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¿Hay que revivir el Tribunal de Aforados?

Viviane Morales, Claudia López y Angélica Lozano han recordado la guerra que Leonidas Bustos le hizo al organismo que pretendía juzgar a los magistrados y que la Corte tumbó. López lo señala de ser el “ñoño de la Justicia”.

17 de agosto de 2017

Apenas se conoció que Leonidas Bustos era uno de los ex magistrados mencionados por Leonardo Pinilla, en el Congreso muchos tuvieron el mismo recuerdo. Un par de años atrás, el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia era el mayor activista en contra del acto legislativo de equilibrio de poderes. El proyecto, impulsado por el gobierno como un segundo intento de reformar la justicia, tenía una propuesta de la que Bustos era enemigo: el tribunal de aforados. La idea era sencilla. La norma buscaba que los magistrados tuvieran un organismo que los investigara y juzgara. Bustos y Montealegre movilizaron a toda la rama judicial. El entonces fiscal incluso calificó lo que estaba pasando con la “segunda toma del Palacio de Justicia” en referencia a la tragedia que en 1985 cobró la vida de casi la totalidad de la Corte Suprema y de un centenar de personas más.

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Las palabras de Bustos en esa época fueron recordadas casi inmediatamente por Angélica Lozano, una de las mayores antagonistas de los dos miembros de la cúpula judicial. La congresista publicó un video en el que el entonces presidente de la Corte Suprema crítica la propuesta de crear ese tribunal. "¿Existe evidencia que los magistrados estén cometiendo delitos? (....) Yo podría decirle perfectamente a toda la ciudadanía, y casi que esto constituye un reto, que si tiene pruebas contra un magistrado de La Corte, cosa que me concierne a mí, yo sería el primero en denunciar esa conducta delictiva", decía.

Al igual que ella, otras parlamentarias como Claudia López y Viviane Morales hablaron de ese frustrado tribunal. Como se recordara, después de más de un año de intensas peleas políticas y jurídicas, el Congreso aprobó la creación del nuevo organismo. Sin embargo, en una decisión que fue muy polémica la Corte Constitucional lo tumbó. La sentencia fue muy criticada pues para muchos los magistrados habían fallado en beneficio propio al impedir que se creara un tribunal para ellos. En ese momento también salió a flote la idea de hacer una Asamblea Nacional Constituyente o de revocar las cortes. Algunos aseguraron que, una vez más, se demostraba que la cúpula judicial era intocable. 

El fallo utilizó un argumento jurídico controvertido: la sustitución de la Constitución. Los magistrados aseguraron que el Congreso no tiene la facultad para modificar la carta política de esa manera, pues alterarían principios fundamentales como la independencia del Poder Judicial. Con esa misma interpretación, la Corte Constitucional también revivió hace unas semanas la sala administrativa del Consejo Superior de la Judicatura.

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Ante eso, el fantasma de la constituyente volvió. La senadora Viviane Morales recordó que desde la constitución de 1991 no “ha habido ningún gobierno capaz de pasar una reforma a la justicia”. Aseguró que en las cortes hay roscas y mafias que el sistema jurídico no puede neutralizar. Y agregó que los magistrados presionan para que les “nombren sus pupilos en los organismos de control y en la Fiscalía. Uno sabía que el clientelismo era la enfermedad de la política… ¿Pero para qué pide un magistrado de una alta corte puestos de la Fiscalía? Para contribuir a esa telaraña que han formado de litigio entre oficinas de abogados, fiscales y magistrados”. Morales sabe de qué habla. Como fiscal esas presiones llegaban a su despacho. En ese momento trascendió que la abogada decidió no volver a recibir a ningún magistrado, lo cual generó una división profunda entre el búnker y el alto tribunal.

Claudia López, quien suele estar en desacuerdo con Morales, en este punto se sumó a la misma queja. La senadora revivió algunas intervenciones sobre el tema. “El magistrado Bustos y el fiscal Montealegre se volvieron como los ñoños de la justicia. Un clientelismo burdo nombrándole a políticos, presionando, negociando puestos por pronunciamientos. Además de ese clientelismo, bloquearon la Comisión de Aforados, el mecanismo por el cual se habría logrado que los magistrados y el fiscal tuvieran Dios y Ley y no gozaran de la impunidad que viven ahora”, señala en un video.

¿De qué se trataba el Tribunal de Aforados?

Hace dos años, la pelea por la Comisión de Aforados terminó siendo el epicentro de uno de los mayores debates que se han vivido entre la clase política y la cúpula de la justicia. En resumen la propuesta se traducía en que los altos funcionarios de la Justicia tuvieran impunidad o no. Tanto los magistrados como los fiscales tienen fueron ante la Comisión de Acusaciones, una entidad que se ha ganado el mote de ‘Comisión de Absoluciones’ pues en 25 años no había logrado sacar un solo caso (después de esta discusión sí se tramitó el proceso del magistrado Jorge Pretelt).

El problema no era el fuero, que es una institución esencial para garantizar el principio de separación de poderes, necesario para evitar que las investigaciones penales se usen para presionar a funcionarios autónomos. El problema es que ese fuero ante el Congreso se ha traducido en que esa rama del poder ha gozado de cierta impunidad. 

Lo que proponía la reforma era la creación de un nuevo organismo, que al comienzo se denominó tribunal y luego Comisión, que tenía como fin ser una especie de super corte para investigar y juzgar a los altos funcionarios de la justicia. Si la Corte no hubiera tumbado la reforma se habría eliminado la Comisión de Acusaciones.

Los aforados de la justicia habrían tenido que llevar sus procesos a la Comisión de Aforados que tenía la función investigar y acusar. Este organismo podía decidir si enviaba el caso al Congreso para que se determinara si el funcionario es indigno del cargo o directamente a la Corte Suprema para que adelantara un proceso penal. 

Si la reforma no se hubiera caído en la Corte, Leonidas Bustos habría sido quizás el primer magistrado en ser juzgado por el tribunal que él tanto criticó.