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Claudia López reconoció que en el Congreso hay buenos parlamentarios que hacen bien su trabajo. | Foto: Archivo SEMANA

ENTREVISTA

“Al Congreso no vuelvo ni porque me paguen el Baloto”

Pese a que le faltan dos años en el Capitolio, Claudia López le confiesa a Semana.com que no volverá a lanzarse al Senado. “Es una gran escuela, pero no la repetiré”.

16 de junio de 2016

Cuando Claudia López se lanzó al Congreso prometió que sus redes sociales serían como un reality donde los ciudadanos se enteren que es lo que pasa con sus representantes. Con el tiempo, su Twitter se convirtió en el más incómodo para sus colegas, pues allí aparecían los que se ausentaban a las sesiones.

El jueves, en la aprobación del proyecto contra el ausentismo, Claudia llegó diez minutos tarde, los suficientes para que se aprobara sin su voto. En esta entrevista, la senadora da su versión, pero además se confiesa por lo vivido en dos años como senadora. 

Semana.com: ¿Se ausentó o no se ausentó del proyecto contra el ausentismo?

Claudia López: Que una sesión empiece a las 9:00 a. m. y a las 9:10 a. m. ya se haya aprobado un proyecto es excepcional, debería ser lo normal, pero no lo es. ¿Por qué lo hicieron? Porque esta es una victoria de los ciudadanos y los medios de comunicación que hicieron control político y señalaron a los congresistas ausentes. Yo publiqué la lista de asistencia, y ese control político los forzó a tener que cambiar el orden del día. Este jueves era la rendición de cuentas de la Comisión Primera, cambiaron el orden del día y programaron el debate. A las 9:00 a. m. yo estaba en la Comisión Primera de Cámara, que queda en otro edificio. Me tardé en llegar diez minutos. Cuando llegué, acababan de votar. Lo que querían era votar rápido, salir del escándalo, y además para que yo no alcanzara a llegar y cobrármela. Eso es parte de la jugarreta política, yo dejé constancia de mi voto positivo.

Semana.com: ¿Cree que fue una revancha por sus denuncias?  

C. L.: Aquí hay cosas de fondo. Esto es como el Ejército, hay una solidaridad de cuerpo. Nadie está acostumbrado a que un congresista diga lo que en verdad pasa en el Congreso. Todo el mundo es cerrado a taparse y a encubrirse. Yo no vine a eso. Aquí hay muchos congresistas a los que yo misma he denunciado. Yo vine a ser una ciudadana más, no se me ha subido el poder a la cabeza, soy la misma Claudia López que denunció la parapolítica.

Semana.com: Sus colegas dicen que usted miente con el tema del ausentismo. ¿Qué les responde?

C. L.: Mis redes sociales son para que la gente tenga una rendición de cuentas mía, 24 horas al día, siete días a la semana. Cualquier ciudadano sabe dónde estoy, qué estoy haciendo, cómo voté, qué propuse. Reporto muchas cosas buenas que pasan en este Congreso, buenos proyectos de otros congresistas, pero también reporto que la gente no llegó a trabajar, factura y se va, sabotea las sesiones, y eso les hincha porque rompe ese espíritu de cuerpo que se supone que ha sido la tradición aquí.  

(Podría leer: Las ausencias de Claudia López según el uribismo) 

Semana.com ¿Han servido sus denuncias?

C. L.: Demuestra que la democracia del siglo XXI está funcionando. Hace unos años bastaba que un congresista poderoso llamara a sus amigos, los directores de los medios, para tapar un escándalo, y no salía, y los ciudadanos no se enteraban. Pero gracias a la tecnología los ciudadanos tienen una herramienta que se llama redes sociales, mediante la cual pueden hacer control político directo. Así que, en vez de chillar tanto, los congresistas deberían acostumbrarse. Y esto va a seguir evolucionando. Eso quiere decir que el balance de poder entre los ciudadanos y los poderosos está cambiando.     

Semana.com: Pero sus colegas dicen que usted no tiene autoridad para hablar de ausentismo…

C. L.: Lo que demuestra es que hay revanchismo. Si me paro al baño, ausentismo; si voy de un edificio a otro, ausentismo; si voy a un programa de radio, ausentismo. Eso son los costos del debate político y los asumo. Desde siempre he tenido cuero duro. Ellos dicen que es el tono. Que me creo Juana la loca, como dijo Roy Barreras. Me han dicho verdulera, rastrera, eso sí es irrespetuoso, sólo por decirles que vengan a trabajar. Sólo nos piden trabajar cuatro horas en comisión y cuatro en plenaria, dos días a la semana. No tiene justificación que demos menos. Mientras yo esté aquí, mi voz y mis redes sociales servirán para que los ciudadanos se enteren de lo bueno, lo regular y lo malo que pasa en el Congreso.

Semana.com ¿Ha servido la denuncia en las redes para acabar con el ausentismo, o ese cáncer no tiene cura?  

C. L.: Siento que sí. Apenas llevo dos años. El control político ciudadano sí sirve y es eficaz. Fuimos los medios los que denunciamos la parapolítica y gracias a eso hoy el Congreso no tiene el 35 % de parapolíticos, tiene el 15 % de herederos de la parapolítica, pero redujimos en dos tercios el problema.

