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La quimera del oro

Zorobabelia, la perla negra del atletismo, está abandonada a su suerte. Quizás este momento de alegría deportiva sea una buena ocasión para recordarla.

Daniel Coronell
11 de agosto de 2012

Nadie ha logrado romper la marca nacional que ella estableció. Hoy, años después de su retiro, sigue siendo la campeona colombiana de heptatlón. Una exigente prueba de alto rendimiento que combina carreras de velocidad, de resistencia, vallas, lanzamiento de peso y de jabalina. Zorobabelia Córdoba -cuerpo espigado, dulzura de ébano, sonrisa perfecta- arrancaba tantos aplausos como suspiros por su agilidad y su belleza.

Nació hace 44 años en las selvas de Tutunendo en el Chocó. No había obstetras, ni pediatras por ahí, tampoco una partera que recibiera a la bebé. El único que andaba cerca era el padre de la criatura: Juan Evangelista Córdoba, boxeador de peso mediano y hombre sereno. Él atendió el parto de su Isaura y cortó el cordón umbilical con una cuchilla de afeitar. Después untó con polvo de oro el ombligo de la recién nacida. Aseguraba que así tendría buena suerte y brillaría con luz propia.

Los buenos deseos del padre se vieron realizados. Zorobabelia Abad Córdoba Cuero empezó pronto a destacarse primero como lanzadora de jabalina y después como atleta integral. En 1990 fue la estrella indiscutida de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en México. Allí fue declarada la atleta más completa del certamen.

Los dirigentes sacaban pecho y reclamaban lo mucho que habían hecho con "tan pocos recursos". Los políticos la condecoraban y se fotografiaban con ella. Las marcas deportivas se peleaban un espacio en su camiseta y el negocio de otros prosperaba mientras ella pensaba en el atletismo.

Fue campeona bolivariana, suramericana, iberoamericana, centroamericana y del Caribe.

En febrero de 1993 las Empresas Públicas de Medellín citaron a una conferencia de prensa. Allí frente a las cámaras anunciaron que la poderosa compañía pública asumía el patrocinio de la atleta y ella sería vinculada a su nómina como "auxiliar de deportes" para garantizar el apoyo necesario para que continuara su carrera. Entre flashes y micrófonos se firmó el contrato laboral.

Las Empresas Públicas fortalecieron su marca y Zorobabelia consiguió ingresos estables y un trabajo que le permitía usar buena parte de sus horas laborales en entrenamiento y viajes a competencias en Colombia y en el exterior. A partir de ese momento en su camiseta sólo se veía la marca de las EPM.

Sin embargo el apoyo público y el cariño personal de la compañía fueron disminuyendo a medida que pasaba el tiempo y los triunfos se hacían más escasos.

En junio de 2007, Zorobabelia viajó a Cúcuta a representar a las Empresas Públicas de Medellín en los modestos Juegos Nacionales de Empleados Oficiales. En la menos encumbrada categoría, ella seguía esforzándose y brillando hasta donde podía. Terminó sin problemas en atletismo pero en un juego de voleibol arrancó la peor prueba de su existencia.

Se lesionó el hombro y la rodilla derecha. Su carrera deportiva terminó ese sábado 23 de junio de 2007. A ese final abrupto se sumó una incapacidad laboral que se extendió por meses. Cuando se la levantaron por unos días -ya en 2008- ella volvió al trabajo con tan mala suerte que se cayó en el edificio de las Empresas Públicas. Su movilidad quedó afectada para siempre.

Hoy Zorobabelia tiene que usar muletas para moverse. Con la ayuda de bastones arrastra las piernas que fueron las más veloces del continente. Debe vivir y educar a sus dos hijas con menos de medio salario mínimo mensual porque las Empresas Públicas de Medellín no reconocen que su incapacidad es fruto de un accidente de trabajo.

Documentos vitales para que le paguen una jubiliación completa han desaparecido o han sido mutilados. Alguien de las EPM llegó a sostener que si realmente era deportista debía practicar en sus tiempos libres y esos tiempos no comprometían a la empresa.

El gobierno no le brinda ayuda porque una norma establece que sólo tienen derecho los medallistas olímpicos y ella jamás fue a unas olimpiadas.

La sencilla casa en el barrio Los Colores, lo único que consiguió en 23 años de atletismo y medallas, está embargada por el banco BBVA y probablemente la perderá en las próximas semanas.

Zorobabelia, la perla negra del atletismo, está abandonada a su suerte. Quizás este momento de alegría deportiva sea también una buena ocasión para recordarla.

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