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Revestir al Dr. Raúl Cuero

Lo que el Dr. Cuero busca y promueve con su trabajo, no es sólo romper paradigmas sino crear nuevos paradigmas y eso, no siempre es bien recibido por sus colegas.

Iliana Restrepo, Iliana Restrepo
30 de octubre de 2013

Definitivamente, este es un país de caníbales y buitres. Pareciera que la consigna es que hay que devorar al que triunfa con su esfuerzo y sus méritos propios, arguyendo cualquier cosa por pequeña que sea, para destrozarlo y después que vengan los demás a terminar la tarea. En días pasados, El Espectador publicó en primera página y con gran despliegue un titular amarillista e infame "En cueros" buscando desnudar al Dr. Raúl Cuero a partir de la opinión de una persona, el Dr. Rodrigo Bernal, académico de la Universidad Nacional. Por la “mala leche” del titular del periódico, y disculpen el calificativo pero no se me ocurre otro, el Dr. Cuero merece más que nunca ser revestido con la dignidad y el respeto que se le debe por los logros obtenidos. 

Cuero es un científico respetable que ha venido haciendo aportes serios en el campo de la microbiología. Que se hayan dado imprecisiones en el número de patentes conseguidas o en el número de artículos publicados, no le resta méritos a su asombrosa carrera personal y profesional. Ha sido un luchador que se ha hecho a pulso, con todo en su contra, por méritos propios y que hoy trabaja a través del Parque de la Creatividad (IPOC), con jóvenes colombianos y de otros países, a quienes forma como inventores. En sus propias palabras, “el Parque es la invención de la que me siento más orgulloso”.

En lugar de tratar de demeritarlo, los colombianos deberíamos estarle agradecidos por poner en alto el nombre de Colombia en el ámbito científico internacional. Y aunque a algunos les moleste o les suene exagerado, él sí ha hecho un viaje de más de 40 años, desde Buenaventura a la Nasa. Si bien el título de su libro no es más que una metáfora de este salto, no es menos cierto que nació y creció en ese puerto y que la Nasa sí le ha financiado trabajos y sí le ha hecho reconocimientos importantes que pueden ser comprobados. Parece que al Dr. Bernal, de tanto escribir documentos técnicos, se le ha olvidado lo que significa una metáfora. Además, como dice María Isabel Rueda en su última columna, es claro que la Nasa no aceptaría patrocinar a cualquier lagarto.

No defiendo a Cuero ni por negro, ni por pobre. Lo hago porque siento que el camino que ha recorrido es muy meritorio y digno de respeto. Hace un par de años tuve la oportunidad de conocerlo y lo he visto actuar en varios ámbitos. Recuerdo que en ese momento escribí una columna sobre mis primeras impresiones. Cuando la leyó, y vio que decía que trabajaba para la Nasa, me envió un correo, que conservo, aclarándome que nunca había trabajado allí, que tan sólo se le había encomendado un trabajo. Esto dice mucho de su claridad. Es posible que también haya hecho aclaraciones a otros medios y que, al igual que en mi caso, nunca se rectificaron. 

Posteriormente he tenido la oportunidad de conocerlo más a fondo, de oírlo en conferencias, de conversar largamente con él, además de verlo interactuar con los chicos que forma en el Parque de la Creatividad. He observado la generosidad con que los prepara y la entrega con que trabaja con ellos y para ellos. Es un mentor que no baja al nivel de sus alumnos sino que, como me dijo uno de ellos, “nos regala los 40 años de su experiencia, para llevarnos a su nivel y darnos las herramientas necesarias para empezar a inventar de inmediato”. Cuero dice, contrariando la actual práctica docente, que primero va la experiencia y después la teoría.

Esta no es la primera vez que ha sido cuestionado en el ámbito académico, pero sí la primera vez que lo hacen públicamente y de esta manera. Ya antes se habían escuchado voces vaticinando, y tal vez deseando, su fracaso en el Parque; algunos han dicho que trabajando con unos “pelagatos de colegio” es imposible conseguir los logros que cuenta. 

Sin embargo, ha demostrado lo contrario. Algunas de las patentes que tiene en estado de pendientes o “pat. pending” son producto de inventos desarrollados en el Parque con algunos de los chicos y Cuero como su mentor. Se le critica también por hablar de patentes conseguidas cuando apenas están pendientes; una patente pendiente, es prácticamente una patente firme, que está protegida a la espera de licenciamiento. Ver información aquí.

Lo que el Dr. Cuero busca y promueve con su trabajo no es sólo romper paradigmas sino crear nuevos paradigmas y eso, no siempre es bien recibido por sus colegas. 

Da tristeza y preocupa saber que en los sectores académicos e intelectuales exista tanta mezquindad y sobre todo tanta resistencia a aceptar lo nuevo. Arthur Koestler, en su libro Los Sonámbulos dice: “La inercia del espíritu humano y su resistencia al cambio no se manifiestan, como se podría creer, en las masas ignorantes -fácilmente convencidas con solo apelar a su imaginación- sino en los profesionales que viven de la tradición y del monopolio de la enseñanza. Toda innovación es una doble amenaza para las mediocridades académicas: pone en peligro su autoridad de oráculo y evoca la horrenda posibilidad de ver derrumbarse todo un edificio intelectual laboriosamente construido”. 

Caerle encima a Raúl Cuero, como se ha hecho, porque a un profesor retirado le parece que los logros que difunde, con natural orgullo, están inflados por la prensa o que para él no tienen mayor importancia; o porque a su parecer, el número de sus publicaciones no es suficiente; o porque piensa que no ha debido escribir dos autobiografías, ya que a él le parece vanidoso; o porque le parece “rutinario” el premio de la Nasa; o porque titula uno de sus libros con una metáfora que da cuenta de la realidad de su vida es, por decir lo menos, injusto y tendencioso. 

Siento que hay una enorme diferencia entre el talante del Dr. Cuero y el del Dr. Bernal. Mientras Cuero prefiere, en el otoño de su vida, venir a Colombia a compartir lo que sabe con nuestra juventud, el Dr. Bernal prefirió retirarse en una finca a escribir artículos científicos y a investigar sobre las palmas y está en todo su derecho, ¡faltaba más! pero ojalá se dedique a eso y no vuelva a verter un veneno innecesario, para mancillar la imagen de seres que, como el Dr. Cuero, trabajan duro buscando beneficios para la humanidad.

Con un artículo como el del Dr. Bernal, y un indignante titular como el de El Espectador, no se construye nada positivo para la ciencia y mucho menos para el país. Si existen cuestionamientos, hay otras formas más elegantes e inteligentes de debatirlos.

iliana.restrepo@gmail.com

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