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El revolcón

Este domingo los colombianos van a votar en masa contra las Farc: eso es Uribe y lo demás es música de fondo

Semana
20 de mayo de 2002

La mal llamada “violencia polItica” por fin llegó al corazón de la política y esto produjo resultados muy raros en nuestras elecciones. Tal es la causa del drama y la rareza de la campaña que culmina esta semana.

En efecto, el jugador que no tenía cartas desordenó los naipes de un manotazo.

El jugador de marras son las Farc. ‘Tirofijo’ pasó 40 años tratando de entrar a la política esto es, de inducir un alzamiento popular; pero de hecho engordó un ejército criminal e impopular —es decir, se alejó cada vez de la política—.

Hasta que su mal llamada “guerra” se coló a la política por la puerta de atrás. Se metió por la vía del narcotráfico, de la barbarie y del también mal llamado “proceso de paz” de este gobierno. La guerrilla llegó a la política no por ser popular sino por ser rabiosamente impopular.

Y así, este domingo los colombianos van a votar en masa contra las Farc: eso es Uribe, y lo demás es música de fondo. Uribe —hay que decirlo— fue el único que se mantuvo firme, el referente que no cambió de posición: por eso, todas las otras fuerzas tuvieron que ubicarse con relación a él.

—Comenzando, cómo no, por los bandos armados. Ningún presidenciable había sido víctima de atentados directos de las Farc: la guerra contra Uribe es personal. Y los paras tampoco habían hecho campaña por algún candidato como —según la prensa— hacen ahora: tampoco a ellos les es indiferente quién sea el ganador.

—Siguiendo, cómo no, por los otros candidatos opcionados —Serpa y Noemí— que tuvieron que correr a parecerse a Uribe sin parecerse a Uribe. Y por Garzón que, sin esfuerzo alguno, se quedó con la franja de la paz.

—E incluyendo, cómo no, a los periodistas, que hicimos un trabajo lamentable. No sólo porque en vez de mirar hacia el futuro nos dimos a esculcar hojas de vida, sino porque no supimos esculcar: no distinguimos lo penal de lo político —la gente tiene que responder por su pasado aunque no sea delito— ni, peor todavía, dimos cuenta cabal de acusaciones que podrían lisiar al próximo gobierno (remember Samper).

Eso —atentados, confusión e imputaciones a medio enterrar— por lo que hace al drama de la campaña. Por lo que hace a rarezas, son casi todas:

—Primera vez que los congresistas no le ponen votos al presidente en ciernes sino que el presidente en ciernes le pone votos a los congresistas. De aquí la corrida de los barones hacia Uribe y la charada de si van a cerrar el Congreso.

—Primera vez que el Partido Conservador se queda sin candidato. Preciso cuando el país pide orden y cuando los godos tienen el gobierno.

—Primera vez que un disidente derrota al candidato del Partido Liberal. Proeza que no lograron Gaitán, López ni Galán, pese a bregas más hondas y más largas.

—Primera vez que la izquierda pasará del 2 por ciento. Aunque los puntos restantes vengan del estrato 6.

—Primera vez que la segunda vuelta sale sobrando, ora porque no haya, ora porque sólo serviría para tres pequeñeces: para que Serpa no quede tan hundido como merece, para que el “Polo” muestre que no es tal “Polo”, y para que los publicistas reciban más tajada.

—Primera vez, en fin, desde Laureano, que la derecha-derecha se queda con el poder, así el pueblo no lo sepa o no lo quiera saber. O sea que la derecha también se nos coló.

Y mientras se nos cuela tanto bicho, los dos temas decisivos del país pasan de agache. Pasó de agache el tema del narcotráfico y de la relación con Estados Unidos, que es la clave subterránea de esta “guerra”. También pasó de agache la recesión y el no futuro económico que nos agobia. Silencio del doctor Serpa. Silencio del doctor Uribe.

Yo hubiera preferido a Noemí. Porque en su hoja de vida no hay sombras parecidas. Porque sólo ella anda sin pisar callos en Estados Unidos. Y porque su plan económico era el mejor.

Pero las Farc descarrilaron a Colombia.

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