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Aun cuando Rachel Dolezal (chaqueta a cuadros) ha modelado su físico para parecer negra, las fotos de infancia reveladas por sus padres muestran a una niña blanca y de ojos claros. Ella dice que siempre se ha sentido negra y que tiene derecho a ello. | Foto: A.F.P. / A.P.

ESTADOS UNIDOS

La líder negra que resultó ser blanca

El escándalo impulsó un debate serio respecto a la raza y las complicaciones que implica este concepto.

20 de junio de 2015

Que una persona negra quiera pasar como de raza blanca en Estados Unidos ha sido muy usual en la historia de ese país fuertemente permeado por el racismo. Lo que muchos norteamericanos no logran entender es que una persona blanca quiera voluntariamente autodefinirse de origen africano. Esa cuestión está en el centro de una polémica estallada esta semana en el país del norte, cuando nada menos que la presidenta de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color, Rachel Dolezal, renunció tras conocerse que no tiene en sus venas una sola gota de sangre africana.

Esta polémica ha desatado todo tipo de teorías al respecto. Dolezal durante años se hizo pasar por negra e incluso llego a afirmar que su padre era un hombre de color, hasta que la semana pasada sus verdaderos padres revelaron a varios medios de comunicación que su hija era en realidad blanca, con ancestros checos y alemanes.

Ello, sin embargo, no ha impedido que Rachel siga afirmando que es negra y se siente negra.

Aunque el de Rachel Dolezal no es el primer caso de transformación racial que se conoce en Estados Unidos, su historia llegó a las primeras planas por la forma tan elaborada como mintió acerca de su pasado y sus ancestros, aun cuando ha dedicado su vida a defender los derechos civiles de la población afroamericana en Estados Unidos.
 
Su historia llamó la atención no solo porque la antigua profesora de la Universidad de Washington ha hecho cambios notables en su físico para apropiar características generalmente asociadas a la cultura afroamericana, sino porque ha reafirmado una teoría ampliamente discutida que asegura que la raza es una construcción cultural. Es decir, que las diferencias no son intrínsecas a la naturaleza humana, sino que han nacido a lo largo de la historia fruto de la interacción social.

En un país donde el color de piel puede costar la vida, la definición racial cobra mucha importancia, pues puede ser considerada como una forma de construir la identidad de una persona o como una forma de mantener la separación entre grupos sociales. De perpetuar el concepto de ‘ellos’ y ‘nosotros’. Algunos citan, por ejemplo, el caso de los trabajadores migrantes mexicanos, que a lo largo del siglo XX fueron considerados sucesivamente blancos y ‘latinos’ según las conveniencias del mercado laboral y las dimensiones del tema migratorio.

En efecto, muchos historiadores y académicos en estudios afroamericanos como Steven Thrasher coinciden en que desde que el colonialismo europeo introdujo la esclavitud en el continente, la idea de que la raza es una característica inmutable ha tenido consecuencias económicas y sociales por generaciones, pero que en realidad es un engaño creado como forma de dominación hacia los pueblos.

Mientras sus padres aseguran que Dolezal sufre una enfermedad mental y requiere ayuda psiquiátrica, muchos han salido en su defensa asegurando que aun cuando el engaño respecto a sus antecedentes es reprochable, Dolezal es libre de escoger la forma en que quiera representar su identidad. Y que si hoy se reivindica la posibilidad de escoger el sexo como una potestad muy personal, nada impediría hacerlo con la raza.  Más allá del asombro de los norteamericanos ante este caso, lo más representativo de su historia es que ha expuesto el concepto de raza como una construcción inestable y anticuada que, por lo demás, constituye una de las mayores debilidades de la sociedad norteamericana.