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| Foto: Archivo particular

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"El colegio era el que tenía en sus manos la vida de mi hija": madre de niña ahogada en el Amazonas

Hace tres años, Mónica Prieto vivió un infierno cuando su hija, estudiante del English School, falleció en un choque de lanchas en el Amazonas. Este miércoles comienza la audiencia de imputación por homicidio culposo a los presuntos responsables.

15 de agosto de 2017

Hace poco menos de tres años, el 2 de octubre de 2014, María Camila Velandia perdió la vida durante un terrible accidente de navegación.

Ese día montó a bordo de una embarcación de la empresa Transamazonicos cerca de las tres de la mañana, junto con 21 estudiantes más y dos profesores, con destino a la reserva natural peruana Marasha, pero su bote se estrelló contra una lancha peruana a las 3:40 de la madrugada.

El viaje era una salida académica realizada cada año por el colegio English School para los alumnos de  grado 11 al que asistía, en cooperación con la empresa Blue Fields, encargada de la logística de la expedición.

Pronto resultó que varias reglas de navegación habían sido incumplidas durante el viaje, tales como el horario de zarpe que es prohibido antes de la cinco de la mañana en la zona. O como el peso excesivo del equipaje que podía cargar la lancha, que iba sin luces y sin copiloto.

En video: “Jamás me imaginé que no iba a volver a ver a mi hija viva”

Por ese motivo, la Fiscalía abrió una investigación por homicidio culposo agravado en concurso con lesiones culposas agravadas que tiene imputadas a cinco personas a la fecha: Ever Sinaragua, el conductor de la lancha que se estrelló, Segundo Solarte, el contratista de las embarcaciones, Manuel López y Mateo Franco, los guías de Bluefields y Martha Elena Quintero, profesora del English School, quienes comparecerán este miércoles en una audiencia de acusación en Leticia.

Para los padres de María Camila, sin embargo, no se hará justicia hasta que no sean inculpados los que consideran como los verdaderos responsables de la tragedia. Su madre, Mónica Prieto, habló con SEMANA.

SEMANA: Ustedes llevan tres años en este proceso, ¿qué avances ha habido hasta el momento en la investigación?

Monica Prieto: Cuando empezó todo, había un fiscal que tenía un hijo en ese mismo colegio (Eduardo Montealegre), con él todo se quedó quieto. Luego lo cambiaron y el proceso comenzó a avanzar. Sin embargo, aunque la Fiscalía ha hecho un trabajo serio de investigación en estos años, sigo preguntándome por qué no hay imputados grandes en este caso. Ni el representante legal de Bluefields ni el representante legal del colegio van a comparecer. Esas personas eran las que decidían la salida de los niños a esa hora y cometieron una serie de irregularidades.

Eso no fue solo la decisión de una profesora que se le ocurrió salir de allí a esa hora, era un viaje de carácter académico en el que programaron las cosas de esa manera con antelación, se suponía que con nuestra hija iba un equipo de gente muy experta, que era la gente de Bluefields y la gente del English que llevaba más de diez años llevando niños a Leticia.

Incluso hay testimonios de la gente de Leticia que les advirtió que no debían salir a esa hora y aún así tomaron el riesgo de irse en total oscuridad a una hora prohibida, de llevar exceso de equipaje. Y eso fue como jugar a la ruleta rusa: se la juegan y todos llegan a casa, menos mi hija. Los que pagamos las consecuencias somos nosotros.

Es algo tan duro, tan difícil, tan increíble, que pasan los años y no puedo creer que mi hija haya muerto a manos de ese colegio irresponsable.

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SEMANA: ¿No les habían avisado de cómo se gestionaba la logística del evento?

M.P.: Para mi Bluefield ni existía, le entregué mi hija al colegio. Solamente fui a una reunión en la que nos dijeron: "Les vamos a contar cómo será la logística del evento", pero nunca nos dieron precisiones sobre cuándo iban a zarpar.

Les dijeron a los niños que debían ir sin celulares, que para eso tenían un teléfono satelital que no apareció nunca y que debieron haber usado en el momento del incidente. Dijeron: "No se preocupen, vamos a estar en comunicación permanente"... Por suerte los niños no hicieron caso y se llevaron sus teléfonos.

SEMANA: ¿Les explicaron los fiscales porque no imputaron otras personas en este proceso?

M.P.: No sabemos ni entendemos por qué no lo han hecho si es clarísimo que desde el punto de vista legal tenían todos ellos la posición de garante y el deber de cuidado de nuestros hijos. Lo que he aprendido en estos tres años es que cuando la Fiscalía hace una imputación de homicidio culposo, no va a ser suficiente, a mi modo de ver.

