Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN ON-LINE

El trombo que tapona las venas

La mesa de negociación del gobierno con los camioneros no se ha levantado, pero tampoco ha avanzado un ápice hacia el acuerdo.

Ana María Ruiz Perea, Ana María Ruiz Perea
18 de julio de 2016

Cuando escribo esta columna el paro camionero completa 40 días, casi el doble de lo que duró el paro agrario de junio pasado, Tunja sigue bloqueada, Boyacá está paralizado, los alimentos escasean y suben de precio en todo el país, y los insumos, mercancías y maquinarias siguen atascados en las carreteras sin llegar a sus destinos. De nuevo se hace evidente la alta vulnerabilidad de este país encabritado, que abandonó las líneas férreas para entregar su subsistencia a la incertidumbre de las vías de hecho.

La mesa de negociación del gobierno con los camioneros no se ha levantado, pero tampoco ha avanzado un ápice hacia el acuerdo. Las partes están ranchadas en sus posiciones. El ministro se para de la mesa y manotea, no se va pero tampoco cede. Los camioneros vociferan en los noticieros la supuesta violación a sus derechos por el gobierno castrochavista; son tan radicales las posturas en la mesa, que lo último que los protestantes pidieron fue la mediación de la iglesia católica. Hágame el favor el enredo en el que ponen al sacerdote que le toque aprender de fletes, tasas y derechos del sector transportador de carga, para intentar mediar entre unos señores con verificada y sostenida capacidad de afectar la economía del país y un gobierno que se niega a ceder ante el chantaje.

Yo no recuerdo a la iglesia mediando, por ejemplo, en una negociación de un TLC. Si los prelados aceptan interceder en esta mesa, supongo que tendrán claro que aquí el tira y afloje no es sobre derechos ni sobre incumplimientos históricos a sectores sociales olvidados, sino sobre privilegios para un negocio.

Cualquier pequeño transportador por supuesto que obtendría beneficios con lo que los negociadores logren, y bien para él y para cualquiera que pueda, obtener mayores ingresos en su negocio, ni más faltaba. Pero los pequeños empresarios no son los que encabezan y dirigen esta protesta, la sartén por el mango la tienen los representantes de flotas de mulas, expertos en la conjugación de todos los verbos de la corrupción: falsificar, evadir, gemelear, re potenciar, chatarrizar, sabotear, amenazar, untar.

No conozco a fondo los intríngulis de la mesa de negociación de este paro, pero tengo claro que las exigencias del pliego son desmesuradas y muy desventajosas para los millones de colombianos que no vivimos del transporte de carga. Toda la vida peleando para que las carreteras mejoren, y cuando llegan las 4G las tractomulas no quieren pagar peaje; aunque todos tanqueamos combustible al precio estipulado, la quieren más barata para ellos; cuando todos nos partimos el lomo trabajando y pagando impuestos, ellos quieren que el estado los favorezca para que crezcan sus ingresos, por cuenta de no aportar lo que les corresponde por utilizar las vías que son de todos. ¡No jodás!

Es muy fácil culpar de la situación del paro al gobierno intransigente, más cuando en la tienda un tomate chonto cuesta 2 mil pesos o el obrero pierde jornales porque a la obra no llegan los ladrillos. Pero transigir en las pretensiones de ese pliego nos costaría a todos tener que meter muchas más monedas a la alcancía del estado para el sostenimiento de una malla vial por la que todos tenemos que circular, la que irriga  la sangre del país, sus alimentos, su comercio.

Entre el paro agrario de junio y este paro camionero solo hay un par de cosas iguales, Tunja está tan bloqueada como estuvo Popayán y el Esmad de nuevo reprimió a matar. De resto, todo son diferencias: el alcance social de lo que se exige, la legalidad y legitimidad de los interlocutores, los inamovibles con los que las partes se sentaron a negociar, las 6 semanas que han pasado torciendo el cuello a la economía del país, los ceros a la derecha en las pérdidas para el país, y el tono mesurado con el que se refieren a la protesta los líderes, seguidores y trolls del uribismo. Estas son solo algunas de las muchas las diferencias.

Qué sentido de la oportunidad tienen los del paro. Exigen inalcanzables en la negociación mientras nos ahogan a todos encareciendo nuestra vida, justo en vísperas del momento en el que el gobierno requiere respaldo para dejar refrendado el acuerdo de paz con las Farc. Para mi que, en su guerra por mantener la guerra, el uribismo movió su trombo más efectivo para taponar las venas del país, las que le llevan el oxígeno a la paz.

*@anaruizpe

Noticias Destacadas