los primeros ejemplos de escultura humana de que se tiene conocimiento.

Definitivamente, los saqueadores sabían lo que hacían. Según los testigos, algunos llegaban con una caja grande, entraban por la parte administrativa y sin dudarlo iban por los objetos más preciosos. Se llevaron, por ejemplo, el busto de un rey acadio que vivió en 2.300 a.C., el más antiguo modelo de cobre jamás hallado. Las directivas del museo se mostraron particularmente tristes por la pérdida de una placa de oro sólido de 720 a.C. con la ilustración de una leona matando a una mujer. Estas piezas de oro suelen perderse en colecciones privadas o incluso terminan fundidas y convertidas en barras.

Mucho de lo que no desapareció estaba destruido. Así sucedió con algunas de las piezas más antiguas del museo que hacían parte de la colección del neolítico. Entre éstas, una piedra de 40.000 años de antigüedad quedó hecha pedazos. Varias pequeñas esculturas de cabezas de pájaros de época y otros objetos tallados en piedra también se hicieron papilla. Así mismo, 26 estatuas de reyes asirios, todas de unos 2.000 años, fueron decapitadas en un acto de vandalismo sin precedentes.

Los artefactos de oro de la tumba de la reinas asirias Nimrud desaparecieron. También es desconocido el paradero de los relieves asirios del palacio real de Korsabad de 5.000 años y los pendientes de oro en forma de hoja enterrados con una princesa sumeria momificada hace 4.500 años. Los ladrones tomaron sólo unos pocos libros de investigaciones arqueológicas del siglo XIX pero el resto de la colección fue de lo poco que se salvó.

Los arqueólogos del mundo no han dudado en culpar a los estadounidenses de lo sucedido. En particular, porque desde mucho antes de que estallara la guerra varios de los más prestigiosos le pidieron a la Secretaría de Defensa de Washington que protegiera las riquezas arqueológicas de los saqueadores. McGuire Gibson, especialista en arte iraquí de la Universidad de Chicago, contó al Washington Post cómo desde enero hizo parte de un grupo de académicos, curadores, directores de museos, coleccionistas de arte y comerciantes de antigüedades que explicaron al Pentágono la importancia de cuidar el museo. "Creí que nos habían asegurado que el museo sería protegido", dijo.

En parte por eso para muchos iraquíes amantes del arte es imperdonable que las tropas estadounidenses no hubieran protegido las riquezas de la ciudad que pretendían liberar. "El señor Bush debería hacer responder a cada saqueador y cada persona que robó una reliquia. Sin ellas, sin nuestras antigüedades, no tenemos raíces ni existencia", declaró Raid Abdul Ridha Mahoma, un arqueólogo del museo de Bagdad. En un comunicado de prensa el Ministerio de Cultura ruso también señaló a los estadounidenses como responsables: "Lo que hemos advertido en repetidas oportunidades ha sucedido".

No obstante, durante un programa de la NBC el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, se exculpó echándole el agua sucia a Saddam Hussein: "Nosotros no dejamos que sucediera. Ese tipo de caos suceden cuando se pasa de una dictadura a un nuevo orden". En efecto, la derecha estadounidense maneja una versión un tanto diferente del saqueo. Según diarios, como The New Republic, los saqueadores nunca entraron a las salas especiales y los tesoros más valiosos habían sido retirados por Hussein antes de que la guerra iniciara, tal vez para pagar su vida de fugitivo en un país desconocido.

Lo único cierto es que la Unesco ha emitido un comunicado de máxima alerta. Irak tiene otros 13 museos y cientos de sitios arqueológicos inexplorados que están en riesgo de correr la misma suerte que el museo de Bagdad.