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Coronel (r) Róbinson González del Rio no pudo cambiarse de celda. | Foto: SEMANA.

INVESTIGACIÓN

La ‘vuelta’ que le salió mal al coronel González

Después de protagonizar uno de los mayores escándalos en la historia del Ejército, el oficial volvió a sorprender.

13 de marzo de 2014

El coronel (r) del Ejército Róbinson González del Río se siente poderoso. Desde hace años ha utilizado el ropaje de uniformado y una supuesta cercanía al cuestionado general Rito Alejo del Río para hacer lo que quiere y ejercer presión.
 
Lo hizo en la cárcel militar de la PM-13 de Bogotá, donde estuvo recluido con todos los beneficios y comodidades. Está procesado por dos homicidios que entraron en la denominación de ‘falsos positivos’, pero eso no fue óbice para conservar sus fuerzas. Era allí desde donde hablaba con generales, algunos de los cuales lo animaban a montar “mafias” contra los fiscales que lo investigan.

Desde su cuarto en la cárcel utilizaba un teléfono celular con el que cuadraba negocios derivados de la contratación del Ejército.
Así por lo menos quedó registrado en grabaciones reveladas por SEMANA.
 
González del Río se presenta como sobrino del general Rito Alejo del Río. Tal vez por eso, y quizá por los secretos que guarda, se hizo importante entre un gran grupo de oficiales del Ejército que consentían sus actividades. Hoy también está procesado por presunto tráfico de armas.
 
El oficial, tras las denuncias de SEMANA, fue enviado a una de las celdas del pabellón de funcionarios de la cárcel La Picota. Allí se encontró con algunos de sus antiguos compañeros de armas, entre ellos el coronel Byron Carvajal, condenado por la masacre de Jamundí; el mayor Juan Carlos Rodríguez, alias ‘Zeus’, condenado por haber sido el jefe de seguridad del cartel del Norte del Valle.

También el coronel Luis Fernando Borja, condenado a 20 años por falsos positivos. Además lo acompaña el exgobernador de La Guajira Juan Francisco ‘Kiko’ Gómez, un concejal condenado por asesinar a su esposa y dos exfuncionarios del desaparecido DAS, entre otros.
 
González llegó allí y pronto quiso imponer el poder que tuvo en la PM-13. A comienzos de esta semana, la Fiscalía autorizó un allanamiento en su celda para ver si encontraban documentación importante o elementos prohibidos. Pero nada de eso halló. Días después, el mismo personal de La Picota estableció que González había cambiado deliberadamente de celda. Dicen allí que por una más confortable.
 
Se trata de una grave falta a las normas penitenciarias, pues un cambio de celda no es un tema que se pueda hacer voluntariamente. Un cambio de esa magnitud debe pasar por lo que se conoce en la cárcel como una junta de patios. Las directivas de la cárcel se enteraron de la anomalía y este miércoles fueron directamente al pabellón para reconvenir al oficial.
 
La respuesta fue subida de tono. Lo mismo que, quizá, ocurría en la cárcel militar cuando alguien osaba reprenderlo por sus excesos.

El director del establecimiento, César Ceballos, le recordó a González quién era el que establecia las reglas del penal y quién era el detenido. Por ello ordenó regresarlo a la celda que inicialmente se le asignó. El tema subió de tono, al punto de que las directivas del penal insinuaron recluirlo en una celda de castigo si no se cumplían sus órdenes. La nueva administración del INPEC y de La Picota llegó con la idea de poner orden.
 
El inconveniente fue conjurado pronto y en La Picota no permitieron los desórdenes a los que González está acostumbrado. Eso sí, queda claro una cosa: a donde quiera que vaya, González se convierte en una pesadilla. Nadie sabe cuál es su poder real y por qué lo protegen tanto. Pero esta vez la ‘vuelta’, como dicen en el Ejército, le salió mal.