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DIÁLOGOS

La paz entra en un limbo con los resultados electorales

Las FARC deben empezar a pensar si aceptarían las drásticas condiciones que Zuluaga ha dicho que les impondría para seguir hablando.

Álvaro Sierra Restrepo, editor jefe de SEMANA
25 de mayo de 2014

Todo un ‘estartazo’. Eso es lo que representa para las negociaciones entre el Gobierno y las FARC que haya ganado este domingo Óscar Iván Zuluaga, el candidato que más se opone al proceso de La Habana.

Este resultado corrobora que la oposición al proceso de paz en Cuba es muy seria en una franja importante de colombianos. Hay una parte de la sociedad, al menos un tercio del electorado activo, que votó por una opción que ha dicho expresamente que prefiere la vía militar a la solución negociada del conflicto armado. Eso es lo que refleja el casi 29 % de los votos logrados por Zuluaga.

La votación demuestra, además, que tuvo poco o nulo impacto favorable para el candidato-presidente que se hubiera acordado el tercer punto de la agenda, sobre drogas ilícitas y narcotráfico, una semana escasa antes de los comicios. Por lo visto, ese avance parcial en la negociación no le rindió a Juan Manuel Santos en materia electoral.

El Gobierno está ante la necesidad de preguntarse qué ha pasado que la paz no ha logrado entusiasmar a una mayoría significativa de los colombianos. Si la votación por Zuluaga es un indicativo de la oposición a la negociación, el hecho de que el 60 % de los votantes potenciales no haya participado en los comicios es una preocupante muestra de la indiferencia y el desprecio por la política –y también por la suerte del proceso de paz– que imperan entre la gran mayoría de los colombianos.

Las FARC, que han aprovechado el proceso para hacer todo tipo de propaganda y muy escasos gestos que convenzan a la opinión pública de su decisión de llegar a un acuerdo final esta vez, deberían mirarse en el espejo de los casi cuatro millones de votos del candidato uribista. Allí está un país que aborrece la guerrilla al punto de que no cree en la posibilidad de negociar con ella.

Evidentemente, aún falta una segunda vuelta y está lejos de haberse decidido quién va a ser el presidente de la república. Pero, por ahora, el resultado es toda una bomba de profundidad que, muy probablemente, va a dejar el proceso de paz en un limbo de tres semanas, hasta entonces.

Salvo que las FARC decidieran entregarlo todo y firmar el acuerdo completo antes del 15 de junio –algo prácticamente imposible–, lo que es más probable que ocurra es que las partes decidan, como hizo Perón alguna vez, ‘desensillar hasta que aclare’.

Por ahora, pues, no habrá que esperar avances en Cuba, mientras en Colombia se decide quién será el próximo presidente. Bajo el impacto del triunfo de Óscar Iván Zuluaga, al Gobierno y las FARC no les quedará de otra que esperar.

Zuluaga aún no es presidente. Pero las FARC deberían empezar a considerar si están o no dispuestas a aceptar las drásticas condiciones que él ha dicho últimamente que les impondría para continuar la negociación, las cuales incluyen poco menos que un cese total de sus acciones. Eso, si una vez elegido, el candidato uribista no pone, como lo ha también sugerido, condiciones que signifiquen una rendición y que, en consecuencia, lleven a las FARC a abandonar la mesa.

Pero todo esto es especulativo. Habrá que esperar a la segunda vuelta. Entonces sí se sabrá qué va a pasar con el proceso de paz.