Que peligro con esa Derecha tan extrema.

Que peligro con esa Derecha tan extrema.

Las personas o movimientos que apoyan las políticas de derecha, casi siempre, sus posiciones descansan en la defensa a ultranza, por cualquier medio, de su ideología conservadora o monarquista o nacionalista, con algunos rasgos comunes: enfatizar en los principios o valores que se creen necesarios para una sociedad; utilización de una simbología que indique inequívocamente su política; su enfoque es militarista para asegurar la permanencia del orden y de la seguridad como única prioridad; el nacionalismo y el expansionismo son causas comunes, sin tener mucha cabida hoy en día el racismo que fue recurrente en la ultraderecha europea.

Semana
10 de julio de 2014

¡Qué peligro! con esa Derecha tan extrema.

Todos los extremos son empalagosos y producen reprobación, siendo estos de suma gravedad cuando se dan en actividades políticas o religiosas porque terminan polarizando a sus adeptos, lo cual es altamente pernicioso y perturbador.

Las personas o movimientos que apoyan las políticas de derecha, casi siempre, sus posiciones descansan en la defensa a ultranza, por cualquier medio, de su ideología conservadora o monarquista o nacionalista, con algunos rasgos comunes: enfatizar en los principios o valores que se creen necesarios para una sociedad; utilización de una simbología que indique inequívocamente su política; su enfoque es militarista para asegurar la permanencia del orden y de la seguridad como única prioridad; el nacionalismo y el expansionismo son causas comunes, sin tener mucha cabida hoy en día el racismo que fue recurrente en la ultraderecha europea.

No se puede desconocer o ignorar el fenómeno que representa la irrupción en la arena política del Partido en ciernes Centro Democrático, de entrada y sin tapujos se declaró implícitamente como un partido de derecha, rompiendo así el tabú despectivo y estigmatizador que se tenía con ese calificativo, ya que se asociaba, en lo doméstico, con grupos extremistas del estamento militar o con aquellos al margen de la ley que tienen el beneplácito del establecimiento, como ocurrió con el paramilitarismo quienes empezaron sus fechorías en la década de los 80, y en el ámbito internacional, con el Nazismo, el Fascismo o el Ku Klux Klan.

El Centro Democrático fue concebido por Álvaro Uribe, a su imagen y semejanza y alrededor de su liderazgo monoteísta, como una especie de retaliación por la supuesta felonía a su ideario cometida por el presidente Santos. Al programa bandera de la seguridad democrática y su política económica, puesta en marcha en los dos cuatrienios de su gobierno, a su nueva propuesta política se le sumaron muchos esquiroles de los diferentes partidos y, otro tanto, de empresarios lo que engroso de manera significativa el nuevo Partido.
 
Al Centro Democrático, Uribe le imprimió su nueva ideología adquirida desordenadamente en los ocho años como gobernante y cuya inspiración está en la filosofía que tuvieron los partidos de extrema derecha europeos (Nazismo, Fascismo), lo cual se infiere, sin ninguna duda, por los primeros comunicados que se expidieron al anunciar el nacimiento de ese Partido bajo su liderazgo y férula, la intención de ser un partido opositor y participar en los comicios para Presidencia y Congreso, la elaboración, únicamente en sus manos y en su voluntad, de listas cerradas, y algunas condiciones forzosas para sus militantes como la lealtad, ser obsecuente, no permitir el disenso y sin cabida a personas díscolas, siendo ésta una forma de discriminación.  

Por supuesto, con la llegada de Uribe y su combo al Congreso, especialmente al Senado, los temas  de la agenda opositora van a variar y, por ende, a enriquecer la tarea legislativa respecto a los debates como, también, a los de control político, lo que indefectiblemente llevará al gobierno y a los partidos amigos del régimen a presentar proyectos que verdaderamente redunden en beneficio de la comunidad y a tener una limitante en sus desafueros. Este sería el lado positivo que tendría el Centro Democrático en el acontecer político del país.

Definitivamente en Colombia se requiere de mucha madurez para que algún día se logre consolidar un verdadero partido político de oposición con plataforma ideológica de proyecciones serias que  se convierta en una verdadera alternativa de poder y aglutine adeptos  comprometidos con un cambio estructural que redunde en bienestar y mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad, ejerciendo un control político eficaz. Este país ya no resiste más engaños y distracciones con la creación de movimientos o partidos políticos como el de La U., Polo Democrático, Cambio Radical o el PIN, conformados por un variopinto de intereses de diversa índole  y, en muchos casos, por grupos al margen de la ley plenamente reconocidos.

La era del Presidente Uribe, sobretodo en el segundo cuatrienio, no es que hubiese sido un dechado de virtudes y de grandes aciertos, por el contrario, fue una época aciaga llena de escándalos de corrupción de gran envergadura en todas las modalidades y en todos los niveles de la administración pública, y su programa bandera de la seguridad democrática se empezó a resquebrajar a partir del año 2009, según estudio de Corporación Nuevo Arco Iris. Los alardes que hace Uribe de su gestión de gobierno son mentirosos y, además, vergonzosos, eso sí, logró conformar con lujo de detalles una parte del equipo de colaboradores entre lo más granado de la delincuencia nacional.

El ex presidente Uribe se auto-coronó nuevamente, pero esta vez como el gurú de la oposición, dando al traste con los más elementales cánones de la discreción y el decoro, su encono solo destila cicuta producto de la orfandad de poder que lo está llevando a un estado deprimente, digno de compasión, como si se tratara de cualquier ‘desechable’, como aquellos que deambulan por las calles con un costal lleno de piedras cazando peleas con todo el que se atraviese, posición mezquina que riñe con la mayestática de la investidura y rango de un ex Presidente de la República. Este sería el lado negativo y el peligro latente que encarna su movimiento Centro Democrático, con visos de “extrema”.
 
Pero no todo es azul casi negro, al presidente Uribe hay que reconocerle su indiscutible valor civil (léase pantalones, calzonarias o cojones) para imponer su jurisdicción y mando en la fuerza pública y disponer de ella como Comandante Supremo de las fuerzas Armadas, facultad ésta desconocida y jamás ejercida por presidente alguno. Uribe  hizo uso de ella sin ningún temor reverencial ante el resplandor encandilador de los sables y soles del ‘generalato’, en resumen, los puso a cumplir con su deber, los saco de su estado vegetativo, y les hizo entender, y tendrán que seguir entendiendo, que la seguridad del país está exclusivamente bajo la mano y  responsabilidad de la fuerza pública. Así de sencillo.

El Centro Democrático es un Partido, sin duda, altamente cohesionado y disciplinado bajo el látigo de Uribe, al mejor estilo de las huestes nazistas, sus miembros, al menos los elegidos para el Senado, son personas bien calificadas, de excelente formación académica, muchos, en este aspecto, superan a Uribe, o sea, la labor legislativa se espera que sea de lujo, el estilo de oposición será completamente distinto. Ahí va a tener Santos un rato largo para entretenerse, y lo grave, sin ministros con oratoria y retórica.

Marco Aurelio Uribe García.
Manizales, julio 10 de 2014.