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¿Ya está conectado?

A sólo meses de su lanzamiento, Conexión Colombia es el canal más eficiente para que los colombianos dentro y fuera de las fronteras puedan ayudar al país.

13 de junio de 2004

Una mezzosoprano dando un concierto en Milán y un estudiante que se lanza como personero de su colegio en los cerros orientales de Bogotá. Una colombiana que ofrece una cena para estudiantes de negocios en Barcelona y una niña humilde almorzando en el barrio Arauquita de la capital. Un empresario cerrando un negocio en Ciudad de México y un pequeño que apenas comienza a ajustarse a su nueva vida en Chocó después de haber sido desplazado por la violencia.

A primera vista, parecería que estas escenas no tienen nada en común, pero en los tres casos es gracias a los primeros que los segundos han tenido mejores oportunidades de vida. Y también en los tres casos, el vínculo se ha tejido gracias a Conexión Colombia, el proyecto que une a los colombianos dentro y fuera de las fronteras y les permite concretar ese deseo de hacer algo por el país al facilitar las donaciones en dinero, en tiempo y en especie a fundaciones de alto impacto social.

Cuando se lanzó Conexión Colombia, el 3 de diciembre, se presentaba como el canal más efectivo y confiable para ayudar al país y conectarse con él. Seis meses después, los resultados son palpables y dan cuenta de una red de apoyo que cada día involucra a más personas sin importar la distancia. En total, se han recibido más de 240.000 dólares entre dinero y especie, de los cuales cerca de la mitad son de colombianos en el país que quieren ayudar desde dentro. Por otro lado, hay más de 600 personas que donan tiempo, muchas desde fuera de Colombia, que se dedican a voluntariados, asesorías, traducciones a personas o fundaciones que lo necesitan.

En Arauquita, una de las islas de pobreza que rodean Bogotá, un rudimentario fogón dio paso a una cocina industrial gracias a los 50 colombianos que ayudaron a la Fundación Nutrir, que les da a 240 niños los almuerzos que sus padres muchas veces no pueden. Entre esos colombianos estaba Cynthia Slater, que organizó una cena de acción de gracias con los estudiantes de negocios de la Universidad de Navarra, en España, para donar lo recaudado.

En la Fundación Ana Restrepo del Corral 69 niños que no tenían cómo pagar sus estudios fueron apadrinados por compatriotas como Ximena Bernal, una mezzosoprano que reunió fondos en Italia a través de un concierto.

La comunidad de colombianos en México unió esfuerzos y apadrinó a 160 niños de la Fundación Pies Descalzos, la mayoría en Chocó, para que reciban educación, ropa, alimentos y salud. Ese gesto motivó a la Organización Internacional para las Migraciones, OIM, a hacer una donación 'espejo' por el mismo monto para doblar el número de niños apadrinados.

Los ejemplos abundan. Las donaciones en dinero son una de las maneras de ayudar, pero no la única. Las donaciones en especie, que hace unos meses eran prácticamente imposibles, se han vuelto frecuentes. Gracias al trabajo coordinado con la Red de Solidaridad Social y DHL se ha recibido desde ropa y útiles escolares hasta equipos médicos para los soldados discapacitados.

Pero la red no termina ahí. Durante estos meses los colombianos han podido conectarse con su país y ver los goles del torneo rentado, consultar un directorio con 400 asociaciones y más de 500 restaurantes, enviar postales de paisajes colombianos, leer capítulos de más de 30 libros de autores nacionales o conocer más sobre compatriotas destacados como Leonardo Espinoza, que diseña relojes para Swatch, o Antonio García, que ganó la Iniciativa Artística Rolex para escritores.

También se han enterado de los eventos como el FilmLand: Kolumbien, la muestra de cine colombiano en Berlín, el primer festival de salsa en Marsella o la inauguración de la primera franquicia de Artesanías de Colombia en Miami.

Conexión Colombia surgió como una gran apuesta por el futuro del país. Pero la apuesta no ha sido sólo de sus promotores, sino también de todos esos colombianos que durante este semestre han puesto fichas sobre la mesa para que quienes más lo necesitan cobren las ganancias.