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Así se roban las elecciones en Venezuela

Nicolás Maduro está realizando, a la vista de todos, una estrategia minuciosa, diversificada y perversa para evitar la derrota.

Semana.Com
13 de noviembre de 2015

La más reciente encuesta acerca de los posibles resultados de las elecciones parlamentarias que se realizarán el próximo 6 de diciembre en Venezuela, realizada por la prestigiosa firma Datanálisis, marca 63% de favoritismo para la oposición y 28% para el chavismo, en el poder desde el año 1999.

Es, a primera vista, un resultado acorde con la realidad de una Venezuela que este año acumula una inflación de casi 200%, donde la escasez de productos básicos supera el 60%, el PIB tendrá en 2015 una contracción de 9% y en la cual 80% de los habitantes evalúan negativamente la situación económica, política y de seguridad. Sin embargo es largo y tortuoso el camino por recorrer para que esa inconformidad evidente de las mayorías, se traduzca en una victoria de la oposición en las urnas porque el gobierno de Nicolás Maduro está realizando, a la vista de todos, una estrategia minuciosa, diversificada y perversa para evitar la derrota.

Como ha ocurrido en eventos anteriores el gobierno no autorizará en estas elecciones veedores internacionales de la OEA, Unión Europea ni de ninguna otra de las organizaciones solicitadas por la oposición. Solo aceptarán “especialistas electorales” de Mercosur, Parlasur, ALBA, Parlatino, Celac y de Unasur, de cuya misión se retiró el Tribunal Supremo Electoral de Brasil alegando falta de garantías.

En una carta remitida esta semana a la Presidenta de la autoridad electoral venezolana, Tibisay Lucena, el secretario general de la OEA Luis Almagro afirma que “la oposición venezolana no ha gozado de condiciones de participación equitativas en la campaña electoral” con denuncias sobre temas como la inhabilitación arbitraria de varios de los principales líderes de la oposición, el uso de multimillonarios recursos del gobierno en la campaña, acceso desigual a los medios de comunicación y la implementación de medidas excepcionales de seguridad en zonas dominadas políticamente por la oposición.

Ese tipo de abusos también han sido característicos en certámenes anteriores. Lo novedoso e insólito en el proceso actual es la manipulación de las papeletas electorales con cambios en la ubicación de candidatos y de colores en la identificación de los grupos políticos, para generar confusión a los votantes en favor del oficialismo y promover la anulación de votos de la oposición. Pero sobre todo un drástico e inusitado cambio en la representación estatal que llevó a que 6 estados que concentran 62% del registro electoral y a la mayoría de los votantes de la oposición, solo elegirán 64 diputados mientras que los 18 restantes, de amplias mayorías chavistas, elegirán 100. En virtud de esta norma el régimen quedó en la comodísima posibilidad de ganar en número de elegidos, aunque pierdan en votación.

Aún si la voluntad de quienes quieren e impulsan un cambio en Venezuela vencieran estas adversidades todavía les faltaría enfrentar el diabólico sistema electoral que con excepción del referéndum constitucional de 2007 le ha permitido al chavismo ganar todas las elecciones que ha realizado desde el año 2004. Aunque es totalmente automático lo cual facilita la verificación de los resultados –en 2012 el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter llegó a decir que "..el sistema electoral venezolano es el mejor del mundo"- diferentes estudios han detectado sus fisuras y comprueban que en realidad es manipulable y eficaz para que el chavismo gane elección tras elección.

Las denuncias más comunes tienen que ver con los equipos captahuellas y la “Estación de Identificación del Elector” que permiten al organismo electoral saber con precisión cuántos y cuáles electores votaron y por quién, lo cual hace posible al gobierno empadronar a los opositores para ejercer represalias en su contra. En cuanto a la manipulación de resultados las normas establecen que la oposición puede realizar la Verificación Ciudadana de actas contra boletas hasta en un 54% de las mesas electorales. Nunca lo han logrado por el tamaño de la empresa y porque el CNE utiliza el sencillo y a la vez contundente recurso de colocar centros electorales en zonas de altísima peligrosidad o de difícil acceso.

Hasta las 6 de la tarde del 14 de abril de 2013 el candidato opositor Henrique Capriles Radonski era el ganador de las elecciones presidenciales. Horas más tarde, tras la recuperación de un repentino daño del sistema de internet anunciado por el vicepresidente de la República Jorge Arreaza, se revirtió la situación y apareció como ganador Nicolás Maduro por un estrecho margen de 200.000 votos. Las protestas de la oposición no se hicieron esperar y con el paso de las semanas y los meses adquirieron la dimensión y gravedad que todos conocemos. Dadas las condiciones previas al certamen no es descartable que el próximo 6 de diciembre vuelva a ocurrir algo así. Lo impredecible esta vez es la naturaleza y el tamaño de la respuesta que un nuevo engaño provocaría en un pueblo agobiado y hastiado por la inseguridad, el desabastecimiento y la ruina económica de su país y por la ineptitud y corrupción de sus gobernantes.

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