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| Foto: Archivo Particular

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La verdad detrás de la foto de Jesús Santrich y su teléfono celular

La imagen del jefe guerrillero con su mirada fija en la pantalla del móvil despertó suspicacias en las redes sociales, a raíz de sus problemas de visión. Esta es la explicación y la realidad que padece el líder guerrillero.

22 de mayo de 2017

Sentado en medio de dos hombres que también tienen sus miradas clavadas en las pantallas de sus celulares retrataron al jefe guerrillero Jesús Santrich. La escena sería la misma de cada aeropuerto antes de despegar, sino fuera porque el lente captó a uno de los hombres más mediáticos que ha tenido las Farc desde que se sentaron a negociar en Oslo.

El país recuerda a Santrich, entre otras cosas, por ser un hombre de posiciones duras, sobre todo cuando comenzaron las negociaciones con el gobierno hace cuatro años, esas mismas que dejaba salir a través de comentarios sarcásticos. Pero Santrich también genera recordación por detalles de su personalidad: pañoletas en el cuello, un inconfundible acento costeño, y unas gafas oscuras que nunca abandona debido a sus problemas de visión. Quizás por eso, no fue fácil que los pasajeros pasaran de largo sin voltear la mirada. El guerrillero, como cualquier otra persona dentro de la cabina, estaba sentado manipulando un teléfono celular.

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La fotografía se viralizó y en cuestión de segundos empezó a levantar suspicacias que rápidamente encontraron eco en un sector político que no termina de simpatizar con los acuerdos de paz que se firmaron con las Farc. "Si Santrich es ciego yo soy astronauta", trinó el presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos, José Félix Lafauri.

A su comentario se sumó una cascada de mensajes en las redes sociales que apuntaban en la misma dirección: "El ‘cieguito‘ Santrich leyendo sus mensajes de texto. Así es todo!", "¿Y Santrich no era ciego? ¿Otra de las mentiras de las Farc? O ¿es que la impunidad le devolvió la vista?", se lee en un post del Centro Democrático en la red social Instagram.

El problema genético de Santrich

Lo cierto, sin embargo, es que desde hace años el jefe guerrillero sufre de una ceguera provocada por el Síndrome de Leber, que afecta los nervios ópticos. "Infortunadamente me tocó recibir esa herencia genética y tengo un punto de luz en el ojo izquierdo, pero no tengo imagen. No soy ciego de nacimiento sino que con el tiempo fui perdiendo la vista. Pero no tengo muchas complicaciones con eso", contó a Semana.com.

Aunque en un principio el braille fue la herramienta que tenía a la mano para comunicarse con más facilidad, "la tecnología ha avanzado mucho". Primero se defendió con el software Jaws del Blind and Low Vision Group de la compañía Freedom Scientific de San Petersburgo. Un lector de pantalla para ciegos o personas con visión reducida.

AuxDeco fue un regalo que le hizo la exsenadora Piedad Córdoba y que le permite identificar la geometría de los objetos que lo rodean y la distancia de los mismos. Es el más notorio de los elementos que suele llevar. Por eso fue que hace un mes durante foro en la Universidad del Atlántico se volvió su dolor de cabeza.

Estudiantes que asistieron al evento relataron en diferentes espacios radiales que el jefe guerrillero tenía incorporada una cámara en una especie de balaca negra que llevaba en su frente. Sin embargo horas después, su fotografía contrastaba con la de un hombre asiático que llevaba el mismo aparato y que aparecía alojada en la página web Eye PlusPlus.

"Lumbreras, este es el dispositivo para invidentes AuxDeco. El bastón si seguro es un súper transmisor satelital", trinó el jefe guerrillero acompañado de una imagen con el dispositivo del que se vale para ubicarse.

Como respuesta a las críticas que despertó la fotografía el jefe guerrillero explicó que actualmente utiliza el sistema Voice Over en su teléfono móvil. "Es un programa que lee los textos, los mensajes escritos y las notas de internet. No lee imágenes pero es muy útil porque te libera de depender de alguien más. Puedes usar el dictador o puedes escribir porque él te dice cuáles son las letras, las frases o las palabras de acuerdo con la programación que se le dé", explicó.

La discapacidad no ha sido un impedimento. Lee braille y escucha audiolibros: "Iván Márquez es uno de los que más saca tiempo para leerme noticias y literatura". Y agregó: "No podemos seguir envenenando el alma, estigmatizando y utilizando la situación particular que pueda tener alguna persona o deficiencia para demonizarla".

Santrich empezó a cultivar la fama de irónico la primera vez que el país lo vio en la televisión, el 18 de octubre del 2012, día en que se instaló el proceso de paz en Oslo, Noruega. Allí, al lado del jefe de la delegación de las FARC, hizo de las suyas y le bastaron muy pocos minutos para darse a conocer.

El proceso se instaló con cierto traumatismo. El discurso la guerrilla generó un enérgico rechazo del jefe negociador del gobierno, Humberto de la Calle. Cuando el salón de prensa del hotel Hurdalsjoen, en las afueras de Oslo, estaba más encendido, Santrich fue el encargado de replicarle a De la Calle y, recordando una letra de un merengue de Juan Luis Guerra, entre sonrisas, le dijo: “Tranquilo, Boby, tranquilo”.  

Con esa frase, en lugar de calmar las aguas, las agitó. Y más aún cuando salía del salón. Un periodista de la Televisión Española le acercó el micrófono a Márquez y preguntó si las FARC pedirían perdón a las víctimas. Márquez abrazó a Santrich y le preguntó: “¿Usted qué piensa, Santrich?” Y Santrich respondió, cantando, con el tristemente célebre “Quizás, quizás, quizás”, que generó indignación entre víctimas y críticos del proceso de paz.