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Astrid Helena Cristancho | Foto: Cortesía para Semana.com

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La exreina que se cansó de los malos tratos del defensor

Astrid Helena Cristancho, la exsecretaria privada de Jorge Armando Otálora que renunció el pasado viernes, fue señorita Cundinamarca y tiene una gran trayectoria como abogada.

23 de noviembre de 2015

Fue reina de Cundinamarca en el 2005. Sus escasos 23 años, sus 1,75 de estatura, su inteligencia y su bilingüismo hicieron que el jurado creyera que no había nadie mejor que Astrid Helena Cristancho Palacios para representar a ese departamento en el Reinado Nacional de Belleza de ese año.

Aunque la barranquillera Valerie Domínguez se llevó la corona, esta bogotana se ganó el corazón de los colombianos con su carisma, el color castaño de su cabello y sus ojos color miel. De su belleza no había duda.

Desde ese momento se le abrieron todas las puertas para ingresar a los medios de comunicación. Sin embargo, eso no era lo que quería. Siempre supo que su deseo era ejercer la profesión de abogada, de la que se graduó poco antes de ser parte del reinado.

Astrid Helena logró un trabajo como monitora de derecho laboral en la Universidad Externado –donde estudió–, luego hizo parte de una ONG de Derechos Humanos, laboró en la Superintendencia de Salud, dictó clases en distintas universidades y trabajó con una oficina de abogados en Europa un par de años.

Su experiencia y gran trabajo hicieron que en julio del 2013, el defensor del pueblo, Jorge Armando Otálora, la viera como la más opcionada para que fuera su secretaria privada. Y no era para menos. Él le dio un par de clases en la Universidad Externado y conocía muy bien su manera de trabajar.

Desde cuando pisó las instalaciones de la Defensoría del Pueblo, Astrid Helena fue advertida por su antecesora de lo difícil que sería trabajar cerca a Otálora. No estaba lejos de la realidad, pero Astrid decidió correr el riesgo porque su foco estaba puesto en trabajar para la comunidad desde la Defensoría.

“Desde cuando llegué a trabajar con el defensor me di cuenta de que era un poco grosero, pero siempre pensé que era por su fuerte temperamento. Sin embargo, pasó el tiempo y las cosas seguían igual (…) Los peores momentos eran cuando me decía ‘boba’ o ‘usted no sabe nada’. (…) En reuniones con personal externo a la Defensoría me llegó a tratar muy feo y a decirme ‘cállate, que no sabes’ o ‘Las mujeres no entienden de eso’”.

Las actitudes del defensor cada vez eran más insoportables. Según contó la exreina a Semana.com, Otálora siempre era muy crítico con la apariencia de sus funcionarias.

“Aunque para el defensor no importa el género ni el rango, con las mujeres hacía comentarios que terminaban hiriendo. ‘¿Qué es ese bolso?’, ‘¿Qué es esa ropa?’, ‘¡Cómprese un bolso decente!’, ‘¡Qué es esa pinta!’, ‘¿Llegó en volqueta, que está despeinada?’, les decía a algunas. Él no tenía por qué meterse con eso, cada persona verá cómo se arregla. Es cuestión de respeto”, contó.

Y a pesar de que con su trabajo siempre se sintió útil y que ayudaba al país, Astrid soportó esa situación hasta el pasado 20 de noviembre cuando presentó su carta de renuncia.

“No es por nada, pero el éxito de Otálora como defensor es también gracias al profesionalismo del equipo. Todas las personas que trabajan en la Defensoría han sacrificado su familia, su salud, todo…”, dijo.

Astrid aprovechó para responder a las críticas de quienes aseguran que los gritos son un asunto normal de las organizaciones. “Si es normal que todos nos gritemos, estamos muy mal. La paz empieza desde ahí”.

El detonante

La incapacidad del defensor Jorge Armando Otálora para reconocer sus errores y bajar la cabeza llevó a Astrid a renunciar a su cargo de secretaria privada. Lo hizo el viernes 20 de noviembre del 2015 y con eso ratificó las denuncias sobre lo que ocurre en el interior de esa entidad.

Astrid rompió las cadenas del miedo después de que los columnistas Daniel Coronell y Juan Diego Restrepo destaparon los presuntos maltratos a los que se veían sometidos los funcionarios de este organismo por parte de Otálora. Aunque Astrid Cristancho esperó que el defensor ofreciera disculpas y prometiera cambiar su actitud déspota y grosera, sufrió una decepción más porque esto nunca llegó.

“Cuando se destapó todo yo estaba de vacaciones. Volví y el defensor se reunió conmigo. Pensé que me iba a reconocer que se había exaltado, pero no, todo lo contrario, me sentí amenazada. Me dijo que no saliera a respaldar a Coronell ni al exdefensor Osorio (uno de los denunciantes) con lo que decían. Le dije que no más, y que no podía creer que en vez de bajar la cabeza, siguiera más altivo”, contó Astrid a Semana.com.

Pero eso no fue lo único. En esa reunión Otálora le pidió a la exreina que le agradeciera, pues gracias a él ella tenía un empleo. “Se atrevió a decirme que por él también viajé a Europa, cuando eso no fue así. Eso lo dijo porque yo una vez lo acompañé a un evento en Suecia, pero él me llevó porque conocía mis capacidades como profesional y porque servía de traductora, no porque sí”, contó.

A pesar de lo sucedido, Astrid Helena cree en el defensor y en su honradez. Para ella, es momento de que Otálora tenga la valentía de darle la cara al público, reconocer sus errores y darles ejemplo a los colombianos.

“Él tiene una responsabilidad muy grande, pues divulga la protección de derechos humanos. Lo que él haga es muy positivo o negativo para el país. (…) Yo creo en la capacidad humana de cambiar y sacar el mejor provecho a los momentos de crisis”, puntualizó.

Con todo, Astrid había desaparecido del foco de las cámaras y las luces desde su época de reina. Siempre quiso manejar un bajo perfil y hacer bien su trabajo como abogada. Pero salió de su anonimato cuando fue capaz de renunciar al cargo con una misiva que ocupó grandes espacios en los medios de comunicación del país. En ella soltó una frase que aun retumba en la sede de la Defensoría: “No me cabe más miedo en el cuerpo y en el corazón”.