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Antilíderes

Los discursos políticos en Colombia no saben comunicar y son cada vez menos confiables. Limitan la creatividad a un mamarracho para llamar la atención.

Semana.Com
5 de septiembre de 2016

¿Dónde está –quién es- el gran líder político nacional? ¿Dónde está el Nelson Mandela a quien le basta pronunciar una frase para inspirar a su pueblo? ¿El Pepe Mujica que habla con la sinceridad de la humildad? ¿El doctor King que nos diga “Tuve un sueño y ese sueño se está volviendo realidad”? A propósito, ¿quién le escribe los discursos a Santos? El que leyó el día del anuncio del Acuerdo fue inferior a los de De la Calle y “Márquez”. Y es irónico: Santos, que por patio casero tuvo la imprenta del mayor diario del país, no sabe comunicar.

Hasta hace poco, la lucha por el plebiscito era tan sólo un pulso entre Santos y Uribe. A partir del anuncio del Acuerdo la situación cambió, tal como se desprende de la encuesta según la cual la intención de voto a favor del ‘Sí‘ suma ya 62 %. Según otro sondeo conocido ese mismo día, la imagen desfavorable del presidente alcanza el 69 %. Si tan pocos lo quieren, ¿por qué tantos apoyan su proyecto bandera? El Acuerdo ha logrado unir a más colombianos de lo que la eterna polarización política había logrado dividirnos. Tal parece que finalmente los colombianos hemos entendido que los intereses del país están por encima de los odios de sus políticos. Pero él se ha quedado en lo de siempre: dando tumbos con Uribe. Santos tiene que superar urgentemente este conflicto y asumir la responsabilidad histórica que él mismo provocó.

A Uribe tampoco lo quiere más de la mitad del país. No sale de su eterno y cansón discurso de la exclusión y el odio. Con o sin razones, se ha ganado una sólida imagen que representa lo perverso y lo dañino. Cuenta con base popular, pero carece de alfiles. Los que tiene, están a una ñisca de hacerle lo mismo que él dice que le hizo Santos. Si Zuluaga le ha puesto todas las zancadillas a su mano derecha Alicia Arango, los que vienen detrás no son menos oportunistas. Paloma, María Fernanda… No hay allí de dónde escoger: son calcos de un equívoco. La política y la productividad de ideas hace marras desaparecieron allí. La creatividad se limita a filmarse delante de un mamarracho para llamar la atención.

Vargas Lleras, en tanto, se comporta como una veleta: un día sí y al otro cambia. Va al son de las consecuencias. Se aprovecha de los beneficios del gobierno (las viviendas gratis, etc), pero no influye sobre el país, no se compromete, no opina, no suelta una sola idea. En fin, no lidera. Y su manera de hacer política es la de siempre: con contratos y clientela.

Queda De la Calle, el hombre que supo ganarse la confianza de las Farc y por quien, poco a poco, se acrecienta en el país la admiración y el respeto. ¿Será él el encargado de terminar de dibujar la Colombia esperanzada por la que, de momento, el 62 % votaremos al ‘Sí‘ el próximo 2 de octubre o aparecerá en estos dos años un líder nacional con un discurso joven, moderno, incluyente y a tono con el postconflicto?

PD: Al Papa se le agradece su negativa a participar en la política nacional. Este es un país constitucionalmente laico: que el Papa se encargue de su rebaño y el Presidente del suyo. De ganar el ‘Sí‘, además, será una deuda menos para el gobierno.

* @sanchezbaute

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