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INVESTIGACIÓN

Así cayó la banda que iba a inundar Medellín con 10 millones de gomitas de LSD

Los 'reyes de la marihuana' lideraban el mercado de las drogas sintéticas en Cali, Medellín y Bogotá. Convirtieron el Cauca en una despensa; sus caletas eran sistemas inteligentes instalados en las calles de Medellín.

9 de febrero de 2018

Desde la carretera panamericana que cruza el Cauca se ven en el horizonte destellos de luces brillantes que cualquier turista desprevenido podría confundir con centros poblados. Es un espectáculo de neones que está a la vista de todos a pesar de que lo que encierra es uno de los negocios de narcotráfico más lucrativos de los últimos tiempos. 

Se tratan de los famosos cultivos hidropónicos en donde -teniendo como base una semilla holandesa de alta calidad- se produce un tipo de marihuana repotenciada, que tiene 30 por ciento más de tetrahidrocannabinol, el componente clave para los efectos de la mata, el que deprime el sistema nervioso. Si una libra de marihuana normal vale $500.000, esta ‘especie gourmet‘, conocida popularmente como cripy, puede valer hasta $3 millones. 

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Las luces de neón hacen parte de un sofisticado sistema de cultivos de flores importado de Antioquia, que permite que en estas pequeñas plantaciones las matas de marihuana crezcan el doble de rápido. Así las cosas, en este rincón del país se recoge tres veces la cosecha en un año.

La existencia de estas islas de marihuana visibles también desde el cielo se hizo pública hace dos años, época para la cual comenzó una investigación en la Fiscalía General de la Nación sobre el caso. Y por eso, la pregunta entre los que conocen los cultivos es ¿por qué siguen allí sin que nadie los intervenga?

La explicación de las autoridades es que los cultivos están camuflados en resguardos indígenas y en etiquetas de productos de tipo medicinal cuya regulación aún tiene muchas zonas grises en Colombia. No obstante, esta semana se dio uno de los golpes más fuertes en contra de los mercados de drogas para jóvenes estrato 6 de Cali, Medellín y Bogotá, que consumen buena parte de la marihuana de esos sofisticados cultivos.  

"En este punto estamos hablando de una nueva forma de sumisión en pleno siglo XXI a las comunidades indígenas y campesinas del departamento del Cauca que no podemos tolerar", cuestionó el fiscal general, Néstor Humberto Martínez. 

Las revelaciones de esta investigación llamaron la atención, no solo por unos avanzados sistemas de caletas urbanas sino por la crueldad de los delincuentes para generar adicción en consumidores cada vez más jóvenes. La Fiscalía calcula que están iniciando niños entre los 8 y 12 años. 

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En el operativo fueron capturadas 31 personas, incluyendo a José Jesús Garro Trujillo, el señalado capo de la banda que en los últimos años se estaba haciendo pasar como miembro de una comunidad indígena. Tiene antencedentes por tráfico de heroína en Venezuela, en donde fue condenado por un tribunal de Táchira a casi tres años de prisión en el año 2006.

Su hermano, Luis León, había migrado a La Julia, en el Meta, en donde estaba plantando el mismo modelo de producción de marihuana. Logró escapar del operativo realizado con el Ejército al parecer con ayuda de las disidencias de las Farc y ahora está prófugo de la justicia. Durante horas, los agentes uniformados fueron hostigados con disparos, lo que les impidió llegar a tiempo al centro de operaciones de Garro Trujillo. Sobre el caso se abre otro tentáculo y tiene que ver con el papel que estarían jugando las disidencias en el mercado de esas drogas.

Casi toda la marihuana tipo crypi que salía de las montañas de Corinto, Toribío, Caloto, Suárez y Morales, pasaba por Medellín, en donde la Oficina de Envigado hacía sus cobros antes de que pudiera salir al mercado. Para llegar a la capital de Antioquia, la marihuana tardaba entre dos y tres días entre trochas y vías alternas. Para evitar ser rastreados, los criminales enviaban sus teléfonos celulares a través de empresas de mensajería en el Cauca y los recogían en Medellín. 

La marihuana era de sus productos más vendidos, ya habían abierto sus fronteras al mercado de Brasil y Venezuela. Sin embargo, lograron diversificar su oferta con sustancias traídas de Holanda y España a través de Ecuador. Lograban entrar LSD líquido, éxtasis, pastillas, popper, cocaína y otras composiciones sintéticas que eran vendidas en universidades, fiestas electrónicas, colegios, oficinas públicas y privadas, y en los barrios más lujosos de Medellín. 

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En el catálogo de venta llama la atención, por ejemplo, un gotero que contiene una sustancia a base de LSD cuyo valor es de $1.500.000; una sola gota aplicada en el lagrimal tiene efectos por seis horas. También promocionaban gomitas y chupos de dulce, que rápidamente se convirtieron en los más apetecidos. Entre los documentos incautados en los allanamientos aparece una orden de compra por 10 millones de gomas y 1 millón de chupos, dulces que son impregnados de LSD y sacados a la venta.

Las caletas del siglo XXI 

La forma de vender estas sustancias no tiene punto de comparación con la imagen que hasta ahora se conocía del jíbaro ocultando la droga en cualquier parte de su cuerpo. Las calles de lujosos barrios de Medellín fueron transformadas para adaptar sofisticados circuitos de caletas, lo cual les permite a los expendedores no arriesgarse cargando más de la dosis permitida para repartirla a los compradores.  

Uno de los sistemas de consiste en materas electrónicas que se desplazan de su sitio para permitir la apertura de una caleta subterránea, que puede ser casi imperceptible para las autoridades (ver video). Los postes de luz también fueron adaptados con poleas manejadas a control remoto que permiten esconder la droga en las alturas, y solo cuando el comprador necesita recoger la droga, una canasta baja hasta sus manos y él deposita el dinero.

Para las solicitudes, que podían ser a domicilio, la banda habilitó un call center que funcionaba las 24 horas y llegaba a todos los rincones de la ciudad, incluidas universidades. Fueron más de 300 horas de grabaciones obtenidas por la Fiscalía, que permitieron establecer cómo se pedía y se entregaba la droga. 

Para sorpresa de los investigadores, en los allanamientos fue detenido un hombre como presunto jefe de distribución en Medellín, que a sus 70 años y con un cáncer terminal ya había sido capturado en reiteradas oportunidades. Sin embargo, ha sido dejado en libertad por sus delicadas condiciones de salud.

También detuvieron a un joven conocido como Richi, que para el momento del operativo estaba en el apartamento de sus padres en en Llano Grande. Con menos de 30 años, el joven compraba carros de alta gama, tenía un apartamento a pocas cuadras del de sus padres y vivía rodeado de millones y lujos. 

Lo que esta investigación dejó al descubierto tiene con los pelos de punta a la sociedad paisa. El alcalde Federico Gutiérrez emitió un mensaje en sus redes sociales mostrándoles a los padres de familia los empaques de dulces a través de los cuales se comercializan estas poderosas sustancias. Sin embargo, el asombro es mayor porque las dinámicas para atraer a los jóvenes han cambiado y ahora hay siembras improvisadas de marihuana gourmet  en los jardines, en las habitaciones y hasta en las salas de las residencias allanadas por la Fiscalía.