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¿Es posible una negociación entre el gobierno Santos y las Farc de Timochenko?

CONFLICTO

La paz difícil

Círculos intelectuales y de la sociedad civil advierten que ha llegado el momento de empezar a considerar la posibilidad de un final no militar del conflicto armado.

10 de marzo de 2012

¿Está cambiando la marea? Despacio, pero firmemente, cada día más voces hablan en público de que puede estar acercándose la hora de un final negociado a 48 años de conflicto armado. Aunque aún alza la cabeza tímidamente y son gigantescos los obstáculos y formidables sus opositores, la paz, un tema prácticamente tabú en los últimos años, está de vuelta en el debate público.

La semana pasada un centenar de intelectuales, por iniciativa de la revista digital Razón Pública, envió una carta abierta al presidente Santos. "Diversas señales permiten pensar que está aflorando el sentimiento de que la prolongación de la guerra es un propósito que no tiene sentido", dijeron, llamándolo a "la audacia política" y sugiriéndole que la iniciativa que mostró con la Ley de Víctimas y la normalización de las relaciones internacionales se dirija "también a la búsqueda de la superación del conflicto interno mediante el diseño de una política que permita conversaciones serias y claras con la insurgencia". Los firmantes son destacados académicos nacionales y extranjeros. Una iniciativa de este calibre hace mucho no tenía lugar.

La exsenadora Piedad Córdoba dijo que es hora de que el presidente le dé "guiños no solo a las Farc sino al ELN", para iniciar acercamientos discretos, sin despejes, y pensar en medidas que atenúen la violencia y lleven a una tregua y, eventualmente, a una negociación.

A raíz de los diez años del fin de las negociaciones del Caguán, un grupo de académicos del Cinep, el Instituto de Paz del Congreso de Estados Unidos y las universidades de Los Andes y Georgetown publicaron un documento en el que, a partir de las "lecciones del Caguán" proponen empezar a pensar cómo podría ser una paz futura. "Hay que 'descaguanizar' la agenda de negociación. Hay que ver el pasado, los errores, pero hay que insistir en una salida política", dijeron a SEMANA.

Estas y otras manifestaciones responden a dos cambios de fondo. Primero, es evidente que, con la llegada del presidente Santos, se pasó del discurso de aniquilación de la guerrilla a otro en el que, además de mantener la ofensiva militar, la paz es ahora una "llave en un bolsillo". Y el cambio no ha sido solo de tono: como lo señala la carta de los intelectuales, la Ley de Víctimas, pese a sus limitaciones, y la normalización de relaciones con el vecindario pueden llegar a ser trascendentales hacia un final pactado. Por algo se dice que el viaje a Cuba del presidente Santos no solo tendría que ver con la Cumbre de las Américas sino con explorar la disposición de dos intermediarios claves en una eventual negociación: Castro y Chávez.

Segundo, el tono y el lenguaje también están cambiando al otro lado: el número inusual de comunicados de las Farc (van seis este año), la anormal rapidez con la que han reaccionado a ciertos hechos y, sobre todo, su anuncio de suspender el secuestro extorsivo y liberar a los uniformados cautivos y su aceptación a discutir las normas del derecho internacional humanitario, son muestras de que algo de fondo está pasando en el interior de esa guerrilla. Estos últimos anuncios, además, pese a la calculada cautela con que fueron respondidos por el presidente, han generado expectativas en sectores de la intelectualidad y la sociedad civil sobre nuevas posibilidades de una solución no militar al conflicto armado.

Ciertamente, la gran mayoría de la sociedad mantiene una profunda desconfianza frente a las Farc y teme que estas puedan aprovechar cualquier diálogo para tomar aire. Hay sectores recalcitrantes que consideran que todo partidario de la paz le hace el juego a la guerrilla. Y el gobierno mismo no tiene mucho margen de maniobra, entre el deterioro de los índices de seguridad, la escalada de acciones guerrilleras y el uribismo poniendo el grito en el cielo.

Sin embargo, más allá de estas innegables realidades, es indudable que algo está cambiando en la ecuación de la paz y la guerra en Colombia y que cada vez más voces así lo perciben. Hasta ahora se trata de voces académicas y de la sociedad civil. Pero pueden ser un indicio de que el péndulo, que por una década osciló hacia la confrontación total -y puso a las guerrillas en situación de derrota estratégica- puede ahora estar empezando su vaivén en sentido contrario.
Las cosas han cambiado mucho en estos diez años y hablar de paz hoy será muy distinto de entonces. Lo esencial es que la sociedad abra el debate. Como escribió hace poco en el Miami Herald Silke Pfeiffer, directora del proyecto Colombia/Andes del International Crisis Group, una organización de análisis de conflictos: "Más que cualquier otra cosa, para que una política de paz gubernamental funcione, requerirá de una sociedad abierta a la idea de un final no militar del conflicto". Es obvio que hoy no existe tal consenso mayoritario. Pero se acumulan los síntomas de que llegó la hora de abrir la discusión.