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A V I A C I O N

¿Suicidio en el aire?

Desconcierto mundial ante la hipótesis de que un piloto auxiliar habría estrellado deliberadamente el avión de EgyptAir en el Atlántico.

20 de diciembre de 1999

Durante dos semanas se habían tejido toda suerte de conjeturas sobre la causa del accidente del vuelo 990 de EgyptAir, ocurrido en la medianoche del 31 de octubre. En un comienzo los investigadores pensaron en la posibilidad de que una bomba hubiera provocado el súbito picado de la aeronave en el Atlántico. También se puso en el banquillo a la Boeing por supuestas fallas en el diseño de su modelo 767. En algunos círculos se consideró incluso la idea de que factores meteorológicos hubieran incidido. Hasta se elaboró una teoría sobre la maldición del Atlántico Norte, que convertía las costas de Nueva York —donde en los últimos años han ocurrido varios accidentes — en un Triángulo de las Bermudas.

Pero la hipótesis que ha ganado más fuerza entre los investigadores, y que ha sido recogida por los medios norteamericanos más respetados, es tal vez la más aterradora. Según esa teoría uno de los miembros de la tripulación condujo deliberadamente el avión hacia el desastre, ocasionando la muerte de 217 personas. El principal sospechoso es Gamil al-Batouti, un piloto que viajaba como tripulación de refresco en la cabina y que, según los investigadores norteamericanos, habría aprovechado un descuido para apagar el piloto automático y clavar la nave en las frías aguas del Atlántico.

El vuelo 990 decoló del aeropuerto John F. Kennedy comandado por el piloto Ahmed al-Habashi, de 57 años, y su copiloto, Adel Anwar, de 36. Aunque este avión sólo requiere dos tripulantes, en un vuelo tan largo se acostumbra llevar a un piloto capaz de asumir el vuelo en los descansos de la tripulación principal. Esa es la razón por la cual Batouti iba a bordo. Según sus amigos ese sería su último vuelo antes de su retiro, planeado para marzo próximo.

El misterio pareció develarse cuando fue encontrada la caja negra que contiene la grabación de las voces en la cabina de mando. Gracias a ella los expertos pudieron determinar que hasta la 1: 49 de la madrugada, después de 40 minutos de vuelo y cuando el avión iba a 33.000 pies de altura, todo marchaba sin contratiempos. Para ese momento Batouti había reemplazado al copiloto.

Pero la calma se interrumpió cuando el capitán salió de la cabina por unos segundos y Batouti tomó el control del avión. Según The New York Times, con base en testimonios de los investigadores, en la grabación se puede oír al copiloto decir “Tawakilt ala Allah”, que en árabe significa “pongo mi fe en Dios” o “me encomiendo a Dios”. Acto seguido, según parece, Batouti procedió a apagar el piloto automático. Cuando el capitán regresó exclamó aterrado: “¿Qué está pasando?, ¡Arreglemos esto!”. Ocho segundos después el avión inició un picado.

Qué pasó durante los segundos siguientes es un enigma. Pero los agentes se atreven a especular que mientras el capitán trataba en forma desesperada de recuperar altura Batouti dirigía el avión hacia abajo. Esta teoría se apoya en que dos alerones de la cola que se deben mover en forma coordinada hacia arriba o hacia abajo fueron encontradas en direcciones opuestas, lo cual indica que el aparato recibió órdenes contradictorias.

Al parecer el forcejeo continuó unos segundos más hasta que alguien —presumiblemente Batouti— apagó los motores. Más tarde el avión recuperó altura, pero por fin cayó en el Atlántico.

La noticia de que este piloto veterano pudiera tener impulsos suicidas aterró al mundo entero. En Egipto más que consternación la teoría causó indignación. Según voceros del gobierno, la frase que Batouti dijo antes de morir es muy empleada en el lenguaje diario. En este escenario, sin embargo, creen que pudo deberse a una situación de emergencia que luego lo llevó a desconectar el piloto automático. La exclamación del capitán podría haberse emitido en el mismo contexto.

Otro argumento contra la teoría es que Batouti era un hombre muy creyente y como tal nunca rompería las reglas del Islam, que condenan la autoeliminación. De hecho, Egipto es uno de los países con más bajo índice de suicidios en el mundo, según declaró a The New York Times Frank Wisner, ex embajador de Estados Unidos en El Cairo .

Pese a las críticas los investigadores siguen defendiendo su tesis. Pero hay una pieza del rompecabezas que no logran encajar. Si no tenía una razón aparente, ¿por qué Batouti tomó la decisión de acabar con su vida y la de los pasajeros? En las pesquisas preliminares no parece haber motivo alguno. El veterano piloto acababa de adquirir una villa en las afueras de El Cairo, no tenía deudas, adoraba a su familia y tenía gran trayectoria y prestigio. La única razón visible es que Batouti había manifestado frustración por tener que retirarse a los 60 años sin haber logrado el ascenso a capitán. Haber perdido la oportunidad de tener más rango y una mejor jubilación le habría generado una depresión que lo pudo llevar a quitarse la vida.

Si bien esta hipótesis puede resultar verdadera, lo cierto es que la investigación continuará para despejar todas las dudas. Entre tanto la hipótesis dominante se ha convertido en un nuevo hito de horror en la historia de la aviación comercial. n