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ANALISIS DE TEXTO

Antonio Caballero
20 de mayo de 1996

Los secuestradores de Juan Carlos Gaviria envían a la prensa comunicados desconcertantes. No por confusos son muy claros sino por complejos y contradictorios. En ellos hay una inextricable mescolanza de símbolos, de advocaciones, de amigos, de enemigos, de exigencias.Firman 'Dignidad por Colombia', grupo que ya se ha atribuido unas cuantas acciones confusas. La bomba en una verbena popular de Medellín, que dejó 28 muertos y 200 heridos y voló un gran Pájaro de bronce del escultor Botero. El atentado contra Antonio José Cancino cuando era abogado del presidente Samper. El asesinato de Alvaro Gómez cuando criticaba al mismo Presidente. Y ahora este secuestro del hermano del ex presidente Gaviria, adversario de Samper. Golpean, pues, hacia todos lados. A la firma le añaden un membrete, 'Fundación Colombia sin corruptos', que evoca el 'Medellín sin tugurios' de Pablo Escobar. Y dos fusiles, que recuerdan el logotipo del M-19. Y la bandera de Colombia, que sirve para todo. Y una fotografía del mártir Luis Carlos Galán, que también. Y una cita de 'nuestro Nobel' García Márquez, que lo mismo. Solo les quedó faltando Tino Asprilla.Las exigencias que hacen son muy extrañas. Piden, como todos los antisamperistas, la renuncia del Presidente, pero a la vez, como todos los samperistas, la del vicepresidente De la Calle. Piden que César Gaviria renuncie a la OEA, pero también lo llaman para que "asuma de inmediato la jefatura del Partido Liberal". No toleran el 'falso moralismo' del fiscal Valdivieso, pero lo instan a que investigue los escándalos de la administración Gaviria. Exigen, como García Márquez, la inhabilitación de toda la clase política, y además que se establezca una prohibición constitucional de crear nuevos impuestos. Y como solución general a la crisis sólo ven la de que asuma la presidencia de la República María Eugenia Rojas de Moreno Díaz, cuya trayectoria, desde los despilfarros de Sendas hasta el fracaso del Inscredial, pasando por sus fallidas candidaturas presidenciales, no tiene por qué inspirar especial confianza en sus capacidades.El método de presión política que utilizan _el secuestro_ es característico de la mafia o de la guerrilla, pero su prosa no lo es: escriben claro, aunque lo que digan es absurdo, y lo que pidan sea contradictorio, y lo que propongan sea inútil. Su retórica es a veces de izquierda -"engañar y explotar a nuestro pueblo"-, a veces de derecha "farsa y doble moral": es una frase de Alvaro Gómez, o incluso de Laureano-, a veces simplemente populista lírica -lo de "gente sencilla y buena" es inequívocamente de Belisario-. Y, de todas maneras, es una retórica que podría usar hoy cualquier colombiano que haya leído los periódicos de los últimos 20 años: hasta los párrafos antiimperialistas podrían ser (hoy) de El Tiempo.Los organismos de inteligencia afirman que 'Dignidad por Colombia' es "una agrupación subversiva" llamada en realidad 'Compañía Che Guevara': alzados en armas disidentes del ELN. Que lo digan ellos bastaría para descartar la hipótesis: los organismos de inteligencia no dan una. Pero además no parecen ni rurales ni militaristas: su prosa es urbana, leguleya, carente de toda muletilla militar (ni una vez dicen 'operativo'). Y a ninguna guerrilla campesina de Colombia se le ocurriría la idea estrambótica de hacer un atentado simbólico contra una escultura de bronce. Podrían ser, más bien, narcos. O, más exactamente, abogados de narcos.O abogados a secas. Abogados de la Universidad Nacional, de cierta edad ya -la nostalgia de María Eugenia-, y sin puesto público. Por ahora: a lo mejor esperan obtenerlo del gobierno de María Eugenia.Pero eso no lleva la investigación muy lejos: hay decenas de miles de colombianos que corresponden a ese 'retrato hablado'. Podrían ser inclusive samperistas.

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