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A pesar de las marchas en su contra, Keiko Fujimori no cae ni un punto en las encuestas. | Foto: A.F.P.

PERÚ

¿Por qué Keiko Fujimori podría ser la próxima presidenta de Perú?

Ante la salida de sus principales contendores, la hija del convicto ex presidente podría ganar el próximo domingo. Pero en la política peruana reina la sorpresa, y cualquier cosa podría pasar.

2 de abril de 2016

Ya se acerca el 10 de abril, cuando se celebrarán los comicios presidenciales de primera vuelta en Perú y aún los peruanos no saben quién sucederá a Ollanta Humala. Desde que comenzó la campaña, Keiko, la hija del expresidente encarcelado Alberto Fujimori, no ha bajado del 30 por ciento de la intención de voto, lo cual la ha mantenido holgadamente por encima de sus contendientes.

Sin embargo, en las últimas semanas el panorama ha cambiado. Aunque el exministro Pedro Pablo Kuczynski (conocido como PPK) sigue en el segundo lugar, con un 16 por ciento según Ipsos, despegaron dos candidatos marginales que al comienzo a duras penas superaban el 4 por ciento. Es el caso de la congresista izquierdista Verónika Mendoza, con 12 por ciento, y el exdiputado social-liberal Alfredo Barnechea, con 11 por ciento. Al parecer, la expulsión de las candidaturas de Julio Guzmán y César Acuña por irregularidades en sus campañas hizo que los votos migraran a esos minoritarios.

Para ganar las presidenciales en la primera vuelta, en Perú se necesita el 40 por ciento de los votos y una ventaja de 10 puntos sobre el segundo. Entonces, a pesar de que Fujimori lidera la carrera con distancia suficiente, en ningún sondeo ha logrado pasar del 35 por ciento, lo cual la llevaría a segunda vuelta.

Pero aunque nadie pueda crecer tanto como Keiko para el 10 de abril, los sondeos le dan un panorama poco esperanzador el 5 de junio. “En segunda vuelta las encuestas dicen que Kuczynski puede ganarle, pero su voto en clases populares podría llevarla a ganar. En todo caso, será ajustado, sobre todo por quienes deciden a último minuto y no están seguros, que representan cerca del 10 por ciento del electorado”, explicó a SEMANA Eduardo Dargent, director de la maestría en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Perú.

La incertidumbre aumentaría si la pelea es con Mendoza o Barnechea. Fuerza Popular, el partido de Keiko, “es nacional, está en todos los territorios de Perú, lo que podría ser una ventaja en segunda vuelta”, dijo a esta revista Adrián Bonilla, secretario general de la Flacso. Además, el fujimorismo está cerca de tener la mayoría en el Congreso, lo que le daría aún más peso en las regiones a la campaña naranja frente a los candidatos emergentes.

Entonces, ¿cómo sería una presidencia de Keiko Fujimori? Los expertos coinciden en que en el ámbito económico e internacional no habría transformaciones, pues, independientemente del gobierno, Perú ha sido estable, con lógicas liberales, aperturistas y de cooperación internacional. Pero en materia de política doméstica la cosa cambia. Dargent afirma que el peso de los congresistas fujimoristas “es peligroso pues se pueden ver todavía muchos impulsos autoritarios y aunque hay un cambio de caras, muchos de los nuevos líderes han demostrado ser igual de duros. Entonces, dependerá de cómo Keiko maneje el partido”. Y lo realmente preocupante es que “el tema inmediato es Alberto Fujimori, en la cárcel por cargos de corrupción y violación de derechos humanos, y lo lógico es que Keiko use la Presidencia para otorgarle un perdón constitucional”, afirmó Bonilla.

En efecto, un gobierno fujimorista sería más estable en relación con los otros poderes del Estado, o al menos más que si gana otro candidato. Sin embargo, también debe pensarse que en Perú, además de un enorme antivoto fujimorista -representado en las múltiples marchas de “Keiko no va” para expulsarla de la campaña-, según el secretario de la Flacso, “las encuestas muestran un alto nivel de rechazo hacia todas las candidaturas, por lo cual el voto positivo es difícil de adivinar”.

Por lo pronto, nadie sabe si Fujimori se disparará en primera vuelta o si deberá dar la pelea en la segunda. Con una enorme incertidumbre, lo único claro es que las elites conservadoras peruanas están en retroceso. Y sin una bola de cristal, no hay nada definitivo acerca de quién ocupará la Casa de Pizarro.