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Seguridad: ¿veremos resultados? (II)

Atrapado entre los usos heredados en la fuerza pública y el afán de mostrar resultados, el gobierno adopta nuevas ideas día tras día

Semana
18 de diciembre de 2003

La guerrilla se estrello con el mundo a causa de la coca y con la opinión nacional a causa de su barbarie. Por eso, sin proponérselo, Pastrana logró la derrota política de las Farc, y por eso Uribe puede intentar ahora su derrota militar. Estos, en resumen, son la historia reciente y el gran proyecto nacional de hoy.

Pero la derrota militar de la guerrilla tomará más tiempo y será más traumática si no se sortean bien las tensiones internas o se ignoran los límites externos de la estrategia del actual gobierno. De modo por demás simplificado, diría yo que son cuatro las tensiones principales:

-¿Ejército o Policía? Una cosa es enfrentarse a cuadrillas uniformadas, y otra distinta es capturar combatientes disfrazados de civil. Verdad que el guerrillero cambia fácil de papel, verdad que esta es la gran ventaja táctica de la guerrilla, y verdad que en todo conflicto de baja intensidad se mezclan ambos métodos. Pero un error en la dosis de "Ejército" o "Policía" que aplica el Estado puede ser desastroso. En Colombia, por razones históricas, predomina el componente "Ejército", aunque la degradación y urbanización de la guerra requiere más y más "Policía". Y el gobierno actual no está cambiando el balance.

-¿Cobertura o contundencia? Una cosa es proteger todo el territorio e infraestrucura de un país, otra distinta es rodear o bombardear los campamentos o columnas guerrilleras. Cierto que la "defensa" y el "ataque" son ambos necesarios, y cierto que en Colombia se dificultan ambos (6.242 corregimientos "vulnerables"... campamentos ocultos bajo la selva...). Pero el armamento, perfil y número de soldados requeridos para cada tarea son distintos, y el gobierno, en vez de repensar las prioridades, está invirtiendo simultáneamente en todo.

-¿Por abajo o por arriba? Informa Min-Defensa que "en los primeros 11 meses del año pasado murieron 1.600 guerrilleros en combate y otros 3.248 fueron capturados". Por mera regla de tres se inferiría que la guerrilla se acaba en "par boliones", o que de poco sirve "neutralizar" al subversivo raso. ¿Hay entonces que reestructurar a fondo la Fuerza Pública para que se concentre en la (paciente) captura de los mandos y en destruir las redes financieras? ¿Hasta dónde debemos cambiar el concepto extensivo de los americanos por el enfoque selectivo de los ingleses o los israelitas?

-¿El narco o las Farc? Para Estados Unidos el objetivo es acabar la droga y empobrecer, de rebote, a la guerrilla. Para Colombia el objetivo debería ser acabar el conflicto y, de rebote, dejar la droga sin los ejércitos que la hacen posible. Aunque estos objetivos coinciden en un sentido, en otros varios difieren y reclaman medidas distintas o aun opuestas. Y lamentablemente hay que decir que en este punto, el Presidente es un rehén de Washington.

Atrapado entre la inercia de los usos heredados en la Fuerza Pública y el afán de mostrar resultados, el gobierno adopta nuevas ideas día tras día (esta semana: otro cuerpo superélite, más bonos de paz, cambios a las zonas de rehabilitación y bloqueo mundial en el Caribe). El resultado probable son programas dispersos, poco coherentes, diseñados sobre la marcha y en los que ninguno logra alcanzar su masa crítica. Lo cual es todavía más probable si se piensa en los límites que el contexto impone a la estrategia Uribe. Menciono apenas los cuatro principales:

-Finanzas. La guerra es un barril sin fondo y el fisco no anda lejos de la quiebra ¿Con qué se sostendrá la escalada?

-Descontento. Más recesión, más desigualdad, más exclusión ¿No es este el caldo de cultivo de la insurgencia?

-Derechos humanos. La ética política -o en su defecto, la comunidad internacional- prohíben al Estado destruir lo que dice defender.

-Debilidad arriba. Pongamos que las Farc se "escobarizan" de verdad. ¿Será que "este país" resiste bombas y secuestros en el norte de Bogotá?

"Este país" está enseñado a pensar con la rabia o con la euforia. Y sin embargo me hago la ilusión de que la política de seguridad se examine y se evalúe con la cabeza muy fría. Es cuestión de muerte o vida.

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