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OTRA VEZ CON MOSCU

El creador del "eurocomunismo" abandona esas posiciones y se alinea en el otro polo

14 de noviembre de 1983


Santiago Carrillo, uno de los fundadores del "eurocomunismo", está transitando el camino de retorno a las fuentes pro-soviéticas llevado por la crisis interna del Partido Comunista Español (PCE) y su oposición al gobierno socialista de Felipe González.

En un discurso pronunciado el domingo 2 de octubre, ante 2.000 militantes comunistas, Carrillo dio vivas a Lenin y a la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, defendió al gobierno soviético en el caso del jumbo surcoreano y declaró que nunca fue ni será antisoviético.

Cuando era secretario general del PCE, Carrillo fundó la corriente eurocomunista, junto con el francés George Marchais y el italiano Enrico Berlinguer, a principios de la década del 70.
Después, en 1978, llevó al PCE a renunciar explícitamente a su definición leninista y se distanció de la URSS. En el noveno congreso de su partido (abril 1978), el rechazo del leninismo llevó incluso a expulsar de la sala de reuniones a un militante por llevar en su solapa un distintivo con el rostro de Lenin.

La línea "euro" se caracterizó por un rechazo de la violencia como método para acceder al poder y por la afirmación de la vía pacífica, democrática y parlamentaria. En el plano internacional, defendió el desarme y condenó a los dos bloques militares: el de la OTAN, dirigido por Estados Unidos, y al Pacto de Varsovia, dirigido por la URSS.

El PCE, todavía bajo la dirección de Carrillo, enfrentó el año pasado la acción de una tendencia interna, llamada de los "euro-renovadores", quienes pedían que ese partido llevase hasta sus últimas consecuencias su concepción eurocomunista. "Si para la sociedad propugnamos un camino democrático y pluralista, tenemos también que democratizar la vida interna del PCE", sostuvieron. La réplica de Carrillo fue poner a los dirigentes de esa tendencia ante la alternativa de rectificarse públicamente, abandonar el partido o ser expulsados. Al negarse aquellos a la rectificación, algunos abandonaron la organización y otros fueron expulsados. Entre ellos uno de los teóricos del "eurocomunismo", Manuel Azcárate, el dirigente de los comunistas vascos, Manuel Lertxundi y los hombres más conocidos del PCE en Madrid.

En los meses que duró esa crisis, hubo una gran discusión en torno al problema. El líder mítico de la confederación Comisiones Obreras, Marcelino Camacho, llegó a afirmar que el PCE era "euro-comunista por fuera y estalinista por dentro". Después llegaron las elecciones del 28 de octubre de 1982, con el abrumador triunfo del PSOE y con la catástrofe electoral del PCE, que perdió 19 de los 23 escaños que tenía en el congreso de los diputados. La sensación de las bases de que la derrota se debió a la conducción encabezada por Carrillo creó una situación tal, que éste se vio obligado a renunciar y propuso para su reemplazo a Gerardo Iglesias, un joven minero asturiano hasta entonces ubicado en el carrillismo. A poco andar, los pronósticos fallaron e Iglesias, conocido como "Gerardín", cortó el cordón umbilical con Carrillo e impulsó su propia línea, orientada a recuperar a los militantes perdidos durante los últimos años.

El triunfo socialista significó el arrastre hacia ese partido de buena parte de los votos perdidos por los comunistas. Ante esos resultados, Iglesias reorientó su partido hacia la izquierda a la espera de cosechar el descontento que preveían se daría a la izquierda socialista, ante la imposibilidad del PSOE de cumplir íntegramente su programa. De esa manera, Iglesias se mantuvo dentro de los postulados del "euro", pero virando hacia la izquierda. Carrillo, para intentar la reconquista de su poder en el PCE, tuvo que ponerse más a la izquierda todavía y para ello no vaciló en comenzar a transponer los umbrales en el camino del retorno hacia sus antiguas posiciones pro-sovieticas.
El veterano dirigente, que fue líder de las Juventudes Socialistas antes de la guerra civil de 1936-39,fusionó a estás con las Comunistas e ingresó al PCE, hacia la guerra como comisario en unidades comunistas del ejército republicano y después se exilió. De esa experiencia en la línea soviética, le quedan conocimientos para recostarse ahora junto a sus enemigos internos de ayer, los "afganos" o pro-soviéticos, quienes en su gran mayoría abandonaron el PCE o fueron expulsados de éste.

Carrillo dijo el domingo de la semana pasada que la única forma de establecer un nuevo orden económico internacional sería "rompiendo con Estados Unidos". Para ello aconsejó que los países del Tercer Mundo se nieguen a pagar la deuda externa "que ahoga sus economías por culpa de los norteamericanos". Pero fue más allá al elogiar las posiciones soviéticas en temas tan polémicos en Europa como la cuestión de los misiles: "Me parecen justas las tesis de Andropov sobre la destrucción de los euromisiles", dijo, después de señalar que el verdadero culpable del derribamiento del avión surcoreano fue la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA). En política interna, calificó de derechista al gobierno de Felipe González y afirmó que "la política económica que aplicaba Fernando Abril Martorell era más progresista que la actual". Abril Martorell fue un ministro de Economía de Adolfo Suárez, quien aplicó medidas monetaristas.

Así, enfrentado a la actual dirección eurocomunista desde la izquierda pro-soviética y anatematizando a los socialistas por considerarlos pronorteaméricanos y derechistas, Santiago Carrillo se apresta a la lucha para el XI Congreso del PCE, que se realizará a finales de este año. *