Home

Nación

Artículo

Si bien darle continuidad al TransMilenio de la Décima al norte es importante, hacerlo en este momento podría infartar la ciudad y darle un golpe mortal a la columna vertebral de la economía de la capital.

MOVILIDAD

Alcalde, ¡pare la Séptima!

En una ciudad en obra negra y sumida en un caos de movilidad sería prudente suspender las obras de la vía insignia de Bogotá hasta que haya diseños definitivos, se mida el impacto de la obra y se aclare la suerte del metro.

11 de diciembre de 2010

Cuando se contrataron las obras de valorización en Bogotá, la alcaldía pensó que ese sería el mejor regalo para esta Navidad. Pero debido a las demoras de las obras y al polémico papel del Grupo Nule en la Fase III de TransMilenio, la ciudad terminó sumida en un tremendo caos.

Mientras que el grueso de las obras se entregarán entre mayo y julio de 2011, los bogotanos están a punto de quedar atrapados, pues este 27 de diciembre comenzarán las obras de construcción de la troncal ligera de la Séptima, que irá de la calle 32 a la 72. Para ese día se comenzará el cierre de varias cuadras y las obras tendrán una duración de 14 meses.

Con el inicio de este nuevo frente en la vía insignia de la capital se generarán traumatismos, por lo que varios sectores y gremios, como la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, Corposéptima, las universidades Jorge Tadeo y Javeriana, entre otros, le están pidiendo al alcalde Samuel Moreno suspender las obras hasta que se terminen todas las que están en curso y haya claridad sobre algunos aspectos que hoy generan gran preocupación.

El primero es el impacto negativo que tendrá la construcción de la troncal en una de las zonas donde más actividad y riqueza se genera en la ciudad, pues alrededor de esta arteria hay universidades, colegios, bancos, oficinas y la columna vertebral de la economía de servicios de la capital. Pensar que algunas cuadras quedarán incomunicadas por varios meses podría ser un golpe letal para cualquier negocio.

A esto se suma, según Juan Luis Moreno, director de la Sociedad de Mejoras, que el beneficio de la obra no está claro, por cuanto los usuarios de la Séptima tendrán que hacer un trasbordo en la calle 100; los cruces a la izquierda en las calles 60, 72, 76, 85 y 94 harán que las personas pasen más tiempo en los vehículos; la eliminación del contraflujo complicará el regreso al norte y congestionará aún más la Circunvalar, la 15 y la avenida Caracas, entre otros. Por eso, algunos sugieren que sería mejor esperar a que el Sistema Integrado de Transporte (Sitp) entre a funcionar y pruebe si puede o no solucionar la movilidad en este corredor con grandes buses, paraderos y menos rutas, o si es necesario hacer esta minitroncal. Entre tanto, los articulados podrían circular por la Caracas.

El segundo tema grueso es el temor que genera comenzar unas obras que al parecer no tienen los diseños definitivos, pues, según el contrato firmado entre el IDU y las constructoras El Cóndor y Sainc Ingenieros, se les da seis meses para tener los diseños definitivos. Algo que rechaza Néstor Eugenio Ramírez, director del IDU: "Es ridículo pensar que una obra de estas se va a iniciar sin diseños. Los hay en un 98 por ciento y solo falta hacer algunos ajustes que no afectan para nada la ejecución de las obras", dijo.

Sin embargo, se sabe que la misma Secretaría de Movilidad ha decidido que mientras no haya absoluta certeza de que no hay grandes redes que deban moverse y no esté definido el estudio de carga de las otras vías, no autorizará el comienzo de las obras.

Mauricio Rico, de Corposéptima, dijo a SEMANA que "los residentes están muy preocupados por esta improvisación. A menos de dos semanas de comenzar las obras no se sabe qué va a pasar con el contraflujo, cómo se va a manejar el tráfico durante los 14 meses de construcción, el predio para la estación de la calle 100 no está adquirido o qué alternativas va a tener la ciclovía de los domingos y festivos". Ni siquiera hoy los bogotanos saben dónde se va a trabajar y qué vías alternas tomar.

Finalmente, si la razón de construir un TransMilenio ligero es porque en un futuro allí va a haber un metro que va a responder por el grueso de los viajes de este sector, a hoy no se sabe si lo va a haber o no. Por eso, frente al actual infarto en el que se encuentra la ciudad por culpa de las obras y la falta de claridad, lo mejor es suspenderlas hasta que los bogotanos tengan la absoluta claridad de que esta es la mejor solución para la vía más hermosa y emblemática que tiene la capital.

En la campaña a la Alcaldía, Moreno se comprometió a no hacer TransMilenio por la Séptima. Construirla ahora, en medio de semejante caos, puede exacerbar los ánimos de millones de bogotanos que ya están desesperados con tanta inmovilidad.