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POR MIS PISTOLAS

El último incidente violento de Faustino Asprilla hace pensar a muchos que el astro pueda terminar convertido en el Maradona colombiano -en el peor de los sentidos.

6 de febrero de 1995

EL SABADO 31 DE DICIEMbre a las 9 de la noche Faustino Asprilla salió de la iglesia de San Judas Tadeo, en el barrio Popular de Tuluá. Luego de asistir a la misa dé gallo. Con él se encontraban su esposa Catalina y su pequeño hijo. A la salida se le acercaron varios amigos y curiosos que querían saludarlo. Atendió a todos, aunque sin mucha efusividad. En su flamante Mercedes Benz se dirigió a la casa de sus padres, a pocas cuadras de la iglesia, pero antes de llegar a su residencia ingresó a la cafetería Dyonis, donde compró unos dulces para su hijo. Su presencia, como sucede desde que se convirtió en el futbolista más famoso de Colombia, alteró el orden del lugar. Allí discutió acaloradamente con un hombre a quien llaman 'Pacho Tiros'. Amigos comunes debieron intervenir para evitar que la cosa pasara a mayores. Muy disgustado, casi furioso, el 'Tino' Asprilla salió disparado para su casa.
En su residencia departió con su padre, sus hermanas y sus hermanos, Diego y Martín, sus ángeles de la guarda cuando el 'Tino' llega a Tuluá. Bailó, comió y bebió con sus familiares y con un pequeño grupo de amigos. Recibió el año nuevo en casa de Oscar Ignacio Mantan, presidente del equipo Cortulúa, quien celebraba una fiesta para los integrantes del club. En su salsa, con sus colegas, el 'Tino' habló de fútbol, el único tema que en verdad le apasiona, junto con el de su hijo y el de los caballos de paso fino. Se mostró feliz de haber superado la lesión que por poco lo margina de los estadios."Gracias a Dios salí de ésta", dijo en medio de la charla.
Al amanecer llegaron sus hermanos a acompañarlo. Cuando entraron el 'Tino' seguía siendo el centro de atención de la fiesta. Era natural que así fuera: no siempre los futbolistas -menos los del modesto equipo de Tuluá- pueden compartir un rato con un colega que gana 80 millones de pesos al mes -2.5 millones diarios- y cuyo pase vale 20 millones de dólares.
Una vez que aclaró, Asprilla volvió a salir y al pasar por el barrio Alvernia, curiosamente a una cuadra de donde había tenido el altercado con 'Pacho Tiros', el 'Tino' se detuvo a saludar a unos amigos que departían en medio de la calle. Eran las 6 y 40 minutos de la mañana. El informe de la Policía dice que Asprilla estaba bajo los efectos del alcohol, (como debían estar a esa hora muchos en el pueblo), y que hacía tiros al aire con dos pistolas, como debían estar haciéndoló muchas personas en esa ciudad tradicionalmente afectada por la violencia, política en el pasado y del narcotráfico hoy. Para colmo, los documentos que debían amparar las dos armas no estaban en regla.
Ese fue el pecado y por eso lo acusan de porte ilegal de armas, por lo cual deberá comparecer ante el fiscal 33 de Tuluá este jueves. Volverá y será una vez más el centro de atención. Como la vez aquella en que cogió un bus a patadas, como el día en que se puso la feria de Cali de ruana, o la vez que trasnochó a los vecinos de su apartamento en Cali. Desde que su nombre se volvió leyenda, la historia no ha sido más que la repetición de la repetidera: un hombre de origen humilde que de la noche a la mañana y por cuenta de sus cabriolas, se hizo ídolo, famoso y millonario, pero no para convertirse en buen ejemplo para sus compatriotas, sino para bordear con demasiada frecuencia el código penal, la violencia y hasta la muerte. Una historia que se sabe cómo comenzó pero nó cómo irá a terminar.