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El arquitecto es acusado de los delitos de tortura, feminicidio agravado, secuestro simple y acceso carnal violento. | Foto: Archivo particular

JUDICIAL

Rafael Uribe Noguera reconoció su responsabilidad en el crimen de Yuliana

El arquitecto le confesó a la Fiscalía que abusó y asesinó a la menor de siete años. ¿Qué significa esto para el proceso en su contra?

14 de diciembre de 2016

“Inocente”, así se declaró Rafael Uribe Noguera en la primera audiencia cuando la Fiscalía le imputó cuatro delitos por el crimen de la pequeña Yuliana Samboní. En ese momento, y después de más de siete horas de audiencia, sorprendió que el arquitecto no se allanara a los cargos. La investigación que existía a la fecha ya arrojaba fuertes indicios de su responsabilidad en los hechos.

Ante este panorama parecía que el proceso iba a ser largo y dispendioso. A pesar de las múltiples evidencias que existían contra Uribe Noguera, el sistema penal acusatorio establece que el acusado debe pasar por más de media docena de audiencias que pueden prolongar la llegada de la condena por meses. 

La Fiscalía comenzó entonces a armar el caso. A diferencia de muchos otros crímenes en los que es díficil encontrar pruebas que soporten acusaciones del calibre de las que pesan contra Uribe, su caso fue resuelto judicialmente de manera expedita. En menos de 24 horas, la Policía ya había encontrado el cuerpo de la menor y localizado al presunto responsable de su muerte.

El ente acusador continuó con la investigación y poco a poco fue revelando lo que serían sus cartas en el proceso: los registros del apartamento y el carro, los videos del barrio y del edificio, los análisis de llamadas, el dictamen de la muerte de la niña, entre muchos otros. Uno de estas resulta incontrovertible. El director de Medicina Legal reveló las conclusiones a las que llegó la prueba de ADN: “Una vez terminados los análisis de laboratorio, especialmente los de biología y genética, encontramos sin ninguna duda, con la mayor certeza científica, el material biológico que vincula al señor Rafael Uribe en la muerte y abuso sexual de la menor de siete años”, dijo su director, Carlos Valdés.    

Todo eso soportaba un proceso con una condena segura, pero en la noche del miércoles trascendió que ahora la Fiscalía tiene otro elemento que le permitirá terminar el proceso rápidamente: la confesión de Rafael Uribe Noguera.

El arquitecto le habría relatado en detalle a la Fiscalía lo que habría sucedido el domingo 4 de diciembre. Si el arquitecto entregó toda la información del caso, es posible que el proceso penal en su contra termine rápidamente. Uribe Noguera podría firmar un preacuerdo con la Fiscalía para evitar exponerse a un prolongado y escandaloso juicio. Esto, sin embargo, no significaría que él reciba algún beneficio respecto a su condena. “En materia de crímenes contra niños, felizmente Colombia no permite ningún tipo de negociaciones”, explicó el fiscal general, Néstor Humberto Martínez.

Consulte: ¿Puede Rafael Uribe Noguera negociar con la Fiscalía?

A pesar de que la responsabilidad en el hecho de Yuliana parece estar ya comprobada, para la Fiscalía es importante el testimonio de Uribe Noguera. Por un lado, porque a pesar de que existan pruebas técnicas, el hombre puede es quien mejor puede reconstruir lo que pasó para llegar a una verdad completa. Por el otro, porque este también podría colaborar con información que ayude a desmantelar estructuras criminales con las que pudiera haber tenido contacto como redes de pornografía infantil, trata de personas o tráfico de estupefacientes. 

Puede leer: Las escabrosas revelaciones del crimen de Yuliana

Con las pruebas recolectadas se anticipa que Uribe Noguera recibirá la máxima condena del código penal por estos delitos: entre 40 y 60 años de cárcel. 

Aun con la confesión, el caso de Yuliana todavía tiene muchas incógnitas por resolver. La primera tiene que ver con lo que ocurrió dentro del apartamento de Rafael Uribe entre las 3:40 de la tarde y las 7 de la noche, es decir, el tiempo en el que estuvieron presentes Francisco y Catalina Uribe, hermanos del sindicado.

Los hermanos Uribe Noguera fueron citados para entregar su versión de los hechos. Según conoció W Radio, estos le habrían asegurado a la Fiscalía que nunca vieron el cuerpo de la menor, pero que Rafael sí les dijo que la tenía en su poder. Agregaron que su hermano les habría contado que los rastros de golpes que tenía la menor en su cuerpo se habrían producido en una caída del carro cuando ella se estaba oponiendo al rapto.

En ese contexto, el Consejo Superior de la Judicatura pidió investigar a Francisco Uribe Noguera para establecer si él participó en la alteración de la escena del crimen y cuál pudo ser su papel en el encubrimiento en la escena del crimen que la Fiscalía ha denunciado.

A esto se suma el caso del celador del edificio Equus 66 encontrado muerto hace unos días. Según había dicho la Fiscalía en un inicio, el testimonio de Fernando Merchán, el hombre de 58 años y quien estaba de guardia en el edificio el día del crimen de Yuliana, era una pieza clave de la investigación. Sin embargo, después de su muerte, su papel en los hechos ha sido cuestionado.

Para el jefe del ente acusador, Néstor Humberto Martínez, los testimonios rendidos en la Fiscalía, así como las anotaciones que dejó en el libro de la minuta, no corresponden a la realidad y a lo que se encontró en los videos.

Esta pieza del rompecabezas es clave pues el fiscal general dio a conocer que Merchán tenía conocimiento del crimen de Yuliana Samboní.

Merchán fue encontrado muerto en su casa; en un principio se consideró la hipótesis de que se tratara de un homicidio, pero según la necropsia realizada por Medicina Legal se determinó que se trató de un suicidio.

Por último, el caso tomó un giro inesperado la noche del miércoles cuando se conoció la orden que dio la Fiscalía para que se investigue a la Policía Judicial que participó en el recaudo del material probatorio. Según el ente acusador, hay evidencia física fuera del expediente. La noticia sorprendió pues hasta el momento la investigación parecía avanzar sin tacha.