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Antonio García y Pablo Beltrán, voceros del ELN, hablaron desde Caracas (Venezuela). | Foto: AFP

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Y los secuestrados del ELN ¿qué?

Fuentes militares aseguran que serían tres las personas retenidas por el grupo guerrillero. Muchos se preguntan qué pasará con esa macabra práctica.

30 de marzo de 2016

Tras el inicio de las negociaciones de paz entre el Gobierno y el ELN este miércoles, hay un punto que no se ha considerado claramente: ¿qué va pasar con el futuro inmediato de las personas que actualmente están bajo el poder de este grupo insurgente?

En los últimos días, en el país se registró con estupor cómo ese grupo guerrillero continuaba haciendo secuestros extorsivos, como en el caso del alto consejero para la Gobernación de Norte de Santander, Ramón José Cabrales, que cobró su libertad la semana pasada después de que su familia canceló una millonaria suma de dinero.

Para nadie es desconocido que el secuestro ha sido –junto a la extorsión– una de las principales fuentes de financiación del ELN. Semana.com constató que, actualmente, el ELN tendría en su poder, al menos, tres secuestrados. Dos de ellos confirmados por altas fuentes militares y otro denunciado por la Defensoría del Pueblo.

Uno de ellos es el patrullero de la Policía Héctor Germán Pérez, que habría sido retenido por esta guerrilla el pasado 20 de marzo en el sur de Bolívar. Su detención se produjo horas después de que miembros de esa estructura dejaron en libertad al cabo Jaír de Jesús Billar, que duró un mes y medio en poder del grupo guerrillero.

El patrullero Pérez fue interceptado por varios hombres armados cuando se movilizaba, vestido de civil, en una motocicleta por la vereda El Polvillo, del municipio de Tiquisio (Bolívar). Sobre este caso, quizás por la presión mediática, el plenipotenciario del ELN Israel Ramírez, más conocido como ‘Pablo Beltrán’, aseguró este miércoles que pronto sería liberado.

Pero aunque este es el hecho más sonado en este momento, fuentes del Gaula Militar confirmaron a este portal que investigan el secuestro del minero Mario Moreno Rondón, que ocurrió el pasado 21 de marzo en Durania (Norte de Santander).

Moreno habría sido retenido por hombres armados cuando se movilizaba en su carro. Desde el 23 de marzo pasado, las autoridades ofrecen una recompensa de 20 millones por cualquier información que conduzca a su paradero.

Pero este no es el único posible secuestro. Este mismo miércoles la Defensoría del Pueblo reveló que el ELN tendría en su poder al hijo de una desmovilizada. El pequeño tiene dos años y nueve meses.

De acuerdo con el organismo, el bebé estaría en manos del frente ‘Cacique Calarcá’. Sin embargo, ‘Pablo Beltrán’ aseguró que “sobre el rumor de un niño separado de su madre, creemos que hay mucho de falsedad y no conocemos ese caso”. 

El secuestro, el lunar de los diálogos con el ELN

El ELN puso el dedo en la llaga. Durante los dos años que duró la fase exploratoria entre el Gobierno y esa guerrilla, el secuestro envenenó, en más de una ocasión, la oportunidad de que las partes concretaran algo. Hoy, cuando florece la oportunidad de sellar el fin del conflicto con una segunda guerrilla el interrogante que queda es: por lo pronto, ¿dejarán de secuestrar?

Para nadie es un secreto que los últimos meses no han sido fáciles en la lucha contra ese grupo insurgente. Ataques, secuestros y asesinatos reviven los temores del precio de negociar en medio del conflicto.

El secuestro político como arma de guerra ha protagonizado los más oscuros capítulos del conflicto armado en el país. El ELN no ha sido ajeno a esa práctica. Para la historia quedó el más alto número de secuestrados que llegó a tener el frente Carlos Alirio Buitrago, que operaba en el 2001 entre la autopista Medellín- Bogotá. 

Hace tres años las FARC sembraron un precedente del cual hoy no se tiene certeza de que pueda volver a ocurrir. Antes de instalar la Mesa de diálogo con el Gobierno en Oslo, estando en fase exploratoria, anunciaron que no volverían a recurrir al secuestro extorsivo.

