Home

Nación

Artículo

oposición

El fenómeno

Carlos Gaviria le abrió las puertas a la izquierda para llegar al poder en el futuro. Pero si el Polo no sabe manejar el resultado, el éxito podría ser flor de un día.

27 de mayo de 2006

En una elección predecible, la sorpresa corrió por cuenta de Carlos Gaviria, el candidato del Polo Democrático Alternativo (PDA). El ex magistrado ni siquiera era favorito para ganar la consulta interna de su partido. Antonio Navarro, su competidor, siempre ganó las encuestas de los analistas, que pronosticaban un resultado 'natural' para la izquierda en 2006: un tercer lugar con una votación cercana al millón de votos.

Carlos Gaviria pulverizó los pronósticos. Venció a Navarro y el inesperado ascenso a la candidatura del Polo se volvió una bola de nieve. En cada encuesta trepó más. Derrotó a Horacio Serpa y se convirtió en el candidato de la izquierda más votado de la historia de Colombia; 2.600.000 votos. A los 69 años, el mayor de los candidatos se ganó una imagen de renovación ante los jóvenes, quienes en buena medida llenaron el centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada para escuchar el parte de victoria de Gaviria. "No nos sentimos derrotados, a pesar de que el ganador fue otro, porque la derrota tiene la dignidad que la victoria no merece", dijo en su discurso, en el que anunció que se convertirán en la principal fuerza de oposición y alternativa de poder para el futuro, si se mantien unidos.

Ser la segunda fuerza electoral fue la meta que el Polo se fijó al comenzar la contienda, cuando vencer a Uribe parecía imposible, pero no al Partido Liberal. Precisamente superar a un Serpa siempre asociado con el sector más progresista de ese partido, es otra victoria y un paso hacia el poder.

Hasta 2006, los candidatos de izquierda tenían una naturaleza simbólica. Su victoria en elecciones presidenciales nunca había estado en los cálculos. Con el resultado de Carlos Gaviria, ya se plantea que en 2010, un Polo consolidado y un retorno del péndulo desde el uribismo desgastado puede hacer posible un triunfo. Es casi seguro que Gaviria no será candidato en 2010 por su edad -tendrá 73 años- y por decisión personal. Pero el ex magistrado fue el líder que le abrió la puerta a la izquierda hacia su consolidación como alternativa de poder. La volvió viable.

El futuro del proyecto político que en esta elección lideró Gaviria no se limita a lo electoral. "Aquí hubo un salto cualitativo", dijo el analista León Valencia. "El escenario político hacia adelante se puede parecer al de España, agrega Antonio Navarro, donde hay dos grandes bloques de izquierda y de derecha: el PSOE y el PP". Esto equivale a pronosticar la desaparición de los partidos tradicionales y el surgimiento de una nueva estructura política, con dos grandes corrientes opuestas: el uribismo y el Polo. "De un escenario con partidos del siglo XIX, estamos pasando a otro con partidos del siglo XX", dijo Otty Patiño.

La gran pregunta es si el fenómeno de Gaviria tiene largo alcance. Si significa, en otras palabras, un peldaño superior después de la creación del Polo y los triunfos de Luis Eduardo Garzón y Angelino Garzón en 2003. Y que en 2010, en consecuencia, podría rematar con una victoria que se constituiría en la versión colombiana del reciente giro a la izquierda de América Latina.

Ese escenario es factible, pero no está asegurado. El PDA tiene todavía muchas debilidades que superar. Hay corrientes diversas que pueden llegar a ser antagónicas. En el reciente paro de transportadores de Bogotá, que desafió al alcalde polista Lucho Garzón, el gobierno distrital recibió más apoyo de los partidos de oposición, que del Polo. En las elecciones de marzo, la confección de las listas generó agrias disputas que se reflejaron en un resultado mediocre.

