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| Foto: Defensoría del Pueblo

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Ataque al oleoducto de Caño Limón - Coveñas: el número 47 del año

En las veredas de Guamalito y El Cajón, en el Norte de Santander, los habitantes tienen que abastecerse de agua con carrotanques después de que se dañaran las fuentes hídricas y se tuviera que interrumpir el bombeo de petróleo.

29 de agosto de 2017

No es la primera vez que la población de Guamalito se ve afectada por un derrame de crudo provocado por un atentado en contra del oleoducto Caño Limón-Coveñas que atraviesa la región. Hace apenas 4 meses, otro ataque dejó sin agua a más de 3.500 personas asentadas en el municipio del Carmen del que hace parte Guamalito, en el Norte de Santander, y provocó graves daños ambientales en la zona.

Nuevamente, el lunes 28, Ecopetrol registró un atentado en la vereda El Cajón que forzó la suspensión del bombeo de crudo y provocó la activación de un nuevo plan de contingencia destinado a limitar las afectaciones producidas en las veredas de el Carmen y la Gloria.

De acuerdo con lo que reportó el defensor del pueblo de Ocaña, Nelson Arévalo, apenas se estaba concluyendo la limpieza del derrame anterior y su afectación a las fuentes hídricas cuando sucedió este nuevo agravio.

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En lo que va del año, Ecopetrol ha reportado 43 ataques en contra de uno de los más importantes oleoductos del país, de 780 kilómetros de largo, con una capacidad para transportar 210.000 barrilles diarios de crudo.

"La presión es algo impactante, la fuerza del impacto hace que el caudal del agua aumente unos 30 centímetros. Nadie se imagina como es ese bombazo y la presión del crudo. Las familias ganaderas van a tener que desplazar sus reces nuevamente y limpiar sus casas que resultan inundadas" aseguró Arévalo.

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Antonio Eli Quintana Cañizares es uno de los ganaderos que más han sido afectados por ambas explosiones. Por la vereda El Cajón, en la que habita, pasa el río que fue contaminado en agosto pasado, cuando se dañó la quebrada más cercana a la tubería atacada y por eso tuvo que desplazar sus reces hasta otro pastizal en el que cobran 8 millones de pesos mensuales por el arriendo de las tierras.

Ahora que esta nueva explosión afectó al caño de dónde cogía agua para su uso personal, tendrá que desplazarse permanentemente al Carmen para poder obtener líquido potable para alimentos o consumo, al igual que lo hacen los miles de habitantes que todavía dependen del abastecimiento de los carrotanques en el municipio.