El tema para los críticos de la negociación, entre los elenos y el Gobierno, empezó a tomar relevancia desde cuando se supo que el ingeniero Ramón José Cabrales pagó su rescate. La acción les resulta incoherente cuando viene de una guerrilla que dice querer la paz.

“Dejaron libre al doctor Cabrales mediando. Al parecer pagó por su liberación, y entonces: ¿cómo aceptar el cumplimiento de esa condición?, ¿qué confianza se puede tener cuando el ELN sigue asesinando y secuestrando. Más aún cuando exigen un monto para liberar a una persona”, dijo el procurador Alejandro Ordóñez una vez conoció las intenciones de poner en marcha otra mesa de diálogo.

Para los expertos en el tema, hay que dar un “compás” de espera. “En la medida en que arranque la negociación las partes irán resolviendo esos temas. Los actores presionarán para solucionar un asunto que es doloroso”, manifestó el politólogo Germán Ayala.

El problema es que el secuestro es parte de la horrenda lógica de la guerra. Como dijo en algún momento Todd Howland, exrepresentante de la alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU en Colombia, “cuando hay conflicto hay contradicciones”.

Una de ellas la reseñó el investigador experto en conflicto Luis Eduardo Celis: “Ellos dependen económicamente de eso. Consideran que es importante para su economía”. Otro factor es la estrategia que viene utilizando esa guerrilla en la negociación: “Tomaron la decisión de no hacer ningún gesto unilateral. Están afincados en la idea de que todo tiene que ser bilateral y discutido”, agregó.

De ahí que empiecen a surgir los interrogantes de cuál va a ser el giro que dará el conflicto en Colombia. Al flagelo del secuestro le esperan cuatro escenarios: 1) la práctica puede seguir en marcha dado que la negociación se adelanta en medio del conflicto. 2) Para evitar desconfianzas en la negociación, sin hacer un anuncio, el ELN puede optar por suspender la práctica. 3) Que el ELN, aprovechando que la discusión con las FARC va en el punto del fin del conflicto, empiecen a discutir ese tema y terminen en un anuncio de no secuestro. 4) Esperar el ritmo que tome la mesa en Ecuador hasta que el tema del secuestro llegue.

Lo que las partes tienen que tener claro es que, como dice el dicho popular, “tanto va el cántaro al agua, que al fin se rompe”. La confianza que tienen los colombianos en las negociaciones no está para más pruebas. Y es que una de las principales apuestas políticas del presidente Juan Manuel Santos es vista por los colombianos con escepticismo, el cual sigue creciendo a pesar de que el Gobierno asegura que todo va viento en popa.

“La negociación nace con unos problemas muy grandes de credibilidad pública. La opinión ve con muchas dudas la posibilidad de apoyar unos diálogos de paz empañados por el secuestro, el asesinato de policías y la extorsión. Por eso el Gobierno debería ser mucho más exigente con el ELN”, manifestó el senador por el Centro Democrático Alfredo Rangel. 

El punto de partida, una vez hecho el anuncio de la formalización de los diálogos, es ver qué va a pasar con el secuestro a medida que avance la negociación. En ese sentido, la palabra no sólo la tendrá el Gobierno, exigiéndoles abandonar el secuestro, o los hombres comandados por Nicolás Rodríguez Bautista, ‘Gabino’, mostrando un gesto de buena voluntad, sino también la ciudadanía colombiana exigiendo que se abandone esta práctica.

“Es un punto muy sensible para  cualquier proceso de negociación (…) el Gobierno ahora tiene que elevar la exigencia de la liberación de los secuestrados y la absoluta renuncia al secuestro como instrumento de acción económica y política. En eso tiene que ser acompañado por la opinión pública, porque los colombianos no pueden seguir expectantes a resultados en la Mesa sino que tienen que intervenir con sus demandas”, señaló Moritz Akerman, garante de la sociedad civil en los diálogos entre el gobierno de Álvaro Uribe y el ELN. 

En cualquier caso: amanecerá y veremos. El motor de la paz con el ELN apenas se encendió y lo único que queda confirmado es que hay otro proceso en curso que empieza a tomar forma, y sólo el desarrollo de los diálogos empezará a disipar las dudas sobre si el ELN abandonará el secuestro y dejará ver muestras tangibles de sus intenciones de paz.