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Trump, Israel e Irán, el mundo en suspenso

Bastaron pocas horas después de que Trump retiró a Estados Unidos del pacto nuclear con Irán para que ese país e Israel se acercaran a una guerra abierta. Consecuencias de una irresponsabilidad.

12 de mayo de 2018

En ocasiones un político que cumple todo lo que promete en campaña puede resultar peligroso. Sobre todo si es el presidente de la mayor potencia militar del mundo, cuyas decisiones alteran la seguridad, la economía y la vida misma de millones de personas. Esa afirmación quedó demostrada el martes, en la sala de recepción diplomática de la Casa Blanca, cuando Donald Trump anunció la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear multilateral que mantenía a Irán lejos de desarrollar un arma nuclear, principal temor de uno de los aliados de Estados Unidos en la región: Israel.

Con solo 11 minutos frente a los micrófonos, Trump desencadenó una nueva crisis en una parte del mundo ya martirizada por la guerra. De un plumazo, el magnate pateó el tablero del tratado tejido con precisión por Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania, Irán y los Estados Unidos de Barack Obama. Con ese instrumento, esos países conjuraron en 2015 la amenaza de que Irán produjera armas nucleares a cambio de levantar las sanciones que pesaban sobre su economía.

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La movida de Washington alejó a Estados Unidos de sus aliados europeos, la Otan y gran parte del resto del mundo, a excepción de los enemigos jurados de Irán: Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Trump dijo que estaba cumpliendo su promesa de campaña de librarse del “peor acuerdo jamás negociado”. Ahora evalúa sanciones financieras contra el banco central de Irán y contra entidades que continúen haciendo negocios con el país persa. Se habla de compañías europeas que tienen entre 90 y 180 días para cerrar sus operaciones en Irán o arriesgarse a entrar en conflicto con el sistema bancario estadounidense. Por otro lado, las sanciones petroleras requerirán que los países europeos y asiáticos reduzcan las importaciones desde Irán.

Trump había dicho en varias ocasiones que una línea dura contra los iraníes fortalecería su posición negociadora. Pero según Peter Harrell, investigador del Center for a New American Security, un centro de pensamiento con sede en Washington, esa tesis no tiene asidero. Harrel le dijo a SEMANA que a Estados Unidos le favorecía más mantenerse en el acuerdo. “Trump cree necesario castigar a Irán por su injerencia en Siria y por el apoyo que da a Hizbulá y a los rebeldes hutíes de Yemen. Por su cabeza ronda la idea de que Irán no negociará sobre esos asuntos hasta que enfrente nuevas presiones económicas que lo obliguen a suscribir un nuevo acuerdo. Si eso no sucede, él se cree capaz de desencadenar un levantamiento popular en Irán, lo cual es improbable que pueda lograr”.

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Menos ahora que se quedó sin el respaldo de algunos aliados a quienes necesita para llevar a cabo su plan. La mayoría de los destinos comerciales internacionales de Irán están en Europa y Asia. Entre los más fieles clientes del petróleo iraní se encuentran China, India, la Unión Europea, Japón y Corea del Sur. Antes de 2015, cuando había un consenso global sobre el peligro que suponía el programa nuclear iraní, varios países consolidaron una coalición multilateral para presionar a Irán. Ahora, aunque algunas compañías pueden llegar a ceder, convencer a las potencias de dejar de comprar petróleo iraní, solo por un capricho de Trump, no será fácil.

Tampoco es casualidad entonces que la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, dijera que el bloque “actuará de acuerdo con sus intereses en seguridad y para proteger sus inversiones económicas”. Una declaración que busca evitar la muerte del acuerdo en manos de Estados Unidos y así, por primera vez en mucho tiempo, mostrar independencia frente al Tío Sam para seguir la ruta que el resto de países firmantes acordaron en 2015.

Por otro lado, es improbable que Washington dé su brazo a torcer. Allí siempre hubo un lobby de ‘halcones’ contra Irán que no olvidan el asedio contra la embajada estadounidense durante la Revolución Islámica de 1979. De hecho, en ese episodio se sustentan los argumentos que el actual asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton, dio para aconsejar la decisión de salirse del acuerdo. The Washington Post publicó en la semana un artículo del propio Bolton que decía: “El acuerdo con Irán no es una trampa ineludible, es simplemente un pacto inadecuado que no resiste un serio escrutinio. Si bien el futuro sigue siendo incierto y desafiante, sabemos con certeza que el presidente siempre pondrá a Estados Unidos primero”.

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Tensión en Medio Oriente

Todo indica que precisamente esa postura ahora tiene a Medio Oriente convertido en una caldera sobre la que llueven misiles iraníes e israelíes. Ambos países pasaron de la agresión verbal a la confrontación militar en suelo sirio. Todo comenzó el miércoles cuando Israel acusó a Irán de lanzar 20 cohetes desde Siria con destino a la posición que los hebreos defienden con tanques en los Altos del Golán. Israel respondió, durante la madrugada del jueves, contra varios objetivos militares iraníes en Siria. 28 aviones y 70 misiles israelíes dejaron un saldo de 23 muertos de acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el ataque en los Altos del Golán, que los iraníes no habían reconocido al cierre de esta edición, supuso el traspaso de una línea roja que no iba a tolerar. “A quien nos ataque le responderemos siete veces más fuerte, y a quienes se preparen para hacernos daño, nos les adelantaremos. Así lo haremos en el futuro”, dijo. Israel atacó varios puntos estratégicos de Irán en Siria: centros de inteligencia, una base militar al norte de Damasco y almacenes de munición en el aeropuerto de la misma ciudad.

Además, las consecuencias de la medida de la Casa Blanca tienen dimensiones externas e internas para Irán. Para Otfried Nassauer, director del Centro Berlinés para la Seguridad Transatlántica (BITS, por su sigla en inglés), “la decisión de Trump hará que la inseguridad aumente en el Medio Oriente y a escala global. Además alienta, como estamos viendo, las acciones militares entre Israel y los Estados árabes suníes contra Irán. Esto también es una invitación para los integrantes del ala más conservadora en Irán, quienes querrán reiniciar las actividades nucleares detenidas”, aseguró a SEMANA.

Para evitar ese escenario, Francia, Alemania y Reino Unido tomaron nota de lo que dijo Trump con “pesar y preocupación” mientras resaltaban que el pacto es crucial para su seguridad compartida. “Recordamos que el acuerdo fue aprobado por el Consejo de Seguridad de la ONU en la Resolución 2231, la cual sigue siendo el marco legal internacional vinculante para la disputa sobre el programa nuclear iraní”, dijeron en un comunicado conjunto. Aún con este tipo de declaraciones es difícil augurar una negociación que llegue a buen término. Nassauer no es muy optimista, “Estados Unidos desea una rendición total de Irán, lo que no parece probable. Por eso todo puede terminar con dos opciones: cambio de régimen o guerra”.

Sin una alternativa clara a la vista, los misiles, los tanques, las amenazas y la retórica belicista se apoderaron de la región. Trump actúa como el niño gigante que derriba las piezas de la torre y mira desde lejos el caos. Israel e Irán se muestran los dientes en territorio ajeno, entre otras cosas, para probar quién esquiva más misiles. Rusia y China llamaron a la calma mientras que la canciller alemana, Angela Merkel, destacó la necesidad de fortalecer las democracias en una Europa que “ya no puede esperar a que Estados Unidos la proteja”.