En el ausentismo, santistas y uribistas paralizaron dos semanas el trabajo del Congreso. La U y los conservadores, por quién sabe qué extorsión burocrática al Gobierno, por puesteros, y la bancada del Centro Democrático, rigurosa, juiciosa, cumplida y grandes aliados en lucha contra la corrupción, en el medio ambiente, les dio por la resistencia civil. ¡Dos semanas! Si esto no se hubiera vuelto viral y los ciudadanos no hubieran presionado, no habrían vuelto a trabajar. El ausentismo tiene consecuencias para la gente, pero aquí, como en la vida, lo más fácil es quedarse callado, y yo no voy a callar. No vine a taparme con la misma cobija.

Semana.com: ¿Se decepciona de lo que encontró en el Congreso?

C. L.: Esta es una gran escuela. Si a uno le gusta el servicio público, esto es como un doctorado a la décima. Aquí tienes que aprender de todos los temas, salud, transporte, educación, paz, economía. Si uno estudia, aprende mucho, se forma como estadista, conoce el país. ¿A qué horas habría ido a los rincones de Colombia que he podido visitar como congresista, y trabajar con la gente? Pero sí es muy decepcionante la lentitud con que se trabaja en el Congreso. Parece una bicicleta estática. Porque no vienen, no estudian los proyectos, llegan y no han leído por estar en peleas políticas. Eso frustra. El Congreso es una gran escuela, agradezco el aprendizaje, pero yo a esto no vuelvo ni porque me pagaran el baloto. Lo asumo como un doctorado, aprendí, aporté, estoy feliz de haber influido en cosas.  

Semana.com: ¿Por qué ha valido la pena ser congresista?

C. L.: Miro para atrás y hay cosas por las que valió la pena venir. Por haber sacado el plan de inversiones para la paz, asegurar que los colombianos van a recibir durante 20 años inversión. Me demoré un año para redactar ese artículo del acto legislativo para la paz, lloré de la emoción cuando lo aprobaron. Valió la pena por la ley de primera infancia, la vuelve política de Estado y nunca podrá disminuir la inversión para los niños. Fue iniciativa del Partido de la U y la apoyamos. Es un gran logro. Como la prima para las empleadas domésticas, que beneficia a un millón de mujeres humildes. Algo se logró, pero el día a día es frustrante y agotador. No me arrepiento, pero aquí yo no vuelvo.

Semana.com: ¿Ni siquiera si se lo piden sus más de 81.000  electores?

C. L.: Llevo toda mi vida dedicada al servicio público, he influido en la vida política colombiana más como ciudadana que como senadora. Tenía 19 años cuando promoví la séptima papeleta y logramos una Asamblea Constituyente, para eso no necesité ser senadora. Tenía 35 años cuando denuncié la parapolítica y metimos a 61 políticos corruptos a la cárcel. Yo vine aquí porque sabía que en estos cuatro años íbamos a tomar una decisión histórica, acabar la guerra y lograr la paz. Mmmm… lo pensé, dije prefiero influir desde adentro que quedarme estudiando en Chicago. Pero el Congreso, por una vez, que otros vengan a dar la pelea.  

Semana.com: ¿El Congreso es ‘nido de ratas‘ como dicen en la calle, o hay gente de verdad valiosa?

C. L.: Aquí hay mucha gente buena. Por lo menos el 40 % del Congreso no es gente buena, es excepcional. Gente seria, rigurosa, que le duele su región, que conoce los temas, que estudia, que propone. En todos los partidos. Tengo muchas diferencias con Paloma Valencia, pero ella es una parlamentaria extraordinaria. Iván Duque, María del Rosario Guerra, son extraordinarios. En el Partido Liberal, Viviane Morales es una gran parlamentaria, sin duda. Horacio Serpa. Juan Manuel Galán, Luis Fernando Velasco ha sido un magnífico presidente del Congreso. Las mujeres congresistas del Partido Conservador no paran. En La U, Roy Barreras, si no fuera tan payaso, a él realmente lo conmueve el tema de la paz, se lo creo, piensa, estudia, pero a veces hace unas salvajadas. Se hizo meter en La Habana porque de verdad cree que puede ayudar, le duele esta guerra. Hernán Andrade, Eduardo Enríquez Maya ¡qué hombre tan juicioso! Germán Varón, un gran líder riguroso, se mete en temas duros. Los cinco senadores del Polo, mis compañeros de bancada Verde. Aquí hay gente brillante.

Semana.com: Entonces ¿por qué tan mala fama?

C. L.: Porque el trabajo de ellos no se nota por cuenta de unos trogloditas que no hablan pero sabotean el quórum, o calladitos hunden los proyectos buenos. Y lo hacen por extorsión, para que les den el puesto, el contrato, y esa dinámica extorsiva de la política con Santos es mortal, porque es un presidente débil. La extorsión que no le han hecho las FARC se la ha hecho el Congreso, y mientras más débil es, más caro paga. Y él paga. Sólo que no paga con su chequera, sino con el presupuesto de los colombianos. Esa dinámica extorsiva mata este Congreso. Porque los 50 especialistas en esa extorsión paralizan, sabotean y oscurecen el trabajo de la gente excepcional que sí viene a trabajar.