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Mirando el ombligo

Si la Reserva Federal vuelve a subir la tasa de interés, los dólares peregrinos regresarán al nido. Cesará la revaluación, pero también la bonanza

Semana
2 de febrero de 2004

Despues de cinco años entre malos y peores, la economía parece haber despegado. O al menos eso dicen el gobierno y los medios, con el buen argumento de que crecimos más de lo esperado y de que este año pinta aún mejor que el pasado.

El repunte se debe, según dicen, a tres factores internos y emparentados: el manejo ortodoxo de las finanzas, el aumento evidente de la seguridad y el clima de optimismo general. Pero sería más exacto decir que estos tres hechos -ciertos y alentadores como son- no explican sino que complementan el buen momento de la economía.

La prueba simple es mirar a los vecinos. Colombia creció 3 puntos en el 2003 y quizá crezca 4 en el 2004, cuando había crecido apenas punto y medio en el 2002. Pero el conjunto de América Latina, que había crecido casi cero en el 2002, logró una tasa de 1,5 por ciento el año pasado y este año crecerá 3 y medio por ciento. Para no hablar de los "países emergentes", que crecieron 5 puntos en el 2003 y este año crecerían 6 ó 7.

La explicación de fondo hay que buscarla entonces más allá de Colombia. Se encuentra, cómo no, en Estados Unidos, donde el producto llegó a crecer al 8 por ciento en el último trimestre y donde se proyecta una expansión de 4,3 por ciento para este año. Sumado al 10 por ciento de crecimiento sostenido en China y al empuje renovado de Japón, esa locomotora está arrastrando las economías del resto de países.

No es sólo el crecimiento de las exportaciones. Es el alza en el precio de materias primas como café, oro y petróleo, que por primera vez repunta en muchos años. Y es sobre todo la salida de dólares que primero irrigó y ahora está anegando al mundo entero.

La cosa es bien sencilla. Para salir de su propia recesión, Estados Unidos bajó la tasa de interés a un nivel irrisorio. Entonces los inversionistas empezaron a irse a otros países, a razón de unos 2.000 millones de dólares por día. Esto explica por qué América Latina, por vez primera en medio siglo, recibió más dólares de los que envió (6.000 millones de superávit en el 2003, contra 14.000 millones de déficit en el 2002).

A Colombia, afortunadamente, le tocó una tajada. No sólo la de los fondos globales de inversión, sino la de los ricos que decidieron repatriar unos centavos o por lo menos no sacar más divisas. Por eso aquí las acciones se treparon, revivió la vivienda estrato 6, mejoraron las ventas de automóviles y repuntó la inversión empresarial, con los arrastres y el goteo que sabemos.

La entrada de capitales a Colombia sin duda fue ayudada por los factores internos que indiqué. Un manejo económico ortodoxo, un menor riesgo de secuestro o muerte, y un clima de optimismo general son incentivos obvios para invertir acá. Y sin embargo no hay que exagerar:

-Pese al esfuerzo denodado de apretar, los resultados no dan plena confianza. El déficit fiscal sigue rayando los 3 puntos del PIB y el peso de la deuda sigue en aumento (en el equivalente a 3 puntos del PIB en el pasado año).

-Aunque la seguridad ha mejorado mucho, las tasas de secuestro y homicidio son todavía las peores del mundo. La guerrilla podrá estar aquietada pero no derrotada. Y en todo caso la seguridad es más una condición que una razón para traer los dólares.

-El optimismo crea su propio círculo virtuoso, pero a la hora de gastar el corazón pesa menos que el bolsillo. Por eso, según las encuestas, el 70 por ciento de la gente cree que las cosas "van por buen camino" pero el 80 por ciento de los hogares no desea endeudarse ni aumentar sus consumos.

Y con esto volvemos al punto esencial: si la Reserva Federal vuelve a subir la tasa de interés, los dólares peregrinos regresarán al nido. Cesará la revaluación, pero también pasará la bonanza que vivimos. E infortunadamente la tasa tiene que subir, porque los gringos necesitan financiar su gigantesco déficit fiscal.

El alza puede -o no- frenar la economía de Estados Unidos. Pero aun si el crecimiento continúa sobre bases más sanas, serán los países competitivos, los que invirtieron en tecnología -China, India, Irlanda, Chile- los que se beneficien del nuevo jalonazo.

Y Colombia no ha hecho, ni está haciendo, ni ha pensado siquiera en hacer la tarea.

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