Otro interrogante tiene que ver con el liderazgo del partido. Carlos Gaviria le ha dicho a todo aquel dispuesto a oírlo que no desea seguir en la brega política, pero tendrá presiones para seguir adelante. El capital que implica su alta votación del domingo no se puede despreciar. Sin embargo, es más fácil imaginar a Gaviria en un papel de unificador,y líder natural, que de gerente de la minucia diaria de la política o de candidato presidencial perenne. A pesar de que con el triunfante resultado de Gaviria, la izquierda, por primera vez en muchos años, logró un liderazgo visible, a mediano plazo tiene que inventarse un relevo.

El candidato obvio es Luis Eduardo Garzón. Fue el precursor del actual proceso, con la candidatura presidencial de 2002 bajo el paraguas del Frente Social y Político, que tuvo en sus filas a Gaviria. Como alcalde de Bogotá tiene aceptación y su imagen es una de las más altas entre los personajes públicos. Pero no está claro, a pesar de lo anterior, que Lucho reúna a toda la izquierda. El episodio con su candidata para encabezar la lista del Senado, María Emma Mejía, es elocuente sobre las diferencias que existen entre su pensamiento y el de los demás en el Polo. La bien calificada gestión de Garzón en la Alcaldía no fue utilizada por la campaña de Gaviria como un argumento electoral. Paradójicamente, el presidente Uribe trató de pescar más en ese río revuelto y se refirió varias veces al "buen equipo que hemos hecho con el Alcalde".

Y está, finalmente, la pelea ideológica. Hay una corriente más radical y otra más centrista. Antonio Navarro niega la existencia de dos izquierdas que reproducen en Colombia la división de los gobiernos socialistas latinoamericanos. Pero Lucho Garzón comparte el diagnóstico. Las discrepancias no solamente tienen que ver con las posiciones frente a las propuestas de solución a los problemas del país, sino con la estrategia política a seguir. ¿Qué tanto abrir el Polo a figuras que vienen de otras fuerzas? La profundidad de la división que genera estas preguntas saldrá a flote en el Congreso del partido que tendrá lugar en octubre próximo.

La definición de la línea ideológica futura se volverá a tropezar con la actitud que debe asumir el Polo hacia la guerrilla. Aunque en la campaña que acaba de terminar, Carlos Gaviria fue enfático en el rechazo a la lucha armada, sus enemigos sacaron provecho de la ambigüedad con que en el pasado la izquierda defendió "todas las formas de lucha". Si el ELN llega a un acuerdo de paz, ¿tendría cabida en el Polo? ¿Influiría en los debates internos hacia una radicalización? ¿Y las Farc? ¿Qué significado tiene que por primera vez en muchos años no hayan atentado contra las elecciones, justo cuando había una candidatura de izquierda atractiva? ¿Tiene el auge electoral el efecto de disuadir la violencia porque demuestra que la vía política sí funciona?

El PDA es uno de los grandes ganadores del proceso electoral de 2006. Multiplicó por cuatro su votación, se ganó con Carlos Gaviria un líder de proyección nacional y se afianzó como gran protagonista de la política. También aprendió lecciones. Que "la unión hace la fuerza", por ejemplo, como afirma Antonio Navarro. Más allá de la figura atrayente de Gaviria, en esta candidatura presidencial por primera vez estuvieron reunidos todos los grupos de la izquierda, a pesar de sus discrepancias históricas, personales e ideológicas. Y les fue mucho mejor que cuando cada facción hacía rancho aparte.

Mantener la unidad es un enorme desafío y una condición necesaria para continuar con el impulso, y eso deberá quedar claro en octubre, cuando se reúna el congreso del partido para definir el futuro. El Polo, bajo la jefatura natural de Gaviria, deberá también hacer una oposición inteligente al gobierno de Álvaro Uribe, y ratificar en 2007 las victorias electorales alcanzadas en los comicios locales de 2003. Estos retos serán clave para mantener la tendencia. Es decir, para definir si el sorprendente resultado obtenido por Carlos Gaviria el domingo pasado es flor de un día o forma parte de una tendencia de largo alcance. n