Para mí no sería justicia de ningún modo que el eslabón más débil de toda esta cadena de personas sea el que termine asumiendo la responsabilidad mayor. La responsabilidad mayor debe ser consecuente con la capacidad mayor que haya de cada uno.

Como iba conduciendo la embarcación, el lanchero es uno de los responsables, claro, la ley lo dice, pero estaba siguiendo las órdenes que le impusieron sus jefes. La empresa Bluefields y el colegio, y ellos son los que tenían en sus manos la vida de mi hija y de todos estos niños, son quienes dan la orden de salida.

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SEMANA: ¿Cómo ha sido la relación con el English School desde entonces, con la comunidad del colegio?

M.P.: Fue una sorpresa que nos llevamos, no tuvimos el apoyo ni la colaboración del colegio en absolutamente nada, sino que al contrario, para nuestro dolor, nos dimos cuenta de que la vida de nuestra hija no importó. Me cuesta mucho porque uno espera que una institución que educa niños opere con los valores y el discurso que les inculcan.

Hubo una sola familia que se hizo parte del proceso, los demás tristemente pasaron la página y dejaron el tema. Es un tema difícil y complicado para la comunidad del English.

La hermana menor de María en ese momento tenía 10 años y ahora tiene 13. Voy a evitar hablar mucho de ella porque no quiero que sea víctima más de todo esto, pero la verdad es que lo es. No solo perdió a su hermana mayor, que era su adoración, que era su cómplice, sino a la familia que tenía, porque nosotros nunca volvimos a ser los mismos. Intentamos sobrellevar todo eso.

SEMANA: ¿Van a viajar a la audiencia de Leticia?

M.P.:  Es otro tema complicado para nosotros. Podríamos viajar, lo hicimos una vez para la primera audiencia, pero para nosotros es terriblemente doloroso el viaje a Leticia, nos revuelca todos los recuerdos. Como hay solo dos viajes a Leticia a diario, toca quedarse todo el día, para nosotros es un castigo. Quisiéramos asistir a la audiencia, pero el viaje realmente lo complica todo. Entonces lo hace el abogado que nos representa, él viaja y luego nos cuenta.

SEMANA: ¿Cómo viven el proceso de duelo?

M.P.: Todos los días me levanto y pienso que quisiera despertarme de esta pesadilla y bueno, son muchas cosas. Todo el proceso me recuerda mucho el dolor y la indignación que siento frente a lo que pasó y nos hemos prometido de alguna manera darle un significado a esto, a tanto dolor, a tanta pena, aunque sea tratar de cambiar algo.

Más que para nosotros, que ya perdimos a nuestra hija, lo importante es que las instituciones sí se vean abocadas a responderles a los padres por las irregularidades que ocurren. No entiendo por qué no ha pasado, por qué no se ha llamado a los otros responsables que están a cargo de la salida.

Es un duelo muy difícil. La verdad, no sé si uno pueda llegar a superar algo como esto, uno vive todos los días tratando de afrontarlo, cada día es como un reto contra uno mismo. Tú pierdes el sentido total de la vida, hay una pérdida de pasado, de presente, de futuro, de la proyección, de la familia que tu tratas de construir con tanto trabajo y tanto esfuerzo en una sociedad como esta.

Éramos papás bien protectores, papás gallinas y descubrir que pusimos la confianza de lo que más amábamos en manos de las personas equivocadas es doloroso. Si hay algo de culpa que me agobia es eso. Trato de salir adelante por mi otra hija, pero es una lucha contra uno mismo.

Parte de lo que me indignaba era ver que toda esta gente pretendiera que aquí no pasó nada, que fue un simple accidente, a mí me causa mucha indignación, mucho dolor. Creo que parte de nuestro proceso de duelo sí es hacer justicia por la vida de nuestra hija.

SEMANA: ¿Si tuviera que guardar un recuerdo de María Camila, cuál sería?

M.P.:  Poco antes de que María muriera, nosotros estuvimos de vacaciones en Nueva York. Me parece verla todavía caminar frente a mí por las calles, emocionada por descubrir un nuevo lugar. Tenía 17 años, el mundo se estaba abriendo para ella. Estaba pensando en ir a estudiar a Washington o a Nueva York, le parecía fantástico. Recuerdo mucho tanta vida, llena de sueños, de expectativa, de confianza, de fe en sí misma, en el futuro, todo por descubrir...

Es lo más bello que uno puede tener, ver a alguien mejor que uno a quien uno quiere tanto. Me parece verla caminando frente a mí alegre. Si tuviera que definirla con una palabra sería esa, era una persona alegre que siempre veía el lado bueno de las personas, le sacaba chispa a todo. Yo que era su mamá, la tenía que regañar, pero al momento me hacía un chiste, me abrazaba y  me daba un pico. Me faltan las palabras...