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Henry Acosta con su esposa Julieta, tras la firma del acuerdo del cese al fuego, en La Habana. | Foto: Rodrigo Urrego / Semana.com

PAZ

Este es el hombre que puso la primera piedra del proceso con las FARC

Semana.com entrevistó en La Habana a Henry Acosta, primer contacto del Gobierno con la guerrilla y facilitador de las negociaciones. Invita a Uribe a subirse “con dignidad” al tren de la historia.

23 de junio de 2016

Su presencia parecía inadvertida entre las decenas de personalidades y testigos de excepción del acuerdo del cese al fuego entre el Gobierno y las FARC. No era precisamente el mayor objetivo de los lentes y las cámaras de televisión. Silencioso y discreto, como ha sido su conducta. Así presenció el nuevo apretón de manos del presidente Juan Manuel Santos y el comandante de la guerrilla ‘Timoleón Jiménez’, como prefiere llamarlo. Pero quizá con la conciencia de que, en buena parte, si el 23 de junio del 2016 fue un día para la historia, fue el encargado de poner la primera piedra para que ese saludo se diera.

Es Henry Acosta, un hombre de baja estatura, sencillo al hablar, nacido en Génova, ese pueblo del Quindío donde también nació Manuel Marulanda Vélez, uno de los primeros hombres en armas de las FARC. Amigo de juventud de ‘Pablo Catatumbo‘, con quien precisamente empezó esta historia. El primer cruce de cartas, el intercambio de mensajes. Acosta fue el primer contacto, el primer emisario, el facilitador para que este proceso de paz, a diferencia de los anteriores, culminara con una decisión histórica: las FARC dejan de ser guerrilla para convertirse en una organización política

De una memoria milimétrica de la que no se les escapan fechas ni horas, Acosta es dueño de la gran historia del proceso de paz, la misma que algún día está dispuesto a contar. Él, y no otra persona, guardó el mayor secreto de la historia reciente en el país: las conversaciones exploratorias en el sur del país que condujeron a que las FARC se sentaran con el Gobierno.

También, dicen en La Habana, fue clave en esos momentos de crisis, en los que el proceso parecía estancarse. Puso su “grano de arena”, el que siempre estuvo dispuesto a dar, desde que sus primeros acercamientos no tuvieron éxito. Nunca renunció a ello. Ahora, tras el acuerdo que puso punto final a la guerra, el empresario ha querido destapar algunos de sus secretos.

Semana.com habló unos minutos en La Habana con quien fue uno de los artífices del proceso de paz.

“Iniciamos esto en el 2002, en compañía de mi esposa, Julieta, que siempre me ha guardado la espalda. Hoy, como dijo el comandante Raúl Castro (presidente de Cuba), no hay vuelta atrás, este es el verdadero punto de no retorno después de muchos años. Empezamos con el presidente (Álvaro) Uribe. No se pudo”.   

Al preguntarle por qué no hubo proceso en el gobierno Uribe, Acosta recuerda la fecha del 16 de junio del 2006, en el Hotel Intercontinental de Cali, a las 11:30 de la noche, y una charla con el entonces presidente.

-“Henry, dígales (a las FARC) que entreguen esos fierros que yo ya hablé con (Nicolás) Sarkozy para que los reciba allá”, le dijo Uribe.

-“Presidente, yo no digo eso porque cierro todas las posibilidades de diálogo y además le recuerdo que la ley de destierro se acabó en este país hace más de cien años”, respondió Acosta.

Con el presidente Santos, dice, fue diferente. “El presidente Santos, en cambio, me dijo: ‘Henry dígales a ellos que nos juntemos, dialoguemos a ver cómo salimos de las causas políticas, sociales y económicas que originaron el conflicto, y si quieren  discutimos también la plataforma bolivariana‘”.   

“Entonces, la gran diferencia es esa, que el presidente Uribe sólo le interesaba la rendición de las FARC. Santos lo dijo clarito, quería un proceso de reconciliación. Por eso el término que se usa es dejación de armas, no entrega de armas”.

Tras la gestión con Uribe, Acosta siguió por su cuenta. El inicio del actual proceso de paz también tiene fecha en la memoria del empresario. El 7 de septiembre del 2010, día del primer mensaje que envió el presidente Santos a las FARC a través de él.

El 22 de septiembre mataron al Mono Jojoy, y el 15 de  octubre las FARC respondieron: Sí estamos de acuerdo en comenzar los diálogos. Pasó el tiempo y 13 meses después mataron a Alfonso Cano. ¿Qué quiere decir eso? A pesar de eso las FARC se mantenían en decir sí a los diálogos. Eso se llama voluntad”. 

El resto de la historia, en buena parte, ha sido público. “Sería largo contar cómo se hizo este proceso”, dice, pero califica un hecho como trascendente para que las negociaciones hayan llegado al punto del 23 de junio del 2016.

Una vez llegó el comandante ‘Timoleón‘ a La Habana, y se radicó, el proceso tomó más posibilidades. Sencillo. Es el comandante de las FARC, aquí presente. Mis mensajes eran del presidente Santos al comandante ‘Timoleón‘, y visceversa, siempre con mucha discreción”. 

¿Algún mensaje para el expresidente Uribe?, se le pregunta.  

“Hace dos meses hablamos largo por teléfono. Con el presidente Uribe yo me encuentro y me dice ‘Henry querido, cómo le va’. Yo desde aquí le digo: Presidente, móntese en el tren de la historia que esto no tiene reversa. Hay maneras de subirse al tren, con dignidad. Lo hemos conversado, se lo he dicho”.